Las ciudades de taifas
No hay nada m¨¢s f¨¢cil que hablar del urbanismo de Toronto y de las grandes revoluciones metropolitanas para no tener que hablar de Sants o del Garraf
Los ¨²ltimos datos sobre subida de alquileres arrojan cifras que esper¨¢bamos. La subida de precios empieza a repercutir en la primera corona con una media aproximada de un 13%. Hasta ah¨ª, dos m¨¢s dos: la subida de Barcelona afecta al nivel de las poblaciones vecinas. Las matem¨¢ticas pueden explicar lo obvio, pero no la pol¨ªtica urban¨ªstica de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Tampoco el af¨¢n de construir un ¨¢rea metropolitana de espaldas al resto de Catalu?a, ni la conversi¨®n en reinos de taifas de los organismos administrativos que rodean Barcelona, algo que hace que todo dependa del poder que se pueda acumular o de lo d¨®cil que se sea frente a la metr¨®poli.
La alcaldesa de Badalona se quejaba amargamente de la diferencia de recursos que se han dedicado al sector Llobregat respecto del Bes¨°s. Es as¨ª, se sigue teniendo que escalar para ir a Can Ruti, el metro es deficiente y las conexiones de Barcelona con el norte son un desastre. En parte, por eso tenemos barrios de Sant Adri¨¤ hechos cisco y un Montcada i Reixac cosido de v¨ªas. Al sur, la situaci¨®n satisface la primera corona, pero a partir de ah¨ª todo se vuelve patio de atr¨¢s, si nos alejamos 15 kil¨®metros de plaza de Espanya, el alquiler se transforma en autopista. La mirada corta de los alcaldes del Baix Llobregat va a tener consecuencias, tarde o temprano, tambi¨¦n para sus habitantes. Est¨¢n encerrados entre Barcelona y los peajes. Al oeste, las cosas est¨¢n un poco mejor. Las salidas r¨¢pidas de la A2 y las l¨ªneas de tren de la Generalitat esponjan un poco las salidas, aunque haya desastres como el de los t¨²neles de la N-340 o el enlace de la B-40 con la A2. He dicho un poco.
?Se ha convertido el ¨¢rea metropolitana en un cors¨¦? ?Ha sido voluntad de sus alcaldes diferenciarse del resto de Catalu?a para proteger sus feudos pol¨ªticos, lo que hace que Vilafranca del Pened¨¨s, Vic, Matar¨®, Granollers o Manresa est¨¦n comunicados de manera tan precaria con Barcelona cuando deber¨ªan ser ciudades que la contextualizaran? El ¨¢rea metropolitana est¨¢ minada. Hay decenas de ratoneras que impiden una movilidad fluida, que rompen las continuidades y las prolongaciones que amortiguar¨ªan subidas de alquileres como las que se est¨¢n produciendo. Lo malo no es que la gente no pueda vivir en el barrio de toda la vida: lo malo de verdad es que no puedan volver a ¨¦l.
Barcelona es una ciudad de ¨¦xito, la gente se pirra por vivir en ella y no hablo solo de turismo. No se trata solo de visitantes, la calidad de vida y el clima son excelentes para quienes vienen de pa¨ªses de rentas m¨¢s elevadas. Pasada la crisis, asumidas sus secuelas y aunque se pudiera pacificar el turismo, ?los precios bajar¨ªan? Lo dudo, si algo se lleva bien con el capitalismo global es la ciudad global. Y Barcelona lo es, y lo es adem¨¢s como paradigma de ciudad que padece la paradoja del siglo XX y que es un secreto a voces: cada mejora social y urbana conlleva un aumento de los precios de las viviendas beneficiadas. El neoliberalismo quiz¨¢s se lleve regular con la socialdemocracia, pero eso no quiere decir que no le sepa chupar la sangre. Se lo o¨ªa comentar a unos vecinos de Drassanes el otro d¨ªa ante un solar: los que ten¨ªan pisos de propiedad quer¨ªan un parque, los que estaban de alquiler tem¨ªan que los echara la subida del alquiler por culpa de la zona verde.
Por supuesto, hay que construir vivienda social, proteger la seguridad de los arrendatarios y etc¨¦tera. Pero me temo que todo eso fracasar¨¢ y los precios seguir¨¢n subiendo si nos empe?amos en continuar creando una ciudad que se protege a s¨ª misma de cuanto la rodea. Que los trenes de Vilanova, Vilafranca, Tarragona sean tan lentos y escasos como los de Matar¨® o Vic, que cueste casi una hora y media llegar a Igualada o Manresa es un aut¨¦ntico desprop¨®sito que pagan usuarios y trabajadores, ciudadanos de alguna parte, en definitiva, a quienes se pide una flexibilidad horaria y una movilidad laboral que las infraestructuras no permiten. Trabajamos con internet y nos movemos con el vapor de Matar¨®.
Nada, me temo que seguiremos con los David Harvey de turno, la turismofobia y con cosas tan inconcretas como el derecho a la ciudad. No hay nada m¨¢s f¨¢cil que hablar del urbanismo de Toronto y de las grandes revoluciones metropolitanas para no tener que hablar de Sants o del Garraf. O de Gabriel Alomar.
Francesc Ser¨¦s es escritor.
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