Un tercio de un gran tesoro
Pablo Heras-Casado recrea el genio de Monteverdi en el Palau de la M¨²sica
Al anochecer, el ruido del tr¨¢fico en la Via Laietana es el agresivo y malsano tel¨®n sonoro que rodea al Palau y que, por desgracia, a veces se cuela dentro. Que el aislamiento ac¨²stico del templo modernista deja mucho que desear no es noticia nueva, como saben los espectadores m¨¢s asiduos, pero hay d¨ªas en que esos ruidos, sean sirenas o motos, molestan m¨¢s. El jueves fue uno de esos d¨ªas. Menos mal que, frente a esas puntuales injerencias, el genio de Claudio Monteverdi nos transport¨® al para¨ªso, recreado con emoci¨®n y estremecedora perfecci¨®n t¨¦cnica por Pablo Heras-Casado al frente del sensacional coro y conjunto instrumental Balthasar-Neumann.
La m¨²sica de Monteverdi tiene efectos bals¨¢micos. De hecho, cualquier atisbo de estr¨¦s y malhumor desaparece al dejarse acariciar por la pureza vocal e instrumental del padre de la ¨®pera. Una de sus m¨¢s valiosas obras es el ciclo de m¨²sica sacra Selva morale e espirituale, publicado al final de su vida, como serena recapitulaci¨®n de m¨¢s de treinta a?os de labor como maestro de capilla de la bas¨ªlica veneciana de San Marcos
Monteverdi
Monteverdi: Selva morale e spirituale. Coro y conjunto instrumental Balthasar Neumann. Director: Pablo Heras-Casado. Palau. Barcelona, 9 de febrero.
De las cuarenta obras que integran la colecci¨®n, en la que figuran misas, fragmentos de misas, motetes, himnos, salmos y madrigales, con textos de perfil moral y espiritual, Heras-Casado ofreci¨® en el concierto de la temporada de Palau 100 una selecci¨®n de 16 piezas que constituyen, aproximadamente, un tercio de un tesoro musical que Monteverdi public¨® en Venecia en 1641, dos a?os antes de su muerte.
La naturalidad es una virtud a la que Heras-Casado suma una simpat¨ªa y un entusiasmo contagiosos. Nada m¨¢s pisar el escenario, el director granadino explic¨® al p¨²blico, combinando el catal¨¢n y el castellano, un cambio que mejoraba el programa: suprimi¨® una pieza para voz sola y en su lugar se interpretaron, insertadas en un Credo, tres de las piezas programadas -Crucifixus, Et Resurrexit y Et Iterum-, creando con esta novedosa arquitectura un episodio de intensa unidad espiritual.
El coro y el conjunto con instrumentos de ¨¦poca Balthasar-Neumann, fundados por Thomas Hengelrock se mueven en otra galaxia de calidad y transparencia sonora. La t¨¦cnica, la homogeneidad y el sentido del color de sus 16 voces, que asumieron partes solistas con nota alta, dieron alas a unas versiones de luminosa intensidad. Tambi¨¦n en el plano instrumental se disfrutaron detalles de encantador efecto, con especial lucimiento del cuarteto de trombones y los dos maestros de cornetto.
Cabe hablar de fantas¨ªa en la paleta de colores, de finura y encanto virtuoso en el trabajo de Heras-Casado, que tiene esa rara capacidad de transmitir con aparente sencillez lo que esconde muchas horas de estudio, ensayo y fantas¨ªa interpretativa. Dur¨® el concierto una hora y media que pas¨® volando, pues en cada pieza, afloraban instantes de suprema belleza, desde el Dixit Dominum secondo que abri¨® la velada, hasta el majestuoso Magnificat final, pasando por joyas como el Salve Regina II, en el que las dos sopranos solistas estuvieron radiantes.
Lecci¨®n de estilo, y tambi¨¦n de virtuosismo al servicio de la expresi¨®n musical, en unas versiones que subrayaron con mil detalles la eterna modernidad de Monteverdi, quien, siendo un cl¨¢sico para nosotros, milit¨® durante toda su vida en la vanguardia, experimentado estilos y g¨¦neros diversos con esp¨ªritu renovador.
Tras los conciertos del jueves en Barcelona y el viernes en Girona, el programa, concebido como homenaje a Monteverdi en el 450 aniversario de su nacimiento, llegar¨¢ este domingo a la Sala Sinf¨®nica del Auditorio Nacional de M¨²sica de Madrid, organizado por el Centro Nacional de Difusi¨®n Musical (CNDM).
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