El travieso seductor del jazz
Jamie Cullum es el cl¨¢sico jazzista que provoca urticaria entre los guardianes de las esencias del jazz, pero con un pu?ado de virtudes bien aprovechables
Desde hace ya alg¨²n que otro quinquenio, Jamie Cullum es el cl¨¢sico jazzista que provoca severa urticaria entre los guardianes de las esencias del jazz. O quiz¨¢ no: puede que a estas alturas le hayan dado por imposible. Cullum tiene poco de jazz en sentido estricto, pero conserva un pu?ado de virtudes bien aprovechables. La primera, su rabiosa y natural empat¨ªa. Se vislumbran los coletazos postreros de Noches del Bot¨¢nico y anoche volv¨ªan las colas generosas a la avenida de la Complutense, el hambre de directo, esas 3.500 almas con cuerpo de jarana. Y todo, en cierta medida, porque Jamie es un tipo divertido. Tambi¨¦n como m¨²sico.
No, claro que un dandi del jazz jam¨¢s comparecer¨ªa con gafas oscuras, ni menos a¨²n con esa escandalosa camisa anaranjada de animador de cruceros. Tampoco abrir¨ªa un concierto con Work of Art, pieza con toneladas de percusi¨®n, coreos masivos para alborotar grader¨ªos hambrientos de euforia y un bajo heredado de la Tamla Motown. Ni proseguir¨ªa con When I Get Famous, canci¨®n socarrona en cada poro con la que Cullum aprovecha para saltar por primera vez hasta y desde lo alto del piano. Nuestro personaje ya no tiene veintitantos, como el t¨ªtulo del disco que le hizo famoso en medio mundo, sino casi 38.
Pero sigue amando la travesura, el gui?o, la seducci¨®n del pilluelo. Ojo, no basta con brincos y declaraciones de amor a la ciudad. Detr¨¢s de I¡¯m All Over It hay un compositor espl¨¦ndido, un tipo que ha interiorizado a Stevie Wonder, Bill Withers y Elton John. Y para la inopinada versi¨®n de Don¡¯t Stop the Music (Rihanna) se precisan toneladas de m¨²sica, un absorbente solo de piano y docenas de referencias mel¨®manas. Las mismas que hacen falta para salir indemne de una lectura de What a Difference a Day Made, en este caso apenas musitada. La f¨®rmula ideal.
El de Essex carece de una voz profunda o arrolladora, pero s¨ª le asiste una intuici¨®n prodigiosa. The Wind Cries Mary se transforma en sus labios en una poderosa arma de soul con ¨®rgano y metales. Shape of You, de Ed Sheeran, es la versi¨®n con la que todav¨ªa nadie se atreve. Y Next Year Baby, rescate de aquel casi inici¨¢tico Twentysomething, en un juguete ir¨®nico de acordes oscuros. Everything You Didn¡¯t Know queda m¨¢s cerca de Coldplay que de Cole Porter. Pero es sencillamente impecable. As¨ª que no seamos tan plastas como para buscarle inconvenientes a las miras abiertas.
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