Estriptis emocional
El debut en solitario del l¨ªder de Standstill, ante un Teatro Lara abarrotado, fue bello y valiente
Tenemos en Enric Montefusco a un librepensador como pocos en la m¨²sica popular espa?ola. Un hombre vulnerable con arrestos para replante¨¢rselo todo. Un tipo locuaz y jocoso, pese a todo; a veces casi monologuista. Y un prosista extraordinario, quiz¨¢ el m¨¢s habilidoso en el gremio, junto a Nacho Vegas, a la hora de afilar el l¨¢piz. Exist¨ªan pruebas abundantes en sus canciones con Standstill, donde anidaban conflictos que jam¨¢s invitaron a la indiferencia, pero acabamos de refrendarlo el 1 de enero con un mensaje a trav¨¦s de las redes. Ah¨ªto de tanta melaza, Montefusco tecle¨® (entre docenas de frases): ¡°Por un a?o sin una cultura inofensiva, residual y concebida solo para las clases pudientes¡±.
Meridiana, su debut solista, se ajusta cual guante a la pr¨¦dica del autor y constituye un salto al vac¨ªo de las insatisfacciones y los demonios internos, con Uno de nosotros elev¨¢ndose como saeta cumbre. Tambi¨¦n un paseo por la patria de la infancia y el contraste con ¡°tocar fondo¡±. El Lara se qued¨® ayer canijo ante este inc¨®modo estriptis emocional, maremoto de lirismo en las ant¨ªpodas de la autocomplacencia. Enric puede recordar a unos M¨®dulos folkies (le escoltan viol¨ªn y acorde¨®n), pero acaso comparta ahora directrices con compa?eros de generaci¨®n, cual complemento intelectual de Pachi Garc¨ªa o Elefantes. A¨²n mejor: tambi¨¦n azuza una iron¨ªa tierna que no escuch¨¢bamos desde Vainica Doble. F¨ªjense, por ejemplo, en Flauta man y sus delirantes asociaciones de ideas escolares.
Montefusco estuvo plet¨®rico, tan dispuesto a enarbolar la primera persona como para incluir hasta reiteradas instrucciones al t¨¦cnico de luces. Y s¨ª, tambi¨¦n hizo alguna escala en Standstill (?Por qu¨¦ me llamas a estas horas?), para que la felicidad fuera completa. El ep¨ªlogo, dos temas sin amplificaci¨®n en el recibidor del teatro, quiz¨¢ fuera una buena idea, pero no apta para claustrof¨®bicos. Una preciosidad como Obra maestra habr¨ªa merecido un trato mejor que ese.
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