La hermandad m¨¢s moderna
Una cofrad¨ªa aprobada en 2014 realiza su estaci¨®n de penitencia por el centro de la capital de Espa?a
Centenares de curiosos dieron la espalda este domingo al Palacio Real. Ni?os, monjas, turistas, vecinos del centro de Madrid y de m¨¢s lejos, esperaban expectantes ante un sol casi veraniego durante dos horas la salida de la imagen Nuestro Padre Jes¨²s del Amor. Es la estaci¨®n de penitencia del Domingo de Ramos que lidera la casi reci¨¦n nacida hermandad de la Borriquita de Madrid. Con 105 hermanos y su sede en la iglesia San Ildefonso, esta hermandad conformada mayoritariamente por j¨®venes logr¨® la aprobaci¨®n del arzobispo de Madrid, monse?or Carlos Osoro, en 2014.
La procesi¨®n recorre una veintena de calles del centro de la capital hasta llegar a la iglesia de Nuestra Se?ora de las Maravillas, en Malasa?a. Alberto D¨ªez, de 26 a?os, ejerce de costalero ¡ªporta el paso con la parte dorsal del cuello¡ª. Junto a un grupo de amigos cre¨® las reglas de la hermandad en 2011 y desde entonces ha trabajado para que se la reconozca oficialmente, cumpliendo con los requisitos que exige la Iglesia cat¨®lica. ¡°Vimos que hab¨ªa un sentimiento de cofrad¨ªa en Madrid y no hab¨ªa ning¨²n paso con misterios, as¨ª que quisimos hacer el primero¡±, afirma en uno de los descansos que tiene durante el recorrido. La talla de madera que carga junto a un grupo de varones data del 2013. La imagen, realizada por Ram¨®n Mart¨ªn, escultor sevillano, representa la entrada triunfal de Jesucristo a Nazaret. Esta vez hubo m¨¢s m¨®viles que olivos celebrando su llegada.
A ?ngel Molero le gusta mucho la imagen fotografiada y aplaudida por los feligreses. De hecho, se inscribi¨® a la hermandad por ella. Desde hac¨ªa tiempo, en su familia estaban a la b¨²squeda de una escultura de Jes¨²s entrando a Nazaret. Cuando se enter¨® de la existencia de esta ¡ªque hasta 2013 estaba en clausura¡ª, se anim¨® a formar parte de la cofrad¨ªa. ¡°Antes viv¨ªa la Semana Santa desde fuera, pero ahora hago la procesi¨®n con ellos y participo de los distintos cultos y actos que se organizan durante el a?o¡±, explica Molero.
Mientras la imagen recorre por cuarto a?o consecutivo las calles de Centro y Malasa?a, ¡°la bulla¡±, cerca de cien personas, la siguen por detr¨¢s. Entre ellos se encuentra monse?or Carlos Osoro. La banda acompa?a con tambores y trompetas, enmudeciendo el resto de los sonidos que emana la ciudad en una tarde dominical com¨²n. Mercedes Molinero, de 56 a?os, y hermana de la cofrad¨ªa, cuenta entusiasmada que esta fiesta, junto con el nacimiento de Jes¨²s, son las m¨¢s bonitas para un cristiano. ¡°Soy creyente desde peque?a, pero esta hermandad me ha entregado mucho¡±, sostiene. Antes de que existiera esta estaci¨®n penitenciaria, viv¨ªa la Semana Santa en Andaluc¨ªa.
No todos los hermanos tienen el mismo fervor religioso. ?ngel Gonz¨¢lez, de 36 a?os, pertenece a la hermandad desde comienzos de a?o. Para formar parte hay que estar bautizado y hacer un dep¨®sito anual de 30 euros. Gonz¨¢lez conoci¨® a trav¨¦s de amigos miembros de la cofrad¨ªa el trabajo social que realizan y eso fue lo que lo conquist¨®. ¡°No soy un hombre muy religioso, pero me gusta que todo lo que recaudan lo destinan a acci¨®n social, como recogidas de alimentos y donaci¨®n de ropa a distintas parroquias, que hacen llegar a familias necesitadas¡±, destaca. No viste de nazareno ni es ac¨®lito, pero la medalla de la hermandad lo distingue de los dem¨¢s. El emblema lo constituye un escudo orleado en forma de pergamino.
La hermandad de la Borriquita de Madrid tiene otras dos im¨¢genes que no han salido. Una es la Virgen Mar¨ªa Sant¨ªsima de la Anunciaci¨®n (2015), que, junto a la de Jes¨²s del Amor, se puede ver durante todo el a?o en la iglesia San Ildefonso; la otra es la de San Juan Evangelista (2011).
Los fieles realizan el recorrido completo durante m¨¢s de cuatro horas hasta llegar a la cumbre de Malasa?a. Su p¨²blico depende de cu¨¢n tur¨ªstica sea la zona por donde atraviesan, pero eso les da igual. ¡°El Jes¨²s del Amor es el protagonista de hoy, nadie m¨¢s¡±, concluye Molero.
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