El Atl¨¦tico se va, pero el negocio sigue
Las consecuencias del cierre del Calder¨®n divide a los comerciantes cercanos al antiguo estadio
El amor les dur¨® medio siglo. Despu¨¦s de 51 a?os en el distrito de Arganzuela, barrio y?Atl¨¦tico de Madrid se hab¨ªan mimetizado. ¡°Crecer aqu¨ª fue determinante para convertirme en colchonero¡±, admite ?scar, un vecino. El club compr¨® en marzo el estadio de La Peineta, en San Blas, e inici¨® su mudanza.
El cambio de ubicaci¨®n divide al vecindario desde entonces. Todos los habitantes del barrio coinciden en la p¨¦rdida sentimental, pero no hay consenso cuando se habla de negocios.
Los hosteleros de la zona, que concentra un centenar de bares, divergen. Unos sostienen que sin f¨²tbol se ver¨¢n abocados a cerrar; otros creen que el derribo del campo, que comenzar¨¢ en enero, y el posterior aumento de vecinos les ayudar¨¢ a mejorar su econom¨ªa.
Los bares m¨¢s afectados son los m¨¢s cercanos al estadio Vicente Calder¨®n, cuyos alrededores ahora asemejan a un desierto. ¡°Los del Atleti somos humildes, pero tambi¨¦n nos vamos de vacaciones¡±, bromea el camarero del Restaurante 1903, por el que se accede al museo del club, a¨²n abierto. Al ser una concesi¨®n, sus administradores dejar¨¢n el local en diciembre, cuando se cierra definitivamente el estadio. ¡°Estamos negociando mudarnos con ellos¡±, revela Juli¨¢n del Casar, su gerente.
El otro negocio incrustado en las paredes del estadio, el bar El Doblete, baj¨® en julio la persiana, pero estar¨¢ en el nuevo campo, que se estrena el 16 de septiembre, en la cuarta jornada de Liga. ¡°La l¨®gica hace suponer que la mayor¨ªa de los bares tengan que cerrar. Viven del f¨²tbol¡±, avanz¨® su gerente, Pedro S¨¢nchez, hace meses en un documental.
En la misma pel¨ªcula, Rafael S¨¢nchez, del bar El Parador, aseguraba: ¡°Vivimos del f¨²tbol. Si cierra el estadio, nos iremos. Aqu¨ª no hay vida¡±. Ahora, un empleado del local confirma que, ¡°de momento¡±, el bar seguir¨¢ abierto: ¡°No sabemos a¨²n c¨®mo nos va a afectar el traslado, pero somos conscientes de que habr¨¢ menos afluencia¡±.
Para Enrico Spossato, gerente de El Rancho , un exclusivo asador argentino, la marcha del Atl¨¦tico es positiva: ¡°Estamos siempre llenos, pero los d¨ªas de partido ven¨ªa menos gente¡±. Esos d¨ªas una legi¨®n de colchoneros tomaba el paseo de los Melanc¨®licos, la calle de acceso al viejo estadio. Los aficionados colmaban los bares y, en algunos de ellos, la caja se triplicaba, explican algunos hosteleros. Suced¨ªa apenas 30 d¨ªas al a?o, cuando se jugaba en casa. El resto de los d¨ªas, los locales ejerc¨ªan de frontera entre el r¨ªo Manzanares y una estructura gigantesca que ocupa gran parte de un vecindario semipoblado.
¡°A nosotros el cambio nos beneficia¡±, afirma Juan Crespo, cocinero en El Chisc¨®n de la Ribera. El bar lleva 15 a?os abierto frente al Calder¨®n y, aunque ha vivido muchas tardes de gloria, la mayor parte del a?o apenas hab¨ªa p¨²blico. ¡°Cuando tiren el estadio, vendr¨¢n operarios. Hay cuatro a?os de trabajo por delante. Levantar¨¢n m¨¢s de mil viviendas, y tambi¨¦n habr¨¢ m¨¢s vecinos. Nosotros tenemos ya la experiencia de las obras de la M-30. Eran 30 desayunos y men¨²s m¨¢s diarios. No se puede vivir solo del f¨²tbol¡±, explica Crespo.
Pelayo Guti¨¦rrez, presidente de la Asociaci¨®n de Vecinos Pasillo Verde, afirma que los residentes llevaban tiempo quej¨¢ndose por las molestias que les provocaba la presencia del estadio: ¡°Los d¨ªas de partido supon¨ªan un trastorno de tr¨¢fico y aparcamientos¡±. En el futuro tendr¨¢n que lidiar con un barrio con 1.400 nuevas viviendas, las que proyecta el plan urban¨ªstico, pendiente de aprobarse en pleno.
Otros vecinos, como Pedro, se entristecen con la marcha del Atl¨¦tico de Madrid: ¡°El Calder¨®n era nuestro emblema¡±. El Atl¨¦tico, a fin de cuentas, ¡°es un sentimiento¡±, explica Juanfran de la Fuente. Viene desde Fuenlabrada para decir adi¨®s al campo y comprar la nueva camiseta. Mar¨ªa Vega y Blanca, trabajadoras de la tienda oficial, le recomiendan que inscriba el dorsal con los caracteres del centenario. Como cantaba Joaqu¨ªn Sabina, otro colchonero declarado, ¡°hay amores que nunca mueren¡±.
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