El ingl¨¦s que trajo la filosof¨ªa de toque a Barcelona
Jack Greenwell debut¨® hace un siglo en el banquillo azulgrana y fue uno de los primeros en apostar por el estilo de juego que se ha convertido en sello del club
Barcelona y la pelota se entienden. La historia reciente ha premiado una filosof¨ªa de juego que sacrifica la efectividad del individualismo en favor de una cierta manera de vivir y entender el f¨²tbol. Una cocci¨®n lenta, una elaboraci¨®n colectiva de las jugadas, una se?a de identidad. Johan Cruyff la llev¨® a la excelencia, Pep Guardiola la perfeccion¨® y todav¨ªa la podemos palpar en jugadores como Iniesta, Busquets o Sergi Roberto. Hablamos de la filosof¨ªa de toque, y en parte su origen tiene acento ingl¨¦s.
El legado de Jack Greenwell lo tenemos que buscar en color sepia. Naci¨® en 1884 en Crook, una peque?a ciudad de mercaderes del noreste de Inglaterra muy cercana a la Escocia donde se invent¨® el f¨²tbol. Hijo de mineros, dio sus primeros pasos con el bal¨®n en las categor¨ªas inferiores del modesto equipo local, donde estuvo 11 temporadas. Su gran oportunidad, pero, no llega hasta 1909. Los West Auckland Wanderers ¨Cel equipo m¨¢s importante de la regi¨®n en la ¨¦poca¨C lo invitan a participar en el Sir Thomas Lipton Trophy, torneo celebrado en Tur¨ªn (Italia) y que cuenta con la presencia de los clubes europeos con m¨¢s nombre del momento. La cita es considerada por algunos historiadores como la precursora del actual Mundial de selecciones.
Su actuaci¨®n en tierra de los?bianconeri le vali¨® el billete a Barcelona. A pesar de no tener un papel protagonista en la consecuci¨®n del trofeo para su equipo, Greenwell aterrizaba tres a?os m¨¢s tarde en la capital catalana. Era 1912 y en calzarse las botas ya dej¨® claro que estaba hecho de otra pasta. Su control y criterio en el juego eran diferentes.
El ingl¨¦s jug¨® 88 partidos con la el¨¢stica azulgrana, marc¨® 10 goles y gan¨® dos Campeonatos de Catalu?a. Los n¨²meros avalan su incorporaci¨®n, pero el gran impacto lleg¨® cuando colg¨® las botas. El debut oficial de Greenwell en el banquillo del primer equipo data de marzo de 1917. En el libro Mister: The men who gave the world the game,?del periodista deportivo Rory Smith, se plantea la posibilidad que, durante sus primeros a?os en Barcelona, el ingl¨¦s compaginara las tareas de entrenador y jugador de campo, hecho que tambi¨¦n confirma la entidad azulgrana.
Su primera etapa estrictamente como t¨¦cnico dur¨® seis temporadas. Bajo sus ¨®rdenes, el equipo estableci¨® cuatro a?os de hegemon¨ªa ganando el t¨ªtulo de la liga catalana y gan¨® dos veces la Copa del Rey. ?xito rotundo. Greenwell esculpi¨® una materia primera inmejorable. Los pilares b¨¢sicos de la plantilla eran tres jugadores esenciales, tres tenores que con el paso de los a?os se convertir¨ªan en iconos hist¨®ricos del barcelonismo.
La porter¨ªa era propiedad de Zamora. El que es considerado uno de los mejores porteros nacidos antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, lleg¨® a Barcelona con el cartel de fichaje estrella. Desde el primer entrenamiento la llave de la cerradura azulgrana estuvo en sus manos. En buenas manos. El medio campo era territorio de Josep Samitier. Con solo 17 a?os ya daba lecciones de f¨²tbol a los rivales y se pon¨ªa a la afici¨®n en el bolsillo a base de acrobacias e instinto. Uno de los primeros grandes ¨ªdolos de casa y todo un espect¨¢culo. La delantera era sin¨®nimo del hombre a quien la irrupci¨®n de Messi ha dejado sin el honor de ser el m¨¢ximo goleador del club. Paulino Alc¨¢ntara era un jugador filipino fuera de serie con la porter¨ªa entre ceja y ceja. Su efectividad ser¨ªa comparable en la actual plantilla barcelonista a la del uruguayo Luis Su¨¢rez.
El estilo de juego que planteaba el ingl¨¦s ten¨ªa vocaci¨®n ofensiva. El objetivo era ahogar al rival y ponerlo contra las cuerdas elaborando las jugadas desde la defensa. Los tres solistas jugaban un papel clave, pero no solo con individualidades. Formaban parte de todo un entramado de engranajes que funcionaban con la precisi¨®n de un reloj.
Uno de los experimentos t¨¢cticos m¨¢s recordados del ingl¨¦s ¨Cno precisamente por su eficacia, sino por su inverosimilitud¨C fue colocar a Alc¨¢ntara en el eje de la defensa. La filigrana no acab¨® de funcionar, pero fue un primer paso para establecer un concepto que todav¨ªa es vigente y que tienen muy presente en la f¨¢brica barcelonista. El c¨®digo deontol¨®gico de los centrales y centrocampistas defensivos azulgranas lleva grabado con hierro al rojo vivo una premisa clara: ser capaz de sacar la pelota con criterio. Antes de la llegada del t¨¦cnico de Crook, la tendencia invitaba a propinar pelotazos casi por inercia.
Ocho a?os despu¨¦s de dejar el banquillo azulgrana le invitaron a volver. Era 1931 y la liga estatal que hoy conocemos ya funcionaba desde hac¨ªa m¨¢s de cinco ediciones. Directiva y afici¨®n necesitaban un impulso. El todopoderoso Athletic de Bilbao, del tambi¨¦n brit¨¢nico Fred Pentland, les hab¨ªa arrebatado el t¨ªtulo de la competici¨®n dos temporadas consecutivas. Los azulgrana levantaron el trofeo del campeonato catal¨¢n y Greenwell dej¨® el club despu¨¦s de 169 partidos al cargo para marcharse primero al Valencia y despu¨¦s a hacer las Am¨¦ricas, donde gan¨® el campeonato continental con la selecci¨®n de Per¨².
El paso del tiempo ha difuminado la impronta de un personaje a quien el mundo del f¨²tbol debe un lugar privilegiado. El ingl¨¦s fue uno de los primeros en poner las bases que despu¨¦s cubrir¨ªan de gloria otro inconformista avanzado a su tiempo que aprendi¨® el oficio en las calles de Amsterdam. Jack Greenwell y el holand¨¦s volador son historia, protagonistas de un pasado glorioso azulgrana. Su legado es mucho m¨¢s que eso.
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