La noche de Lowell y Wolfgang

Rendirse a Mozart es algo que no requiere demasiado esfuerzo. El compositor satisface al coraz¨®n y al intelecto incluso en el o¨ªdo m¨¢s profano. Mozart es un creador universal que genera una unanimidad casi ins¨®lita en la Historia de la M¨²sica. El clasicismo establec¨ªa, como transici¨®n entre el barroco y el romanticismo, un puente entre las estrictas normas de la armon¨ªa y las puertas abiertas al cambio a trav¨¦s del mundo de los sentimientos.

Los programas que incluyen obras de Mozart son una apuesta segura en las salas de concierto, pero por otro lado exigen estar a la altura en la ejecuci¨®n en un p¨²blico que conoce al compositor, que reconoce su estilo y que llega, en general, con altas expectativas en los int¨¦rpretes. No es esta una preocupaci¨®n que atormente a la Orquesta y Coro Nacionales de Espa?a, que afrontar¨¢, seguro con gusto, un seductor programa el pr¨®ximo viernes. David Afkham se encargar¨¢ desde el podio de ejercer de maestro de ceremonias imprimiendo su visi¨®n del genio.

Para abrir boca, arrancar¨¢ la velada con un Concierto para flauta y orquesta?no tan habitual, el de Lowell Liebermann, estrenado en 1992. Una m¨²sica tonal que se aleja de lo radical para el que ser¨¢ su gran estreno en nuestro pa¨ªs. 25 a?os despu¨¦s, este concierto sonar¨¢ de la mano del flautista Jos¨¦ Sotorres en el Auditorio Nacional e intentar¨¢ encajar con una obra de Mozart de las que erizan el vello. El aliento se contendr¨¢ cuando se aproximen los primeros compases de la Gran Misa en do menor?de Mozart. Una de las obras m¨¢s hermosas compuestas para las naves de un templo con la grandiosidad de un arquitecto de sonidos con una audacia reveladora. Ser¨¢ el broche perfecto para una noche entre el ayer y el hoy, en la que solo disfrutar de una m¨²sica excelente y que nos lleve a donde nos tenga que llevar.