El don de Luis Izquierdo
Caleidosc¨®pico y sentido homenaje de la UB al poeta y catedr¨¢tico
Algo muy grande ha de ocurrir hoy en un aula universitaria de m¨¢s de 100 sillas para que est¨¦ a rebosar, con gente en los pasillos, y entre los alumnos, el expresident Maragall, su hermano Ernest, rectores (Josep Maria Bricall) y muchos catedr¨¢ticos (Alberto Blecua), fil¨®sofos (Xavier Rubert de Vent¨®s), poetas (Ram¨®n Andr¨¦s), editores (Valeria Bergalli) e infinitos compa?eros, todos amigos. ?l los miraba a todos desde dos pantallas que flanqueaban la pizarra: ahora desde la barandilla del Patio de Letras, ahora pipa en ristre, ahora con Jos¨¦ Mar¨ªa Valverde... Y siempre ese flequillo d¨ªscolo que llev¨® siempre el catedr¨¢tico y poeta Luis Izquierdo, a quien la Universidad de Barcelona homenaje¨® ayer tras su muerte el pasado octubre.
Obligados a construir su ausencia, un culto y emotivo caleidoscopio de recuerdos de colegas fue componiendo el retrato. ¡°Cien azotes aut¨¦nticos, no como los de Sancho¡± estaba dispuesta aceptar la catedr¨¢tica Rosa Navarro, que comparti¨® despacho con Izquierdo, para verle de nuevo doblar la esquina o para que volviera a ¡°ense?ar senderos para entrar en los libros¡±, como dijo que hizo con ella (un Juli¨¢n Ayesta, por ejemplo) y con sus alumnos. Dio fe de ello Marisa Sotelo, encarnaci¨®n de ese ¡°Llegar al fin es dar con el principio¡± que escribi¨® el poeta y profesor: la hoy directora del Departamento de Filolog¨ªa Hisp¨¢nica antes fue su alumna (El simbolismo y los Machado), ¡°nunca impartiendo el programa establecido, apuntes escasos, alguna ficha, libros anotados, saltos inesperados¡±, recordaba. Tambi¨¦n sobre eso versific¨®: ¡°Todo lo que escribimos ya ha ocurrido¡±.
La profesora Ana Rodr¨ªguez Fischer recurri¨® al amigo que se transparentaba en sus ¡°imprevisibles, irregulares en el tiempo¡± cartas, versos en prosa, pensamiento certero: ¡°La belleza siempre debe adivinarse¡±, cit¨®; o el final de otra, premonitoria hoy: ¡°Seguir y obviar el descarrilamiento general¡±.
¡°Sonaba el tel¨¦fono a las nueve de la ma?ana; solo pod¨ªa ser Luis. ¡®?Has visto ya Sin perd¨®n?¡¯¡±, le soltaba a su colega universitaria Mar¨ªa Jos¨¦ S¨¢nchez Cascado, con quien hablaba de pel¨ªculas. ¡°El cine y yo nos retroproyectamos¡±, le confes¨®. Y entre V¨¦rtigo, cualquier Berlanga o el documental Searching for Sugar man, coincid¨ªan con que Rouco Varela deb¨ªa haber sido el malvado abad de El nombre de la rosa ¡°porque no requer¨ªa maquillaje¡±.
De todo el duro episodio dels Fets del Paranimf (1957), en la memoria del catedr¨¢tico Joaquim Marco queda la imagen de la aparici¨®n de sus padres en el compartimento del tren que le llevar¨ªa a Carabanchel 8 meses, llevados all¨ª por las misteriosas gestiones de Izquierdo y su esposa Ana, ayer presente con sus tres hijos, Toni, Miquel y Pol. Marco, ¡°la amistad con Luis m¨¢s antigua de esta aula, anterior incluso a la que ser¨ªa la de su esposa, cuando se conocieron en el cercano Pati de Lletres¡±, facilit¨® la entrada en la facultad como profesor a ese hombre ¡°brillante, c¨ªnico, ir¨®nico, a veces malvado, eficaz, sencillo, socialista cr¨ªtico, cat¨®lico cr¨ªtico y siempre cr¨ªtico; ese ha de ser su legado¡±.
A pesar de que la primera vez que se conocieron Izquierdo le confundi¨® con un veintea?ero cantante de caramelles, el catedr¨¢tico Jordi Llovet admiti¨® que su pasi¨®n por Kafka se la deb¨ªa a ¨¦l, que fue quien sugiri¨® su nombre a su amigo Pere Quart para que tradujera al catal¨¢n La transformaci¨®. Tambi¨¦n record¨® Llovet la pasi¨®n viajera de quien, perdido de muy joven el suyo, encontr¨® un padre en Jordi Maragall, progenitor de los pol¨ªticos.
Los alumnos hacen grande al maestro. Andreu Jaume, uno de ellos, acab¨® siendo su editor. Y lo ley¨®. Este don: ¡°Seguir, / y nada m¨¢s. Es este el don. / Es lo que queda¡±. Queda Luis Izquierdo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.