Espiral de intensidad
El tr¨ªo madrile?o afianza su arrollador sonido atormentado con el estreno en directo de ¡®Muerdesombra¡¯
¡°Gracias por apoyar la m¨²sica sincera e inquieta¡±, anuncia una voz femenina mientras los tres integrantes de Havalina se dirigen a sus puestos en el escenario del Ochoymedio. La definici¨®n es precisa y merecida, pero, proviniendo de los propios interesados, tambi¨¦n autocomplaciente. Manuel Cabezal¨ª y sus compinches habr¨¢n pensado que a estas alturas no pasa nada por sacar pecho. Y m¨¢s si lo que se dirim¨ªa este viernes era el estreno absoluto en el foro de Muerdesombra, la reci¨¦n nacida novena criatura de la banda y, seguramente, una de las m¨¢s altas cotas en su prolongada espiral de intensidad.
La voz del pr¨®logo tambi¨¦n hac¨ªa sutil menci¨®n a la importancia del silencio, un valor exiguo y codiciado en las salas madrile?as al que los tres oficiantes se hacen merecedores. Muchos de los 700 asistentes les dedicaron una atenci¨®n absorta, expectante, casi ojipl¨¢tica. La m¨²sica torturada de Cabezal¨ª, siempre entre Smashing Pumpkins, The Cure o Rage Against the Machine, as¨ª lo demanda. Tanto como el inquietante emblema del nuevo ¨¢lbum, una especie de champi?¨®n sim¨¦trico que tambi¨¦n puede ser, claro, una explosi¨®n at¨®mica.
De entre los nuevos t¨ªtulos, M¨¢s velocidad redobla la apuesta col¨¦rica y Alta tormenta se distribuye en dos movimientos para que a los m¨²sicos les cundan m¨¢s sus digresiones planeantes. Pero la principal novedad radica en la sutil y evocadora irrupci¨®n de sintetizadores, una reformulaci¨®n que puede recordar a la puesta en marcha por Nudozurdo, otro tr¨ªo ilustre y con un jefe de filas abonado al tormento interior. Hasta esa adici¨®n de palabras del t¨ªtulo, Muerdesombra, parece acrecentar el hermanamiento.
En cuanto al repertorio consolidado, D¨®nde apunta a las ramificaciones m¨¢s asilvestradas de Muse y el tramo final (Sue?os de esquimal, Desierto), con la incorporaci¨®n de Ignacio Celma como segundo guitarrista, se convierte en una apabullante inyecci¨®n de rabia. Incluso hay un estupendo tema conclusivo en el disco y sobre el escenario, Tr¨®pico fantasma, que podr¨ªa entroncar en esp¨ªritu con Una sonata fantasma, de Vetusta Morla. A Havalina solo parece lastrarles su incapacidad para acariciar algo parecido a un ¨¦xito y para echar el freno a tiempo en algunos t¨ªtulos (Incursiones, Malditos mam¨ªferos) que podr¨ªan aproximarse a ello. Puede que les d¨¦ exactamente igual. La sinceridad y la inquietud son, en efecto, virtudes escasas y muy ¨ªntimas.
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