S¨®nar: la evoluci¨®n que no cesa
La 24 ? edici¨®n ofreci¨® una ¨²ltima noche tan ecl¨¦ctica como el propio festival
Un nuevo S¨®nar a la historia -a falta de la coda de David Lang en el Auditori a las 20.30- y nuevos contornos para un festival en constante cambio, centrando la idea base: adaptarse es sobrevivir. Es as¨ª el festival del chip el m¨¢s naturalista y org¨¢nico, pues todos los seres vivos progresan gracias a las respuestas que dan a las variaciones de su entorno. Y el S¨®nar es un ser muy vivo, capaz de aunar en su ¨²ltima jornada todo un repaso a la actualidad del trap espa?ol, cosa no de extra?ar en un certamen que siempre ha tenido en el hip-hop una de sus canteras art¨ªsticas, sea ¨¦ste grime o cl¨¢sico, y a la vez poner en escena a medianoche a Francesco Tristano tocando un piano de cola al frente de una ¡°orquesta¡± de sintetizadores para traducir al lenguaje sinf¨®nico el techno de Carl Craig en uno de los conciertos de la velada. Y negocio, y empresas nacientes, encuentros de tecnolog¨ªa creativa y exposiciones diseminadas por la ciudad, como si las ideas descentralizadoras de Ada Colau hubiesen germinado en el S¨®nar. No hay una foto fija del S¨®nar, hay fotos de ya casi 25 a?os de evoluci¨®n en un certamen que sigue llamando a sus escenarios por su nombre, sin obligar a sus clientes a hacer publicidad de una marca cada vez que se citan con sus amigos o ubican un concierto.
Y para el a?o que viene ya se anuncia que el mi¨¦rcoles ser¨¢ lectivo, como en las escuelas. Un d¨ªa m¨¢s de programaci¨®n para aumentar la musculatura informativa del certamen que, todo sea dicho, con Bj?rk ha conseguido mucho m¨¢s ruido que nueces. La exposici¨®n es cuestionada en voz bajita, Bj?rk es tan intocable como Sprinsgteen o Raimon: no, a¨²n m¨¢s porque es moderna a morir y criticarla es bien de luditas o de provincianos. Su charla/entrevista tuvo un aire de improvisaci¨®n que a algunos agrad¨® y a otros descoloc¨®, y la sesi¨®n que pinch¨® pues fue una bien intencionada muestra de sus variad¨ªsimos gustos en un acto fallido en cuanto a sesi¨®n de disc-jockey. Pero al final estuvo en el S¨®nar, que para la historia del festival es lo que cuenta. Y para dar cuenta de la cintura del festival, s¨®lo decir que la noche del s¨¢bado, en la actuaci¨®n de Fat Freddy¡¯s Drop se concit¨® p¨²blico con aire Manu Chao. En la misma noche en que Justice fueron una banda electr¨®nica de estadio, De La Soul fiaron a su clasicismo un concierto correcto y Cerrone desempolv¨® sus ¨¦xitos discotequeros como si estuvi¨¦semos en los setenta. Eso se suma a un festival donde ha habido, discursos de g¨¦nero, minimalismo, reivindicaciones raciales y espect¨¢culos digitales. Todo eso y m¨¢s cabe sin triqui?uelas en el S¨®nar.
Dando por sentado que la l¨ªnea art¨ªstica del festival ya tiene cuidadores, s¨®lo tres peticiones en la carta a los Reyes: si vuelve a hacer calor o que se active el aire acondicionado o que se regalen ¡°pay pays¡±, ¨²nica m¨¢cula no ya del S¨®nar, sino del comercio chino-pakistan¨ª callejero, que no tuvo reflejos para entender que el s¨¢bado podr¨ªan haberse vendido no menos de 5.000 unidades s¨®lo en las puertas del S¨®nar nocturno. Dos, que el p¨²blico no tenga que sufrir para conseguir ser atendido en las barras, desbordadas este a?o. Y tres, que las zonas vips mantengan esas gradas que en el fondo son un castigo a la exclusividad, pues sus ocupantes parecen jueces excluidos de la fiesta, mirones ajenos a la vida. Y, puestos a pedir, que alguien aclare c¨®mo siendo id¨¦nticos los porcentajes de p¨²blico extranjero declarados por Primavera y S¨®nar, en el primero nadie habla castellano y en el segundo se oye con normalidad hasta el catal¨¢n. ?Qui¨¦n cuenta mal?
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