Pedro Guerra, poes¨ªa ma?anera
El cantautor canario enamora con un concierto lleno de sensibilidad y buen humor en Los Matinales de EL PA?S
A Pedro Guerra Mansito se le han aplacado esos rizos ingobernables que le caracterizaban en sus a?os m¨¢s mozos, y el pelo le luce ahora como si se lo espolvorearan. Pero le sienta bien ese aspecto sereno y experimentado al hombre que aport¨® la paz y la palabra a la ma?ana de este s¨¢bado en la Galileo Galilei. Fue una matin¨¦ para la l¨ªrica cargada de sosiego, con las mesas hechizadas por la voz y el verbo de quien cerraba esta intensa nueva entrega de Los Matinales de EL PA?S.
El canario habla con la miel y la dulzura del apellido materno, ameno e ir¨®nico siempre, con docenas de historias en el zurr¨®n y esa habilidad para suministrarlas que confieren tantos kil¨®metros de escenario, carretera y manta. Pedro en estado qu¨ªmicamente puro ¡ªvoz, micr¨®fono, guitarra, banqueta y una tableta, por si la memoria se le trabuca con alg¨²n verso¡ª es un artista amen¨ªsimo, embaucador, la s¨®lida versi¨®n evolucionada de aquel chiquillo canario que en 1993 desembarc¨® en Madrid con poco m¨¢s que su guitarra. Un cantautor que acab¨® haciendo fortuna despu¨¦s de muchos martes en el Libertad 8, no siempre multitudinarios ni arrolladores. ¡°El primero de todos¡±, recordaba con sonrisa de regocijo, ¡°hab¨ªa solo dos parejas en el local. Y me entraban ganas de ejercer como p¨²blico, porque el espect¨¢culo que ofrec¨ªan era algo que yo no pod¨ªa superar¡¡±.
Hubo muchos otros motivos para la sonrisa en la calle Galileo, pero Guerra tambi¨¦n dej¨® el poso del apellido paterno, el que determina su faceta m¨¢s inconformista y reivindicativa. Es ese Guerra quien escribe Arde Estocolmo, el m¨¢s personal de los dos discos que entreg¨® el a?o pasado (¡°en 2016 me vine un poco arriba¡±, bromeaba). Una canci¨®n que naci¨® a partir de un reportaje period¨ªstico sobre conflictos con inmigrantes en la capital sueca, capital te¨®rica del Estado del bienestar. ¡°Result¨® que en Suecia tampoco barren la porquer¨ªa bajo el sof¨¢. Claro que lo de aqu¨ª es peor: corremos el sof¨¢ y la metemos debajo de la alfombra. En Espa?a nos dedicamos al trasvase de porquer¨ªa¡±. Ese mismo cantautor concienciado es quien ha sabido escribir M¨¢rgenes, una de sus ¨²ltimas composiciones, o Debajo del puente, que figura entre los grandes ¨¦xitos primerizos. Ambas dejaron ayer un temblor, un atisbo de estremecimiento entre las mesas de la Galileo Galilei, que casi se llen¨® pese al comienzo del ¨¦xodo estival y las fiestas del Orgullo.
Pero es el amor quien acaba ganando la batalla en el cancionero de Guerra. El amor en todas sus facetas, modalidades, expresiones, combinaciones y preferencias, como acredita Otra forma de sentir, un himno a la diversidad que esta vez son¨® con un esp¨ªritu m¨¢s arco¨ªris que nunca.
Dijo Pedro Guerra que canci¨®n y poes¨ªa son g¨¦neros distintos y diferenciados, y aprovech¨® para anunciar la pr¨®xima edici¨®n, all¨¢ por diciembre, de su primer poemario. Pero algunas de sus canciones sonaron como aut¨¦nticos abrazos po¨¦ticos: desde Deseo, maravillosa composici¨®n inici¨¢tica de amor, hasta La risa (sobre la mejor de las epidemias posibles) o Pasa, donde la m¨²sica se convierte en el m¨¢s acogedor refugio para el alma. Sea cantada o contada, incluso relatada, lo de Pedro es poes¨ªa a cualquier hora.
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