Cuando los madrile?os cazaban elefantes
El Museo de San Isidro reabre sus puertas, tras siete a?os de cierre, con nuevas salas que abarcan desde el Neol¨ªtico hasta que la ciudad se convirti¨® en Corte
En Madrid ahora hay alba?iles, profesionales liberales, pol¨ªticos y cada vez m¨¢s turistas. No siempre fue as¨ª: hubo otra ¨¦poca en la que aqu¨ª, en vez de haber una jungla de asfalto, hab¨ªa mastodontes, elefantes o rinocerontes que campaban a sus anchas. Eran otro tipo de madrile?os, probablemente m¨¢s asilvestrados.
A contar qu¨¦ hab¨ªa antes de la ciudad y c¨®mo se cre¨® la urbe se dedica el Museo de San Isidro, o de los Or¨ªgenes de Madrid. Desde el a?o 2000 es la instituci¨®n encargada de velar por el patrimonio arqueol¨®gico y paleontol¨®gico del Ayuntamiento de la capital. Su contenido se remonta 500.000 a?os atr¨¢s (ocupa m¨¢s de 600 metros cuadrados) y relata lo que pas¨® en estas tierras hasta que, en tiempos de Felipe II, la capital se convirti¨® en Corte. A partir de ah¨ª, el relato salta a otro lugar, al museo de Historia de Madrid (Fuencarral, 78). Visitando ambos, uno puede completar la traves¨ªa que la capital ha realizado a trav¨¦s del tiempo. El museo de San Isidro ¡ªla tradici¨®n dice que aqu¨ª vivi¨® el santo, al servicio de la familia Vargas¡ª, en la plaza de San Andr¨¦s n¨²mero 2, complet¨® esta semana su proceso de remodelaci¨®n, que ha durado siete a?os. Se abren seis nuevas salas que abarcan desde el Neol¨ªtico hasta 1561, a?o de llegada de la Corte.
La visita transcurre en una agradable penumbra con una cuidada iluminaci¨®n que resalta lo importante, y se acompa?a de diferentes paneles y aplicaciones tecnol¨®gicas que explican las piezas. ¡°Los museos est¨¢n tirando de las nuevas tecnolog¨ªas, que ofrecen grandes posibilidades¡±, dice Eduardo Salas, el director. ¡°Mientras que en los museos de arte las piezas hablan por s¨ª mismas, en los de arqueolog¨ªa eso es m¨¢s dif¨ªcil. Aunque haya piezas preciosas y valios¨ªsimas, la exposici¨®n puede resultar ¨¢rida y necesitar explicaci¨®n¡±.
Almac¨¦n visitable
Entre las otras atracciones del centro, adem¨¢s de la visita principal, est¨¢n el almac¨¦n visitable, para los que se queden con ganas de m¨¢s, el patio renacentista y el jard¨ªn arqueobot¨¢nico, ideales para relajarse tomando el fresco, o las salas dedicadas a la figura de san Isidro y sus milagros. Aqu¨ª se encuentra el pozo en el que, dice la leyenda, el santo obr¨® uno de sus prodigios: salvar a su hijo de morir ahogado al hacer subir las aguas hasta la altura del brocal.
El enorme cr¨¢neo de paquidermo que se ve en una de las primeras salas, desde luego, no resulta ¨¢rido. Por aqu¨ª le llaman el Elefante de Orcasitas, muy castizo, porque fue hallado en 1959, durante la construcci¨®n de ese barrio, y su hallazgo est¨¢ prolijamente documentado mediante fotos. El bicho (se conservan sus impactantes colmillos) llevaba ah¨ª desde el Pleistoceno Medio (unos 200.000 a?os).
Elefantes aparte, los humanos llegaron a la zona, desde ?frica, hace unos 400.000 a?os, miembros de la especie homo heidelbergensis. Y se distribuyeron por todo el territorio. ¡°Madrid est¨¢ lleno de yacimientos arqueol¨®gicos de todas las ¨¦pocas¡±, dice Salas, ¡°aunque se concentran sobre todo cerca de r¨ªos y arroyos¡±. Algunas de las zonas m¨¢s fecundas son los m¨¢rgenes del Manzanares o del Jarama, Barajas, Getafe o Legan¨¦s. Adem¨¢s, desde 1985 es obligatorio por ley intervenir all¨ª donde se piensa que hay yacimientos, y buscar restos en cualquier obra que se haga en el subsuelo de la ciudad. En su d¨ªa fue competencia del Ayuntamiento, hoy lo es de la Comunidad de Madrid.
Los carpetanos
La primera cultura propiamente dicha fue la de los carpetanos, de raigambre celt¨ªbera, que dejaron para este museo hermosos vasos campaniformes ornamentados o brazaletes de oro (como el hallado en La Torrecilla, Getafe, del 1200-800 antes de Cristo). Cuando llegaron los romanos tuvieron que guerrear con los carpetanos y testimonio de su asentamiento son los trabajados mosaicos como el que se encontr¨® en la finca carabanchelera de Eugenia de Montijo, en el siglo XIX (entonces Carabanchel era un lugar de recreo para los adinerados, no un barrio obrero). ¡°Con los romanos estas tierras se convirtieron en cruce de v¨ªas y se form¨® la primera ciudad, Alcal¨¢ de Henares, entonces Complutum¡±, dice Salas. Madrid form¨® parte de la Hispania Citerior y luego de la Tarraconense. Con la ca¨ªda del imperio, llegaron los visigodos, cuyas espadas y lanzas (del siglo VI) ¡ªhalladas en Daganzo y nada comunes¡ª se pueden ver en el museo. La poblaci¨®n viv¨ªa dispersa en peque?as aldeas por todo el territorio; tras Roma se volvi¨® al mundo rural.
As¨ª que Madrid como ciudad no existi¨® hasta la llegada de los ¨¢rabes que, donde ahora est¨¢ la catedral de La Almudena, fundaron una ciudad fronteriza y fortificada llamada Mayrit, nombre precursor del actual. ¡°Esta era una zona importante en la llamada Marca Media, en la frontera con los reinos cristianos¡±, explica el director. ¡°Mayrit naci¨® como una ciudad fortaleza para defender Toledo, ciudad con la que siempre tuvo fuerte vinculaci¨®n¡±. En 1085, Alfonso VI y el rey de Toledo, Yahia Al-Qadir, firman un pacto en virtud del cual la ciudad pasa al reino de Castilla.
A partir de ah¨ª la ciudad fue creciendo, tuvo privilegios reales, fuero propio y lleg¨® a ser una de las siete ciudades con voz y voto en las Cortes de Castilla. Ya por el siglo XIV hab¨ªa una incipiente trama de linajes poderosos que recib¨ªan privilegios del rey a cambio de comandar la milicia: los Vargas, Arias, Zapata, Lujanes, Mendoza o Vozmediano. En una detallada maqueta se aprecia el crecimiento de la muralla ¨¢rabe, la muralla cristiana y las diferentes cercas que tuvo la urbe hasta el reinado de Felipe IV. Parte de estas construcciones fueron la Puerta de Toledo, la Puerta de Alcal¨¢ o la Puerta del Sol. En esta parte del recorrido, un videomapping recrea el claustro medieval de los Jer¨®nimos, fundado en 1461.
Luego, con Felipe II lleg¨® la Corte. Lo curioso es que, si Madrid naci¨® al servicio de Toledo, siglos despu¨¦s se llevar¨¢ el gato al agua de la capitalidad de Espa?a. ¡°Felipe II puso la Corte en Madrid por muchos motivos¡±, dice Salas, ¡°pero uno fue evitar Toledo, donde estaba el centro de poder religioso y aristocr¨¢tico. En Madrid, una ciudad m¨¢s discreta y mediana, tendr¨ªa menos interferencias¡±.
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