El discreto encanto
A Clinton y a Obama les han fallado, antes que nadie, los suyos, encantados de encarnar la progres¨ªa y vivir tan bien
Algunos recordaremos a Obama como el mejor pol¨ªtico que hemos visto en activo. Todav¨ªa es temprano para valorar qu¨¦ va a quedar de su legado, pero sabemos que habr¨¢ una parte inmaterial, el modelo de gobernante, que ha situado la pol¨ªtica en zonas poco frecuentadas. Situar la responsabilidad individual en el centro de las decisiones y hacerlo admitiendo los l¨ªmites de lo posible, expresar y asumir las consecuencias es algo a lo que no est¨¢bamos acostumbrados.
Sus discursos han sido los mejores que se han podido escuchar o leer en los ¨²ltimos decenios. Ha tenido los mejores asesores y los mejores escritores a su servicio. Un presidente negro llevaba, forzosamente, la carga del relato de la esclavitud, el racismo y la desigualdad. Descontando el marketing, necesario en pol¨ªtica, no le hemos visto utilizar ning¨²n tipo de chantaje emocional ni en los momentos de m¨¢s tensi¨®n.
El contraste con su sucesor es hiriente y muestra, en esa gran escala americana, uno de esos demasiados retrocesos de la historia. La distancia que media entre ambos es enorme pero quiz¨¢s lo que lo haga todo m¨¢s interesante es que a pesar de las diferencias tienen un algo en com¨²n, tanto Obama como Trump hablan claro. Los usos de esa claridad, su procedencia y su profundidad son diferentes, pero lo cierto es que la credibilidad del primero juega al mismo nivel que la rotundidad del segundo.
?Minti¨® Obama? ?Miente Trump? Habr¨ªa que definir qu¨¦ quiere decir mentira en pol¨ªtica y los l¨ªmites de la verdad pero creo que hoy nadie cuestione la transparencia de ambos presidentes. Trump ha ganado sin que haya tenido que esconder que, pese a ser rico, no deja de ser un miserable. No se enreden con la postverdad. A Trump no le ha hecho falta. Podr¨ªa haber reconocido que ment¨ªa cada d¨ªa y aun as¨ª, haber ganado.
No es con el ¨²nico con quien Obama mantiene distancias y puntos en com¨²n. A pesar de todo lo dicho, con quien mejor contrasta Obama es con un porcentaje significativo de sus propios votantes, personajes p¨²blicos y medios afines. Las reacciones de estos d¨ªas son para enmarcar, no s¨¦ qu¨¦ va a ser peor, aguantar a Trump o soportar los bramidos que sus acciones van a provocar en la progres¨ªa americana y europea. Si esto va a ir de hacerse los ofendidos, de abominar de sus declaraciones y de distanciarse de todo lo que significan sus discursos nos esperan cuatro a?os pesad¨ªsimos.
A Clinton y a Obama le han fallado, antes que nadie, los suyos, encantados de encarnar y de vivir en el discreto encanto de la progres¨ªa. Puede que Trump cruja a la clase trabajadora pero el neoliberalismo progresista ha sido un paradigma en el que la clase cultural norteamericana ha vivido la mar de bien. Hay quien lo compara con el bienestar universitario de los intelectuales franceses, mientras Francia viv¨ªa del drenaje de media ?frica. Me parece que el paralelismo no es tan malo.
Muchos de los que ahora m¨¢s se quejan de la retirada de algunas de sus medidas son los que jam¨¢s movieron un dedo para cambiar un sistema que para ellos tambi¨¦n funcionaba bien. Las protestas de estos d¨ªas han sido uno de los mejores simulacros. Intelectuales, artistas y periodistas que se acuerdan de Santa B¨¢rbara cuando escampa y ven el destrozo de la tempestad y que el resto del tiempo siguen disfrutando de ese discreto encanto tan suyo.
Trump apel¨® al esfuerzo ¡ªtan demag¨®gicamente como quieran¡ª mientras el mainstream comunicativo lo olvidaba. La crisis de 2008 no ha producido una generaci¨®n perdida cultural, no ha proporcionado ni im¨¢genes ni relatos a quienes los han necesitado. El alejamiento de las clases trabajadoras ha sido tan flagrante que diga lo que diga Trump va a sonar m¨¢s convincente que cualquier discurso de Clinton. La ¨¦lite que representa Clinton, ?tiene una historia de superaci¨®n tras de s¨ª?
No s¨¦ cu¨¢nto tiempo va a durar Trump, solo s¨¦ que su victoria sanciona las pol¨ªticas que va a imponer y que al otro lado hay muy poca cosa. Mucho simulacro, gorros de colores y mucha Madonna cantando en las protestas. La frivolidad de ver a Madonna, en una manifestaci¨®n contra el trato de Trump a las mujeres. Madonna, que quer¨ªa premiar con una felaci¨®n a quienes votasen Clinton.
No deja de ser la otra cara de Trump, otro espect¨¢culo, otro negocio, otro poder. Todo lo que queda por hacer, que es mucho.
Francesc Ser¨¦s es escritor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.