Entre dos concordias
Tanto hoy como en los a?os treinta tiene vigencia no olvidar que en pol¨ªtica solo la ¨¦tica de la responsabilidad es posible si se quiere mantener la paz civil
Tal vez alg¨²n d¨ªa un buen historiador intente un nuevo ejercicio de historia contrafactual. ?Qu¨¦ hubiese pasado si no hubiese aparecido Acci¨® Catalana como escisi¨®n infructuosa de la Lliga de Camb¨®? Cuando Francesc Camb¨® publica Per la conc¨°rdia, Jaume Bofill i Mates ¡ªfigura fundamental de Acci¨® Catalana¡ª responde con L¡¯altra conc¨°rdia. Se deduc¨ªa el efecto que hab¨ªa tenido la escisi¨®n de Acci¨® Catalana desgaj¨¢ndose de la Lliga hasta formularse como nuevo partido cuyo rumbo, a partir de la escisi¨®n, fue confuso, tanto que algunos de los l¨ªderes del nuevo partido acabaron por regresar a la casa madre. Entretanto, se hab¨ªa producido m¨¢s deterioro general y la aceleraci¨®n de los acontecimientos llevaba a un panorama de radicalizaci¨®n. Bofill i Mates ¡ªel gran poeta Guerau de Liost¡ª fue uno de los que regresaron a la Lliga. Tensiones y rupturas previas est¨¢n razonadas tanto en Per la conc¨°rdia como en L¡¯altra conc¨°rdia. Eran algunos de los dilemas permanentes del catalanismo hist¨®rico y que han reaparecido ¡ªaunque con otro estilo y en un tono de menor calidad¡ª cuando Artur Mas dio el salto secesionista con consecuencias desastrosas para CiU, tanto en el parlamento auton¨®mico como perdiendo peso en el hemiciclo de la Carrera de San Jer¨®nimo.
Esa ha sido la aportaci¨®n de Artur Mas, quien, seg¨²n todos los indicios, no puede compararse ni a Camb¨® ni a Bofill i Mates. No est¨¢ de m¨¢s recordar a Max Weber cuando dec¨ªa que la pasi¨®n no convierte a un hombre en pol¨ªtico si no est¨¢ al servicio de una causa y no hace de la responsabilidad con esa causa la estrella que oriente su acci¨®n, y para eso se necesita ¡ªy ¨¦sta es la cualidad psicol¨®gica decisiva para el pol¨ªtico¡ª mesura, capacidad para dejar que la realidad act¨²e sobre uno sin perder ni el recogimiento ni la tranquilidad, es decir, para guardar distancia con los hombres y las cosas. Seg¨²n Weber, el ¡°no saber guardar distancia¡± es uno de los pecados mortales de todo pol¨ªtico. En efecto, la pol¨ªtica del secesionismo ha consistido en no saber ni querer guardar distancia, porque lo que contaba era pisar el acelerador a fondo y generar un crescendo que ha resultado enga?oso.
En 1929, como contraposici¨®n dial¨¦ctica, Camb¨® segu¨ªa diciendo que no era factible la independencia. Prefer¨ªa el gran pacto ib¨¦rico, oportunidad perdida y ya olvidada. Al mismo tiempo, daba por supuesto que aquella concordia con Espa?a era mucho m¨¢s factible con la monarqu¨ªa. Bofill i Mates, con matices, no reniega de la opci¨®n secesionista y solo ve futuro en el r¨¦gimen republicano. En el fondo, maximalismo contra posibilismo, todo o nada frente a la pol¨ªtica como arte de lo posible. Casi noventa a?os despu¨¦s, es como si la pol¨ªtica catalana hubiese regresado al pasado en lugar de concebir un futuro. Con precedentes de esta naturaleza, en el poscl¨ªmax del proceso secesionista el oficialismo independentista prosigue con proclamaciones al uso mientras en el tablero de mando todas las luces rojas parpadean. Las causas son m¨²ltiples y a menudo divergentes aunque, en el fondo, lo determinante ha sido prometer lo que no se puede hacer ni por ley ni por falta de consenso social. El ep¨ªlogo de esa frustraci¨®n necesita de un modus vivendi m¨¢s contractual si es que buscamos la credibilidad de lo p¨²blico, un sentido de la responsabilidad que oponga un m¨ªnimo de resistencia al populismo. Seguir¨¢ siendo una fase regresiva si se persiste en la pol¨ªtica del absoluto frente a la pol¨ªtica de la responsabilidad. El secesionismo ha practicado el equ¨ªvoco excesivamente, frente a la pol¨ªtica que se nutre de las tensiones entre lo real y lo ideal, de prueba y error, entre individuo y comunidad, entre la ambici¨®n y el bien p¨²blico.
Tanto hoy como en los a?os treinta de siglo pasado, tiene vigencia ¡ªpara seguir con Weber¡ª no olvidar que en pol¨ªtica solo la ¨¦tica de la responsabilidad es posible si se quiere mantener la paz civil: ¡°Considerando el conflicto que abordamos, ?c¨®mo puede resolverlos de una manera que haga correr los menos riesgos internos y externos a las personas implicadas?¡±. Con todo lo ocurrido desde 2008 hasta ahora, a cada uno le corresponder¨¢ asumir las consecuencias pol¨ªticas e institucionales de sus actos. Con la aparici¨®n de nuevos agentes pol¨ªticos como la CUP, tal vez ya no estemos entre dos concordias. Eso dificulta que la vida p¨²blica de Catalu?a fluya.
Valent¨ª Puig es escritor.
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