Palacios resucita en Pac¨ªfico
Metro recupera un vest¨ªbulo original del arquitecto que dej¨® de funcionar y se tapi¨® en 1961
Estaci¨®n de Pac¨ªfico, una tarde cualquiera de trasiego en las entra?as de la ciudad. En el and¨¦n de la l¨ªnea 1 con direcci¨®n a Valdecarros, detr¨¢s de una portezuela met¨¢lica de aspecto irrelevante, se esconde un trocito de historia del metro y, por ende, de aquel Madrid alborotado que conocieron nuestros bisabuelos. El vest¨ªbulo que se nos ofrece ahora a la vista, abandonado y oculto durante m¨¢s de medio siglo, comprende 119 metros cuadrados y cuenta con una firma ilustre, la del arquitecto gallego Antonio Palacios. El mismo que ide¨®, ah¨ª es nada, el Palacio de Comunicaciones, el Palacio de Maudes, el C¨ªrculo de Bellas Artes o la sede del Instituto Cervantes.
El vest¨ªbulo perdido data de 1923, cuando la l¨ªnea se estir¨® desde Atocha hasta estos andurriales, y constituy¨® la ¨²nica entrada del metro de Pac¨ªfico desde su inauguraci¨®n hasta 1961. En ese momento los andenes crecieron de 60 a 90 metros y los ingenieros dise?aron los accesos actuales, por las calles de Doctor Esquerdo y S¨¢nchez Barcaiztegui. El original, por Ciudad de Barcelona (antes, Avenida de Pac¨ªfico), qued¨® tapiado e inservible. Y en el olvido, v¨ªctima de un deterioro progresivo y atroz.
¡°En 2008, cuando se remodel¨® la estaci¨®n para climatizarla, reparamos en el viejo vest¨ªbulo oculto y la compa?¨ªa decidi¨® restaurarlo. Ha habido que reconstruirlo en un 60 por ciento y poco a poco, porque el presupuesto para patrimonio, en plena crisis, era muy peque?o¡±, certifica el director de Servicios al Cliente de Metro, ?lvaro Ruiz, de 41 a?os. Tras las obras, el espacio luce casi id¨¦ntico a como era nueve d¨¦cadas largas atr¨¢s, con unos azulejos ribeteados muy similares a los de la Nave de Motores (¡°a Palacios, como a todos los grandes arquitectos, le gustaba dejar su huella en las obras¡±) y otros de un precioso azul intenso, a modo de alegor¨ªa del oc¨¦ano Pac¨ªfico.
El peque?o tesoro subterr¨¢neo se encuentra a apenas tres metros de profundidad y conserva los acabados en madera para la entrada y los entrantes, a ambos lados del pasillo central, donde originalmente se situaban las taquilleras y los revisores. Tambi¨¦n se vislumbran los tres grandes tragaluces originales, ahora cegados. ¡°En aquellos tiempos en que el voltaje no daba para mucho¡±, recuerda Ruiz, ¡°los arquitectos siempre intentaban aprovechar de alguna manera la luz natural¡±.
Este nuevo vestigio metrero de Palacios se sumar¨¢ as¨ª a otras huellas de su trabajo para el suburbano, como la entrada en la estaci¨®n de Tirso de Molina o la cubierta para las cocheras de Cuatro Caminos, hoy muy deteriorada. El propio logotipo de la compa?¨ªa, ese rombo en rojo y azul como un gui?o al metro londinense, naci¨® tambi¨¦n del ingenio de aquel pontevedr¨¦s de Porri?o.
Su trabajo en Pac¨ªfico se convertir¨¢ en el cuatro gran espacio muse¨ªstico de la compa?¨ªa, junto a la estaci¨®n fantasma de Chamber¨ª, la Nave de Motores y la antigua fuente de Ca?os del Peral (?pera). Lo malo es que el acceso tan angosto al vest¨ªbulo, y a trav¨¦s de un and¨¦n en funcionamiento, dificulta las visitas, que por ahora solo tendr¨¢n lugar con car¨¢cter trimestral y bajo petici¨®n previa a trav¨¦s de la web. Con todo, Ruiz emplaza a los amantes de la historia bajo el suelo a nuevas emociones. ¡°En 2019, coincidiendo con el centenario, habr¨¢ un Museo del Metro en Plaza Castilla con joyas como cerrajer¨ªas originales, m¨¢quinas antiguas de control de tr¨¢fico, uniformes o reglamentos. Tambi¨¦n estamos recopilando historias de matrimonios que se conocieron en el metro. Con 587 millones de pasajeros en 2016, muy mal se te tiene que dar para no conocer a alguien interesante¡¡±.
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