80 imputados en el ¡®caso Smuggling¡¯, el golpe de De Lara al contrabando
La magistrada de Lugo desarticula una extensa trama e intercepta todos los eslabones de la cadena en el viaje del tabaco desde Andorra o Gibraltar hasta tenderos, hosteleros y libreros que despachan las cajetillas ilegales
Una granja de cerdos cerca de Ciudad Rodrigo (Salamanca) serv¨ªa de tapadera a Miguel ?ngel R.F., uno de los jefes de la extensa y tupida red que presuntamente surt¨ªa de tabaco de contrabando a numerosos establecimientos espa?oles y que est¨¢ siendo investigada por la magistrada Pilar de Lara, principal azote contra la corrupci¨®n en Galicia, que al margen de sus causas contra pol¨ªticos y empresarios sigue atendiendo los otros asuntos que recalan en el juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 1 de Lugo.? Por tel¨¦fono, el cliente ped¨ªa "jamones", pero lo que se le serv¨ªa no eran derivados porcinos sino cajetillas sin las marcas de Tabacalera que indican que el cigarrillo, adem¨¢s de con nicotina, ha llegado al consumidor cargado de impuestos. La macrooperaci¨®n ha sido bautizada con el nombre de Smuggling ("contrabando", en ingl¨¦s) y acumula ya 44 tomos y alrededor de 80 personas investigadas desde hace cuatro a?os.
La mayor¨ªa son espa?oles y tambi¨¦n hay un buen n¨²mero de ciudadanos rumanos. Hay desde proveedores y farderos encargados de pasar clandestinamente las fronteras con la mercanc¨ªa for¨¢nea a la espalda hasta hombres y mujeres que despachan al por menor el tabaco sin precintas legales en conocidos comercios, bares, restaurantes, hoteles, m¨¢quinas expendedoras e incluso librer¨ªas. Tambi¨¦n alg¨²n guardia civil jubilado que, seg¨²n los investigadores, daba el soplo a los contrabandistas de los movimientos de las patrullas fronterizas, y alguna vigilante de la ORA que supuestamente rondaba un mercado de A Coru?a de titularidad municipal para avisar a los tenderos si se acercaba la polic¨ªa.
La trama estaba formada por varios grupos, cada uno con su particular jefe y todos independientes entre s¨ª pero, lejos de tener un funcionamiento an¨¢rquico, la maquinaria marchaba perfectamente engrasada y los engranajes encajaban como en un reloj. No se sol¨ªan dar ¨®rdenes. Cada uno conoc¨ªa su cometido y el porcentaje que le correspond¨ªa desde hac¨ªa mucho tiempo, as¨ª que no hab¨ªa nada que discutir. Entre los eslabones de la cadena apenas hac¨ªan falta palabras, y si se hablaba era en clave, desde cabinas p¨²blicas o con m¨®viles que eran renovados constantemente y tarjetas SIM compradas en el extranjero, incluso tan lejos como Bangladesh. Esto dificult¨® mucho el trabajo de la Polic¨ªa Judicial de la Guardia Civil y de Vigilancia Aduanera. Pero los agentes no tardaron en saber que al Cherterfield lo llamaban "champ¨¢n"; al Winston, "p¨¢jaro" o "la roja"; al Marlboro, "Martini" y al Camel (mucho m¨¢s f¨¢cil), "camello".
Muchos de los miembros de la cadena tambi¨¦n ten¨ªan alias: Rubio, Rambo, Viruta, Barrigas, Vacas, Trincheras, Tacones. Cientos de miles de cajetillas valoradas en varios millones de euros viajaban por la trama hasta los consumidores finales por una especie de sistema sangu¨ªneo formado por lo que, seg¨²n De Lara, son "distintos grupos criminales organizados que se desenvuelven en diversos ¨¢mbitos geogr¨¢ficos" como Lugo, Coru?a, Ourense, Pontevedra, Vizcaya, Salamanca, Madrid, C¨¢ceres, Badajoz, M¨¢laga, Sevilla, Lleida y Tarragona. En sentido contrario, y de igual disciplinada manera, corr¨ªa el dinero por los mismos cauces, desde los vendedores finales hasta los introductores del tabaco por Andorra o Gibraltar, y cada intermediario iba retirando del montante la parte correspondiente por sus servicios.
Durante las investigaciones, que se iniciaron con las primeras incautaciones en veh¨ªculos, almacenes, zulos y establecimientos comerciales en 2013 y 2014, se descubri¨® tambi¨¦n que parte de la mercanc¨ªa ilegal incautada era tabaco de marcas falsificadas. Los agentes enseguida sospecharon que varias partidas distribuidas por alguno de los grupos que tej¨ªan la trama proced¨ªan de una f¨¢brica ilegal de tabaco ubicada en M¨¢laga, mientras que otras ten¨ªan un origen desconocido. Podr¨ªan venir de China o Indonesia, dos de los pa¨ªses donde se elabora de forma clandestina la mayor parte de los cigarrillos falsificados que se fuman en el planeta. El Marlboro, por ejemplo, suele proceder de factor¨ªas chinas sobre las que no existe ning¨²n tipo de control, y menos sobre la composici¨®n del tabaco. Cada lote de cajas llenas de cartones incautado en la Operaci¨®n Smuggling era enviado a Philip Morris Italia para su an¨¢lisis. As¨ª se comprob¨® que la red comerciaba tanto con tabaco de marca aut¨¦ntico como con imitaciones y que los unos y los otros eran despachados al consumidor por las mismas v¨ªas, incluidas las m¨¢quinas expendedoras.
La capacidad econ¨®mica de los distribuidores e intermediarios era enorme porque cada cart¨®n vendido, seg¨²n los c¨¢lculos de la investigaci¨®n, les reporta unos 10 euros limpios y cada caja que traen contiene 50. El negocio de la introducci¨®n y venta de tabaco de contrabando es tan rentable que en alguno de los seguimientos se pudo constatar c¨®mo uno de los imputados compr¨® en un solo d¨ªa cajetillas por 300.000 euros. Seg¨²n fuentes vinculadas al caso, "se est¨¢ moviendo mucha cantidad de tabaco de contrabando por la crisis. Hay bastante tolerancia y mucha demanda", sobre todo desde que ha aumentado la carga fiscal sobre lo que se fuma. Por eso el r¨ªo, en estos ¨²ltimos a?os, se ha vuelto enorme.
De Lara acaba de emitir un auto en el que acuerda repartir el caso en ocho piezas separadas con el prop¨®sito de enviar la mayor¨ªa a otros juzgados de Espa?a. Ella seguir¨¢ instruyendo la parte relativa a los distribuidores de tabaco de contrabando en Lugo, un grupo presuntamente encabezado por el empresario Ramiro V.P., imputado tambi¨¦n junto con su hijo por tr¨¢fico de drogas despu¨¦s de que durante los registros se descubriesen en un domicilio familiar un laboratorio y cantidades diversas de varias sustancias estupefacientes.
Seg¨²n la magistrada, el contrabando es, para las personas investigadas, un verdadero estilo de vida. Muchos no realizan ninguna otra cosa desde hace a?os y dedican la jornada al negocio con la misma organizaci¨®n que en una actividad laboral normal. Siguen, adem¨¢s, viejas pautas instauradas. En la Smuggling se supo, por ejemplo, que la mayor parte de las veces, para evitar ser detenidos, los protagonistas de esta trama tomaban la precauci¨®n de fragmentar las partidas de tabaco clandestino introducidas en el mercado y almacenarlas en todo tipo de locales, por lo general de titularidad ajena. En Espa?a, si una persona porta tabaco por una cuant¨ªa inferior a 15.000 euros (unas siete cajas) no se considera delito de contrabando, sino falta administrativa. En Vigo, sin embargo, Carlos L.E., ¨²ltimo eslab¨®n en el mercado de A Pedra, fue detenido cuando los agentes localizaron en un trastero 31.596 cajetillas valoradas en 134.137 euros.
No obstante, todav¨ªa result¨® ser un destino m¨¢s importante para la red investigada el mercado coru?¨¦s de Santa Luc¨ªa, donde se llevaron a cabo redadas millonarias. All¨ª, entre los investigados hay un par de mujeres que supuestamente dominaban los puestos. Unos negocios en los que, al tiempo que se incaut¨® tabaco ilegal, el 21 de mayo de 2014 se aprehendieron m¨¢s de 33.000 zapatos, bolsos y prendas de ropa de marca presuntamente falsificadas.
Pero la cadena humana que introduc¨ªa la mercanc¨ªa ilegal comenzaba muy lejos. Era durante las noches en las que la nieve no imped¨ªa trabajar a los farderos que cruzaban a pie los pasos fronterizos de los Pirineos con 750 o 1.000 cajetillas a sus espaldas, camino de almacenes escondidos en la provincia de Lleida. Luego, en Espa?a, el transporte se hac¨ªa en veh¨ªculos con doble fondo y con coches lanzadera por delante, encargados de cuidar que las carreteras estuvieran libres de riesgos y controles policiales. Pero el golpe a la trama no ha mermado la actividad general. A diario siguen recorriendo las mismas rutas decenas de contrabandistas con miles de cajetillas ocultas. Y docenas de farderos espa?oles y extranjeros bajan la carga hasta las pistas si el tiempo acompa?a.
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