Picasso paternal en Perpi?¨¢n
Una exposici¨®n recuerda las estancias del pintor en esta ciudad entre 1953 y 1955 rodeado de hijos, amantes y amigos
La relaci¨®n de Pablo Picasso con el sur de Francia fue grande e intensa. Sus estancias en localidades como Antibes, Avignon, Nimes, Ceret, Prat de Moll¨®, Colliure, Perpi?¨¢n, Cannes, Vauvenargues, donde adquiri¨® un castillo en 1958, o Mouguins, donde falleci¨® y fue enterrado en 1973, cambiaron su paleta y condicionaron su forma de pintar. A Perpi?¨¢n lo llev¨® el desenga?o amoroso de su relaci¨®n con Fran?oise Gilot, que daba los ¨²ltimos coletazos, y su amistad con los condes de Lazerme, Jacques y Paule, que lo invitaron al palacete que ten¨ªan en el casco antiguo de esta ciudad donde pas¨® varias temporadas entre los a?os 1953 y 1955. Picasso no fue nunca solo, siempre estuvo acompa?ado de personas de su entorno, sobre todo familiares, como Claude y Paloma, los hijos que tuvo con Fran?oise, adem¨¢s de Paulo, hijo de otra pareja de Picasso, Olga, y Maya, hija de Marie-Th¨¦r¨¨se, a los que se un¨ªa Cathy, la hija de Jacqueline, la ¨²ltima pareja del pintor. A este n¨²cleo familiar se unieron amigos comunes de los condes y de Picasso como fue Totote, viuda del escultor Manolo Hugu¨¦, gran amigo de juventud del artista, y su hija Rosita. Este grupo variopinto de personas protagonizan de una forma y otra la exposici¨®n Picasso. Perpi?¨¢n. El c¨ªrculo de la intimidad. 1953-1955, que se inaugur¨® ayer en el palacio de los Lazerme en el que todos coincidieron hace m¨¢s de medio siglo.
¡°El gran inter¨¦s de esta exposici¨®n es que se celebra en el mismo lugar donde pasaron los hechos¡±, explica Eduard Vall¨¨s, comisario de la muestra, conservador del MNAC y experto en Picasso, que ha creado una muestra elegante en la que destacan 11 grandes ¨®leos del pintor, retratos de todos estos personajes llegados, en su mayor¨ªa, de museos de la capital francesa como el Museo Picasso de Par¨ªs o el Pompidou, pero tambi¨¦n de colecciones particulares. En el caso de sus parejas permite ver cu¨¢l es el estado de la relaci¨®n con ellas por la forma en la que las ha pintado, pero tambi¨¦n el universo colorista y alegre de los peque?os mientras juegan. Tambi¨¦n pueden verse una buena colecci¨®n de piezas cer¨¢micas creadas por Picasso que regal¨® a los Lazerme y objetos que recuerdan la presencia del artista, como los exquisitos papeles recortados que el artista hac¨ªa a sus hijos, todos in¨¦ditos; los dibujos realizados sobre portaservilletas de papel donde Picasso puso el nombre de todos los reunidos a la mesa, adem¨¢s de una imagen alusiva a su trabajo o aficiones. Entre las piezas in¨¦ditas que proporciona la muestra, un poema de Picasso escrito en 1954 en el libro de visitas de sus anfitriones y que pertenece a una de las colecciones privadas que ha proporcionado muchas de estas obras.
La exposici¨®n cuenta con m¨¢s de 40 fotograf¨ªas realizadas en su mayor¨ªa por Raymond Fabre, que ten¨ªa taller fotogr¨¢fico en la localidad, el Studio Visages; unas im¨¢genes en las que puede apreciarse c¨®mo Picasso est¨¢ relajado, disfruta de la compa?¨ªa de sus hijos y, lejos de los problemas personales y sentimentales que le preocupan, incluso en momentos tensos, como tuvo que ser el compartir mesa con Jacqueline (su compa?era del momento) y Fran?oise, que hab¨ªa ido a llevarle a sus dos hijos; las instant¨¢neas dejan ver c¨®mo estas estancias fueron un b¨¢lsamo y c¨®mo Picasso se sent¨ªa como en casa, apenas a unos kil¨®metros de la frontera con Espa?a, lugar al que hab¨ªa jurado no volver nunca mientras siguiera en el poder Franco. ¡°No es que pintara estas obras durante su estancia, pero s¨ª tienen mucho que ver con sus vivencias aqu¨ª¡±, explica Vall¨¨s, que deja claro una y otra vez que las estancias en esta ciudad no fueron profesionales sino para reencontrarse con sus amigos.
Pero lo m¨¢s sorprendente de la exposici¨®n es ver algo poco habitual, como son im¨¢genes en movimiento de Picasso. Grabadas por Jacques Lazerme, en uno de los tres fragmentos, de algo m¨¢s de un minuto, que se proyectan sobre las paredes, se ve al pintor con Jacqueline y Paule Lazerme paseando por los jardines de La Californie, la casa de Picasso en Cannes. En otra, los protagonistas salen de la mansi¨®n de los Lazerme, pasean por las calles, hablan entre ellos, r¨ªen y comen. En un momento dado, Picasso pasa por delante de la c¨¢mara con sus enormes ojos, mira directamente a la c¨¢mara y parece que quiera regresar a ese entorno en el que no cabe duda de que fue feliz.
La catalanidad de Picasso es el gui?o final del recorrido propuesto por Vall¨¨s en base a iconos como la barretina o la sardana. ¡°En 1895, con catorce a?os, pint¨®, junto a varios esbozos, el perfil de la cabeza de un hombre tocado con una de ellas¡±, explic¨® Vall¨¨s. El dibujo, que conserva el Museo Picasso de Barcelona, puede verse junto a Cabeza de hombre con boina, realizada dos a?os antes de morir, en la que la boina es claramente una barretina; est¨¢n junto a varias fotos y primeros planos, donde Picasso luce, c¨®modamente, una barretina.
La reapertura del museo de Perpi?¨¢n, tras invertir nueve millones de euros y casi tres de obras, convierte el nuevo museo de arte Hyacinthe Rigaud, artista nacido en Perpi?¨¢n que acab¨® siendo el retratista m¨¢s importante de la corte de Luis XIV de Francia, en reclamo del turismo cultural que busca esta ciudad a la que ahora es m¨¢s f¨¢cil llegar en AVE desde Catalu?a. Adem¨¢s de la exposici¨®n temporal de Picasso (abierta hasta el 5 de noviembre), pueden verse m¨¢s de 400 obras, desde el g¨®tico hasta Ar¨ªstides Maillol, el exilio espa?ol y las del propio Picasso, entre ellos tres de los cinco retratos que el artista hizo a madame de Lazerme, su anfitriona y amiga. En la exposici¨®n puede verse, por primera vez, el cuarto.
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