Arbitristas
Se dir¨ªa que cuatro siglos despu¨¦s la tradici¨®n intelectual que tend¨ªa a proponer soluciones simples y contundentes a problemas complejos sigue bien viva en Espa?a
Como sin duda los lectores saben, el arbitrismo fue, en la Castilla del siglo XVII, una escuela de pensamiento pol¨ªtico-econ¨®mico que pretend¨ªa proponer soluciones (¡°arbitrios¡±) a los crecientes problemas de una Monarqu¨ªa Hisp¨¢nica en declive. Aunque, sin duda, entre los arbitristas hubo autores estimables que formularon ideas juiciosas (sobre todo, en materia monetaria y fiscal), ya para sus mismos coet¨¢neos ¡ªpor ejemplo, Cervantes o Quevedo¡ª tales arbitristas aparecieron como una tropilla de exc¨¦ntricos, patrocinadores de remedios descabellados e inviables a los males de la patria; una especie de precursores del profesor Franz de Copenhague, para decirlo en lenguaje algo m¨¢s moderno.
Uno de ellos, por ejemplo, pretend¨ªa fomentar la riqueza del pa¨ªs a base de suprimir toda forma de ocio. De otro se cuenta que, a prop¨®sito de la interminable guerra de Flandes y ante el uso defensivo que las ciudades holandesas hac¨ªan de la inundaci¨®n de sus p¨®lders, propuso trasladar a la regi¨®n grandes cantidades de esponjas, que absorber¨ªan el agua y permitir¨ªan a los tercios asaltar las plazas rebeldes a pie enjuto...
Pues bien, se dir¨ªa que cuatro siglos despu¨¦s la tradici¨®n intelectual arbitrista ¡ªes decir, la tendencia a proponer soluciones simples y contundentes a problemas complejos¡ª sigue bien viva en Espa?a. Por lo menos as¨ª lo parece, a juzgar por ciertas lecturas y reacciones ante el llamado ¡°desaf¨ªo catal¨¢n¡±.
A lo largo de las ¨²ltimas semanas, y en estas mismas p¨¢ginas, hemos podido leer a conspicuos escritores sugerir que, como se hizo con los golpistas del 23-F, se encarcele tambi¨¦n ¡°a los que atentan contra el Estado en el Parlament¡±; y propugnar encarecidamente la aplicaci¨®n, mejor hoy que ma?ana, del art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n. O hemos visto c¨®mo sesudos ensayistas abogan por el entierro de la conllevancia, del encaje y hasta del catalanismo, defienden un cerrojazo recentralizador de este Estado auton¨®mico que ha ido demasiado lejos y afirman que ¡°no necesitamos ofrecer nada a los soberanistas; esta vez, a los nacionalistas, ni agua¡±; todo lo m¨¢s, ¡°las medidas coercitivas que la ley democr¨¢tica dispone¡±.
Aunque no se trate de un intelectual, cabe situar en esta misma l¨ªnea al alcalde-presidente de la ciudad aut¨®noma de Melilla, Juan Jos¨¦ Imbroda Ortiz, que aprovech¨® el receso pascual para hacer, desde su cuenta de Twitter, un poco de an¨¢lisis sociopol¨ªtico: ¡°Qu¨¦ pesadez lo de los piraos independentistas de Catalu?a. Hartazgo de viajes a ninguna parte. Insufribles ya! Puff!!¡±. No estar¨¢ de m¨¢s recordar que el tal Imbroda preside adem¨¢s la Comisi¨®n General de Autonom¨ªas del Senado, aquella ante la cual el presidente Puigdemont fue instado a comparecer para explicar y debatir su demanda referendaria. Con semejante ¨¢rbitro hubiese sido un debate de lo m¨¢s ponderado y respetuoso, qu¨¦ duda cabe...
Ser¨ªa l¨ªcito interpretar que el alcalde-presidente de Melilla est¨¢ dispuesto a agitar todos los espantajos, preferentemente patri¨®ticos (ya tiempo atr¨¢s, en un discurso oficial, hab¨ªa calificado a los independentistas catalanes de ¡°traidores¡±, ¡°felones¡±, ¡°iluminados¡± y otras lindezas), con tal de que no se hable del volc¨¢n sobre el cual gobierna desde hace diecisiete a?os y de sus numerosos cr¨¢teres: la valla antiinmigrantes de los asaltos y las pol¨¦micas, la latente reivindicaci¨®n marroqu¨ª, la delicada convivencia entre las distintas comunidades de la ciudad, la constante amenaza yihadista...
Pero no hace falta recurrir a explicaciones t¨¢cticas. De hecho, la tesis de que cuanto ocurre en Catalu?a es un problema de enajenaci¨®n mental colectiva no la ha patentado el se?or Imbroda; ya en 2014, aqu¨ª mismo, un reputado articulista descubr¨ªa ¡°factores psicopatol¨®gicos¡± detr¨¢s de la reivindicaci¨®n independentista; y, para atajarla, propon¨ªa enviar con urgencia a Catalu?a ¡°trenes llenos de psiquiatras¡± que, una vez llegados a destino, desplegasen entre los catalanes alienados una panoplia de ¡°electroshoks y terapias paliativas¡±. Por suerte o por desgracia, tan pertinente consejo no ha sido seguido y, en vez de psiquiatras, lo que nos han enviado son m¨¢s bien jueces, fiscales, abogados del Estado y agentes judiciales.
O sea, y en resumen: encarcelamientos, suspensi¨®n de la autonom¨ªa, (m¨¢s) recentralizaci¨®n del Estado, ¡°a los nacionalistas, ni agua¡±, son una banda de chalados, hay que aplicarles todo el peso de la ley... ?Es con semejantes diagn¨®sticos y soluciones como pretende la intelectualidad espa?ola supuestamente progresista ¡ªdejo de lado al columnismo cavernario¡ª reconducir a esa mitad de la ciudadan¨ªa catalana que apuesta por la independencia? Francamente, resultaba m¨¢s sensato el arbitrista de las esponjas en Flandes.
Joan B. Culla es historiador.
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