La hora del cuarteto

El cuarteto de cuerda es uno de esos conjuntos que siempre han ido aparejados al ambiente de los salones con ventanales cubiertos de ostentosos cortinajes y mitol¨®gicas pinturas en sus techos. Entre copas de vino y miradas galantes, la m¨²sica flu¨ªa como un agitador de la vida social. Siempre ah¨ª, como un invitado m¨¢s.

Pero lleg¨® la Ilustraci¨®n y se afianz¨® esa nueva clase que pretend¨ªa ser el eje de la vida: la burgues¨ªa. Y en torno a esa clase y a su nueva forma de entender el mundo, la m¨²sica instrumental, tan relegada, vivi¨® su momento ¨¢lgido. Sinfon¨ªa y cuarteto compart¨ªan las luces y las sombras de una nueva Europa, de un cambio de paradigma hacia una est¨¦tica diferente. La sinfon¨ªa sali¨® del palacio y fue llevada al teatro o a la sala de conciertos. Ahora cualquiera que pagara una entrada pod¨ªa acceder a la ¡°gran m¨²sica¡±. El cuarteto, por su parte, se asent¨® en las estancias privadas de los burgueses, pero al estar alejado del p¨²blico masivo, sirvi¨® como laboratorio de una nueva m¨²sica, que luego se implantar¨ªa revestida de espect¨¢culo en el seno de las sinf¨®nicas.

La Fundaci¨®n Juan March explora esos cuartetos grandiosos en los que con cuatro instrumentistas se agitaban las tendencias y las mentes, con un ciclo en el que se rinden honores a los cuartetos sinf¨®nicos, esos que encierran la complejidad y rebeld¨ªa de la sinfon¨ªa. No son sinfon¨ªas, son cuartetos: eso ha de quedar claro para el que vaya a escuchar este mi¨¦rcoles la propuesta del Cuarteto Armida. Cuartetos con la suficiente entidad y la originalidad valiente de explorar lo nuevo desde una forma a cuatro arcos. En esta ocasi¨®n se ver¨¢n las caras sobre el escenario la grandeza noble de Haydn, la revoluci¨®n folcl¨®rica y rompedora de Janacek y la apuesta soberbia y suntuosa de Schubert, que se balancea osado sobre la forma para rozar los l¨ªmites de la sinfon¨ªa.