Dedos de lluvia
El autor recorre una Praga lluviosa y busca conexiones en la ciudad con el radiante sol veraniego de Madrid
Por estos d¨ªas de calor recrecido, a Praga le ha dado por llover. Tal como lo cant¨® el poeta Nezval, la ciudad se peina entonces con dedos de lluvia y a la horda inc¨®moda de las selfies, la masa mon¨®tona de los mismos turistas de siempre, le da por buscarle Kafkas a todo flaco, Mozarts a todo gre?udo y ven a Beethoven en el primer malencarado. Lllueve sobre Praga y parecen llorar los viejos templos y las fachadas intactas de siglos pasados que incre¨ªblemente se han salvado de las diversas devastaciones que le han llovido a Praga desde sus fundaci¨®n.
Ese hombre que camina con bolsas de basura parece la reencarnaci¨®n del rey que encarg¨® el puente de piedra y la dama que habla sola, s¨®lo consigo mismo, parece ser la princesa entra?able que salvara un caballero andante. Efectivamente, en una taberna cercana al teatro ha salido con prisa un joven de peluca despeinada que intentar¨¢ escribir al vapor la obertura para una ¨®pera que estrena por la noche y aquel hombre de ce?o fruncido que le estorba el paso, el que camina encorvado con las manos a la espalda y dan gritos a los adultos que le quedan al paso, mientras le hace cari?os a los ni?os, ¨¦se es el sordo de toda la vida que lleva en la cabeza la enredada melod¨ªa donde Praga se explica por los dedos de la lluvia.
Es la ciudad y es el r¨ªo¡ es el castillo y su catedral. Es la Praga que si no lloviera, quiz¨¢ no se echar¨ªa tanto de menos al dejarla o quiz¨¢ no se anhelar¨ªa con tanto cari?o poder volver a caminarle la espalda medieval, la cara de sus sinagogas y el paisaje de sus puentes. Es la ciudad que se mide con dedos de lluvia para que, de pronto, en medio de una peque?a plaza, aquel hombre extremadamente delgado que ven¨ªa sigui¨¦ndome se detenga para observar lo que lleva en la palma de la mano, la mano alargada en dedos de lluvia y su mirada se agudiza y no tiene ya palabras y su pelo de tinta se queda quieto mientras el mundo entero gira alrededor de este hombre delgad¨ªsimo que se queda mirando las alas de un raro insecto que llevan tatuadas en su delicada trama todas las cosas secretas que unen desde ahora a la Praga de la lluvia con el Sol de Madrid.
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