Cantata de verano

Los goliardos eran estudiantes universitarios y juglares dedicados al vagabundeo, de vida epic¨²rea y disoluta, que contrastaba con la oscuridad opaca de la Baja Edad Media. Algunos de estos p¨ªcaros personajes escribieron una colecci¨®n de cantos entre los siglos XII y XIII, recogidos en un manuscrito del que se supo bien poco hasta que fue encontrado en Baviera, en 1803. Tal vez lo escondieron para zafarse de la censura, porque sus 300 rimas recog¨ªan ¨¢cidas s¨¢tiras contra las ¨¦lites medievales, especialmente la monarqu¨ªa y el clero.

El compositor neocl¨¢sico alem¨¢n Carl Orff (1895-1982), atra¨ªdo por la monta?a rusa emocional que recorren los versos (del humor a la tristeza sin orden de transici¨®n), music¨® Carmina Burana convirti¨¦ndola en una de las cantatas m¨¢s trascendentes del siglo pasado. Ayer, dentro del ciclo estival Los Veranos de la Villa, la interpret¨®, para j¨²bilo de los paseantes de la plaza Mayor, el Coro Nacional de Espa?a, dirigido por Miguel ?ngel Garc¨ªa Ca?amero, acompa?ado por pianos y percusi¨®n. Quienes no pudieron acceder al patio de butacas improvisado frente al escenario se quedaron en las terrazas circundantes, disfrutando el espect¨¢culo en una pose poco habitual en la solemnidad que suele conllevar la m¨²sica cl¨¢sica: disfrutando de las t¨ªpicas ca?as, jarras de sangr¨ªa y raciones de calamares de la plaza. Otros grupos se sentaron directamente sobre los adoquines.

¡°Orff, pol¨¦mico exponente del neoclasicismo del siglo pasado, puso m¨²sica a estas canciones medievales, escritas en lat¨ªn, provenzal antiguo y alto alem¨¢n medio en el que abundan las tem¨¢ticas profanas de exaltaci¨®n de la vida, del amor, de la contemplaci¨®n de la naturaleza y del disfrute de los placeres mundanos¡±, explican desde el Ayuntamiento. La apabullante apertura vocal del primer poema, O Fortuna (el m¨¢s reconocible de la obra, versionado hasta la saciedad por m¨²sicos de toda ¨ªndole, incluidos grupos heavies), silenci¨® durante unos segundos el murmullo del p¨²blico que inundaba la plaza alrededor de las 21.30. ¡°Me parece incre¨ªble ver esto aqu¨ª al aire libre, y gratis, en lugar de en un auditorio. Es extra?o y tiene algo de m¨¢gico¡±, comentaba ante el escenario un treinta?ero con camiseta de Jimi Hendrix, en la larga cola que daba casi una vuelta entera al patio de butacas. La afluencia era de lo m¨¢s variopinta: jubilados, j¨®venes, guiris, japoneses con c¨¢maras de fotos... ¡°No soy muy de cl¨¢sica, pero me parece un plan buen¨ªsimo para esta tarde¡±, dec¨ªa un ingl¨¦s mientras sus dos ni?os correteaban entre sus piernas, ¡°estamos en Madrid de pasada, solo una noche, y esto ha sido una aut¨¦ntica sorpresa¡±. Otra madre, con su peque?a a hombros, que miraba extasiada el escenario aun vac¨ªo, valoraba: ¡°Madrid se ha vuelto mucho m¨¢s musical en los ¨²ltimos dos a?os. Hay muchas actuaciones por todos lados, para todos y gratis. Yo no vot¨¦ a Carmena, pero me parece que en este sentido el Ayuntamiento lo est¨¢ haciendo muy bien¡±.

Dicen los expertos que Carl Orff buscaba con Carmina Burana un idioma que tradujera la m¨²sica como algo elemental, primitivo, una llamada, m¨¢s que f¨ªsica, animista, que apelara a la ¡°musicalidad fundamental¡± que, seg¨²n el genial autor, todo el mundo pose¨ªa. Si lo que pretend¨ªa con esta obra era reunir a gente variada, el efecto llamada fue todo un ¨¦xito.