El arte de acompa?ar
Regreso del director de orquesta Lawrence Foster a la temporada de la OBC, de la que fue titular desde 1996 a 2002
Magn¨ªfica entrada en el Auditori en el regreso del director de orquesta estadounidense Lawrence Foster a la temporada de la OBC, formaci¨®n de la que fue titular desde 1996 a 2002. Fueron a?os felices, marcados por la solvencia profesional y el prestigio de un experimentado director que impuls¨® la proyecci¨®n del conjunto barcelon¨¦s en el circuito internacional y el mundo discogr¨¢fico con una l¨ªnea art¨ªstica que, lamentablemente, no ha tenido continuidad. Y ese buen oficio dio empaque a un atractivo programa en el marco del Emergents Barcelona Music Festival.
Foster acredit¨® una vez m¨¢s su bien ganada fama de acompa?ante seguro y eficaz en el repertorio concertante; de hecho, su amplia discograf¨ªa est¨¢ cuajada de discos junto a solistas tan famosos como Itzhak Perlman, Pinchas Zukerman, Gil Shaham, Radu Lupu y Alicia de Larrocha. Y en esta nueva cita, que ha hecho posible el deb¨²t de cuatro valores emergentes, la experiencia de Foster ha resultado muy provechosa.
La inspirada obertura de Felix Mendelssohn, Mar en calma y viaje feliz, op. 27, dio paso al primer debutante, el violonchelista franc¨¦s Aur¨¦lien Pascal (Par¨ªs, 1993), solista del Concierto para violonchelo y orquesta, en mi menor, op. 85 de Edward Elgar, obra eternamente ligada a la memoria de la gran Jacqueline du Pr¨¦. Luci¨® Pascal un sonido bell¨ªsimo y un fraseo de gran nobleza, sin empalagos ni excesiva vehemencia, controlando los detalles de una partitura de lirismo ¨ªntimo.
Con el siempre original Concierto para viol¨ªn, violonchelo y piano en do mayor, op 56, de Ludwig van Beethoven, debutaron los tres solistas espa?oles que integran el Tr¨ªo Vibrart: el violinista Miguel Colom (Madrid, 1988), el violonchelista Fernando Arias (Madrid, 1987) y el pianista Juan P¨¦rez Florest¨¢n (Sevilla, 1993). El Triple concierto no es obra de facil concertaci¨®n, pues necesita un sentido del equilibrio y del di¨¢logo constante entre los tres solistas y la orquesta, con la fuerza narrativa inherente al mejor Beethoven. Aqu¨ª, la veteran¨ªa de Foster, que ha dirigido todo Beethoven, fue un colch¨®n de seguridad.
El Tr¨ªo Vibrart mostr¨® musicalidad, elegancia en el fraseo y un esp¨ªritu camer¨ªstico que, sin renunciar al lucimiento individual -que lo hubo, pues as¨ª lo pide la escritura virtuosa de Beethoven-, permanece al servicio de un di¨¢logo musical flu¨ªdo y rico en matices. La belleza l¨ªrica del movimiento central y la energ¨ªa r¨ªtmica del Rondo alla polacca dispararon el entusiasmo en un gratificante concierto que tuvo como regalo final, dedicado a la Diada de Sant Jordi, un arreglo para tr¨ªo firmado por P¨¦rez Florest¨¢n de la ¨²ltima de las Escenas de ni?os de Frederic Mompou. Todo un detalle que encant¨® al p¨²blico.
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