El detalle como placer literario
El escritor franc¨¦s Jean Echenoz presenta en Kosmopolis ¡®Enviada especial¡¯
¡°?Puede mostrarme d¨®nde lo ha visto?¡±, inquiere poni¨¦ndose las gafas Jean Echenoz para constatar si, en su flaubertiano af¨¢n de detallismo, puede llegar a encadenar entre cuatro y ocho adjetivos consecutivos. ¡°Pues, no sabe los que quito; no me hab¨ªa dado cuenta¡¡±, comenta ante una de las p¨¢ginas de Enviada especial (Anagrama; Raig Verd, en catal¨¢n), su 15? novela, pura ficci¨®n tras el espectacular friso ficcional, pero de corte biogr¨¢fico e hist¨®rico, que han significado los celebrados Ravel (sobre el m¨²sico), Correr (Emil Zatopek), Rel¨¢mpago (Nikola Tesla) y 14 (la Gran Guerra).
Hay que creerse relativamente el despiste del premio Europa o Goncourt, invitado de post¨ªn del noveno festival literario Kosmopolis que se celebra estos d¨ªas en el Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona. Porque, por ejemplo, la canci¨®n que ha hecho popular a la artista protagonista de Enviada especial, Constance, secuestrada misteriosamente para ser convertida en una no menos misteriosa esp¨ªa para el gobierno franc¨¦s en Corea del Norte, es exactamente la misma canci¨®n que se interpreta en su novela Rubias peligrosas, de hace 22 a?os. ¡°Me gusta tender peque?¨ªsimos puentes entre mis libros; esa es la ¨²nica canci¨®n que he escrito y que nadie nunca ha escuchado¡±, dice. ?Hay alg¨²n hilo desde el que reseguir toda su obra o que la una? ¡°Tengo un libro imaginario en la mente que no escribir¨¦ jam¨¢s y del que no s¨¦ nada; mis obras son apenas peque?as muestras de ¨¦l¡±.
Un ¡°no¡± de entrada, alg¨²n casi imperceptible bufido de cansancio y luego cierta concesi¨®n conforman, am¨¦n de la brevedad, el marco de las respuestas de Echenoz (Orange, 1947), al que le cuesta reconocer que en esta novela las relaciones humanas parecen no tener demasiada importancia y nadie sabe a ciencia cierta el sentido de lo que hace o siente. ¡°He intentado, como siempre, construir un mecanismo libresco donde todos juegan un rol, pero aprovechando la organizaci¨®n novelesca del g¨¦nero policiaco, de esp¨ªas, que no parodio¡±, avisa, aunque ya hab¨ªa jugado con ¨¦l en Cherokee o en Lago. ¡°Tuvo una gran presencia en mi vida en los a?os 60 y 70, me parec¨ªa que sus estructuras eran una salida posible a la entonces agotada f¨®rmula de la novela tradicional; Enviada especial es, sin embargo, una comedia, m¨¢s que otros libros m¨ªos¡ S¨ª, se acerca m¨¢s a las pel¨ªculas de la Pantera Rosa de Blake Edwards que al mundo de las sombras de Le Carr¨¦¡±.
La referencia cinematogr¨¢fica no es gratuita en Echenoz. ¡°Me interesa transponer su gram¨¢tica a la novela: el punto de vista de la c¨¢mara, el ritmo, el montaje, los planos-secuencia¡±. Y ah¨ª el rey es Hitchcock, que tiene una pel¨ªcula casi con el mismo t¨ªtulo de su novela, Enviado especial: ¡°Confieso que le copi¨¦ una imagen, la de las aspas de un molino girando al rev¨¦s¡±. En el fondo, la cultura anglosajona no le es ajena, especialmente la norteamericana: ah¨ª est¨¢ el jazz (Cherokee), Richard Widmarck (Rel¨¢mpagos), Faulkner asomando entre las frases (Ravel)¡ ¡°El jazz es mi m¨²sica formativa, como tuvo una importancia vital la literatura norteamericana, de la que separamos absurdamente la negra de Hammet o Chandler, de la blanca de Faulkner o Hemingway¡±. ?Improntas que marcaron su generaci¨®n? ¡°No sabr¨ªa decirlo, yo me constru¨ª bastante a m¨ª mismo¡±.
Sostiene el autor de Me voy que la adjetivaci¨®n es su manera de lograr ¡°el efecto de desglose del campo visual de una c¨¢mara; una descripci¨®n, para que sea eficaz y completa, debe ser minuciosa y, adem¨¢s, conlleva un aspecto po¨¦tico: implica convocar el efecto po¨¦tico a una novela¡±. Echenoz llega al detalle del n¨²mero de una calle o la marca y el modelo de un bol¨ªgrafo o un coche¡ ¡°Para escribir necesito im¨¢genes muy precisas, por eso cojo muchos puntos de referencia y tomo fotograf¨ªas de los sitios sobre los que quiero hablar; lo de las marcas tambi¨¦n definen un personaje, me funcionan siempre como indicador sociol¨®gico; tambi¨¦n es una neurosis personal¡±.
Algo de eso destila la minuciosa descripci¨®n que hace de Corea del Norte: ¡°Me he le¨ªdo todos los libros que he podido y durante dos a?os me suscrib¨ª a boletines de noticias de all¨ª¡±. Y es que el pa¨ªs asi¨¢tico se le antoja ¡°horrorosamente singular, terriblemente real y terriblemente imaginario a la vez: representa el horror pol¨ªtico, si bien bajo un manto de objeto misterioso, fuera del tiempo y del mundo, pero a su vez es el tiempo y el mundo; es la encarnaci¨®n contempor¨¢nea del mal, con sus sabotjaes inform¨¢ticos y sus misiles, pura provocaci¨®n¡±.
M¨¢s desinhibido que nunca (¡°desde principios de los a?os 90 me he dado mayor libertad para jugar con la narraci¨®n, aunque quiz¨¢ escribo hoy con menos rabia¡±), contrasta el divertimento que propone Enviada especial ante la m¨¢s oscura y melanc¨®lica 14: ¡°Llevo casi 40 a?os escribiendo y hace unos 10 me sent¨ª inc¨®modo con la ficci¨®n, ten¨ªa la sensaci¨®n de estar seco ante la construcci¨®n novelesca, de que me repet¨ªa y me introduje en los andamiajes basados en vidas reales; cuando me ha vuelto a parecer f¨¢cil, me he salido de ello¡±. ?Moraleja de esa experiencia y de los personajes? ¡°Despu¨¦s vi que ten¨ªan puntos en com¨²n: son seres solitarios que han acabado cayendo, inventores de algo que les acab¨® robando la vida¡±, dice con un hilo m¨¢s tenue de voz si cabe, quiz¨¢ temiendo que no le ocurra a ¨¦l.
Esc¨¦ptico con el boom narrativo franc¨¦s simbolizado en los nobeles Le Cl¨¦zio y Modiano (¡°regularmente como una ola, cada 30 a?os, se dice que la novela est¨¢ en muerte ps¨ªquica, como cuando yo debut¨¦ en los 70; Modiano siempre fue singular¡±), Echenoz admite que no sabe cu¨¢l es la pulsi¨®n de su escritura, pero s¨ª su objetivo: ¡°Quiero compartir sensaciones y reivindicar el placer f¨ªsico de leer; escribir no es solo transmitir una historia o un punto de vista; para provocar eso har¨ªa ensayo; producir placer me provoca placer¡±. Y lo hace a partir del m¨¢s m¨ªnimo detalle.
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