Una divertida mirada al ayer de la m¨²sica negra
Bruno Mars reivindica su clasicismo en un concierto atronador
Una joven g¨®tica, vestida m¨¢s negra que un cuervo y una ni?a feliz como en el d¨ªa de su cumplea?os junto a un se?or que s¨®lo celebra su aniversario porque ha llegado uno m¨¢s, por suerte. Y una chavala que tiene su h¨¢bitat en las discotecas junto a un mozo con m¨²sculos propios de portero de discoteca, y una madura y un maduro luciendo dinamismo¡..todos ellos gritaron, brincaron, aplaudieron sinti¨¦ndose felices cuando el tel¨®n que velaba el escenario dej¨® a Bruno Mars frente a ellos, acompa?ado por sus m¨²sicos. El Palau Sant Jordi, 18.000 personas, lleno, atron¨®. Sonaba Finesse, y aquello era un estr¨¦pito. S¨ª, el vecino de enfrente, Bruno, atav¨ªo deportivo, gorra blanca, pinta de tipo corriente, comenzaba tambi¨¦n a brincar.
Y en estas tierras tiene tir¨®n la m¨²sica negra, m¨¢s a¨²n si se formula en clave cl¨¢sica, sin revueltas, sin una producci¨®n sonora arriesgada, explicada f¨¢cil, con alma pop, a la forma de Bruno Mars. Funk a todo trapo, los matices eran martillazos, pero nadie se quejaba y todo el recinto, todo, s¨ª, hasta el ¨²ltimo rinc¨®n, bailaba pose¨ªdo por la negritud de una pieza como 24K Magic o por ese trallazo que remite a Kool & The Gang que responde por Treasure. Cuando acab¨®, un silencio traidor descomprimi¨® los o¨ªdos recordando que estaban siendo sometidos a una presi¨®n propia de submarinista osado. Luego lleg¨® ¡°Perm¡± y por mucho que se quisiese hablar se impon¨ªa el gesto. ?Y qu¨¦ cosa m¨¢s tierna que ver a una cr¨ªa brill¨¢ndole los ojos al ver a sus padres bailando como los chavales que fueron?
Para que todo se viese bien clarito el escenario era di¨¢fano, tanto que parec¨ªa incluso mayor de lo que era. Un cuadril¨¢tero encintando con luces por el que deambulaba Bruno y su banda de ocho m¨²sicos, tres de ellos coristas y metales ¨Csonaba tanto viento que se intuy¨® hab¨ªa otra secci¨®n de metales digital-. La idea transmitida era de pandilla de barrio pas¨¢ndoselo en grande, como contaba un miembro del equipo de seguridad que hab¨ªa visto a Bruno en las tripas del Sant Jordi, cantando despreocupado y bailando antes del concierto como si ya estuviese en escena, ¡°parec¨ªa feliz¡± contaba el testigo. Esa felicidad se vio multiplicada ya en escena, ante la multitud, que quiz¨¢s tambi¨¦n notaba que Bruno no tiene aires de divo, pese a que canta, compone, toca instrumentos, es joven y, a tenor de las reacciones, muy guapo.
Y canta baladones, s¨ª, de esos que ablandar¨ªan al m¨¢s recalcitrante de los mis¨¢ntropos. S¨ª, un poquillo cursis, Calling All My Lovelies es de alm¨ªbar, pero luego volv¨ªa el funky y los dedos chasqueaban aut¨®nomos hasta que el p¨²blico se sent¨ªa negro, y cre¨ªa formar parte del show que le imprim¨ªa la letra de Chunky en el frontal de unos bloques que emerg¨ªan del escenario. Eso si pod¨ªa pensar, pues el show estaba planteado de forma que apenas hab¨ªa espacio para ?reflexionar?, ?a qui¨¦n se le ocurrir¨ªa hacerlo?, ni tan siquiera en That¡¯s What I Like, formalmente un medio tiempo. Atropellado por ritmo y sonido, el cerebro s¨®lo disfrutaba.
Era casi la mitad del concierto, y Bruno sembr¨® all¨ª alg¨²n medio tiempo con regusto soul, con esas voces de iglesia haciendo coros nada espirituales, plena carnalidad en Straight Up & Down, para dar paso a otra dosis de az¨²car con la introducci¨®n de Versace on the floor, momento de encender el m¨®vil y llenar el Sant Jordi entero de puntitos blancos que acompa?aban a la voz de Bruno poni¨¦ndose tierno. S¨ª, era el momento de bajar el pist¨®n, pero no tanto como para que el personal se adormeciese, enfrascado como estaba en cogerse de la mano, mirarse con ternura o demostrarles a los hijos peque?os que los pap¨¢s a¨²n se quieren.
El concierto ya hab¨ªa alcanzado la velocidad de crucero y las canciones fueron cayendo como granizo en un tejado de uralita. Un final apote¨®sico cerr¨® la noche con alguna que otra balada por medio, pero eso es lo cl¨¢sico en los artistas cl¨¢sicos como Bruno, estrella de hoy que nos remite divertidamente al ayer de la m¨²sica negra con lentejuela pop.
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