Mir¨®, en el ombligo del mundo
El mosaico que el artista regal¨® a Barcelona en 1976 para dar la bienvenida a los que llegaran por mar, epicentro de la respuesta al atentado
Los griegos consideraban que el centro del mundo estaba en la ciudad de Delfos, el lugar donde se hab¨ªan cruzado las dos ¨¢guilas que Zeus hab¨ªa ordenado volar desde los dos puntos opuestos del Universo. All¨ª se ubicaba el ¨®nfalos, el ombligo del mundo, y all¨ª se construy¨® uno de los grandes santuarios helen¨ªsticos, por ser un lugar sagrado en el que los hombres pod¨ªan comunicarse con los muertos y los dioses. Desde el pasado jueves, cuando la furgoneta que sembr¨® La Rambla de Barcelona de caos y muerte concluy¨® su trayecto sobre el mosaico creado por Joan Mir¨® en 1976, en el Pla de l¡¯Os, la obra del artista se ha convertido en el epicentro de la respuesta a la barbarie y el lugar donde miles de personas depositan sus flores, velas y objetos de todo tipo, como camisetas y mu?ecos, cargados de mensajes de solidaridad y condolencias hacia las 15 v¨ªctimas mortales y casi centenar de heridos.
Mir¨® quiso regalar a su ciudad tres obras que recibieran a los visitantes que llegaban a Barcelona: una por aire y por eso cre¨® el enorme mural de 50 metros que se instal¨® en la terminal del aeropuerto de El Prat; la segunda, una enorme escultura de 60 metros que se instalar¨ªa en el parque de Cervantes, junto a la Diagonal, que vieran los que acced¨ªan en coche, pero no lleg¨® a materializarse. La tercera, era este mosaico multicolor de unos 65 metros cuadrados, en realidad un c¨ªrculo irregular de unos ocho metros de di¨¢metro, que deb¨ªa recibir a los que llegaban a la ciudad por v¨ªa mar¨ªtima.
¡°Un lugar vivo y activo¡±
¡°Es una coincidencia que la furgoneta se parara all¨ª, pero creo que Mir¨® estar¨ªa convencido de que La Rambla es un lugar realmente vivo, activo y de paso y por eso le dio esta simbolog¨ªa de bienvenida. Pero en La Rambla pasa de todo: ahora es una desfile de turistas, pero era un lugar de mercadeo y, muy cerca, era donde se ajusticiaba a los reos¡±, explica Rosa Maria Malet, directora de la Fundaci¨®n Joan Mir¨® de Barcelona.
Para la experta, esta coincidencia ¡°entra dentro de las posibilidades de una obra de arte que no se ha creado como algo que se mira pero no se toca, sino como algo vivido, algo que puede hacer posible que la obra se convierta en un punto de testimonio o de recuerdo para todas estas v¨ªctimas¡±.
Pero el artista puso una condici¨®n: que el mosaico, como el resto del pavimento, pudiera ser pisoteado por todos los que transitaran por esta v¨ªa natural de acceso al centro de la ciudad. La ausencia de protecci¨®n e indicaci¨®n ha hecho que, hasta el pasado jueves, muchos turistas y barceloneses no fueran conscientes de que estaban sobre un aut¨¦ntico mir¨®, pese a que en una de sus 6.000 baldosas lleva la firma del artista.
Mir¨®, entusiasmado con la idea ya que hab¨ªa nacido en el cercano pasaje del Cr¨¦dit, junto a la calle Ferran, cre¨® un peque?o esbozo que conserva la Fundaci¨®n Joan Mir¨® de Montju?c en el que traz¨® un c¨ªrculo que encierra otros elementos como una flecha que da movimiento y marca la direcci¨®n hacia la plaza de Catalunya. A partir de este dibujo, Joan Gardy-Artigas, hijo del ceramista y amigo de Mir¨®, Josep Llorens i Artigas, realiz¨® la obra en colaboraci¨®n con los talleres Escofet, que crearon las baldosas de 10 por 10 cent¨ªmetros con cemento blanco te?ido con pasta de vidrio en color blanco, azul, encarnado, amarillo y negro.
Los trabajos de instalaci¨®n de las piezas comenzaron el 2 de noviembre de 1976 y el 23 de diciembre, se inaugur¨® (por lo que el a?o pasado cumpli¨® 40 a?os) a primera hora de la tarde, coincidiendo con el momento en que la furgoneta baj¨® a toda velocidad arrollando a los que se cruzaban a su paso. Entre los asistentes, adem¨¢s del alcalde Josep Mar¨ªa Socias Humbert ¡ªel ¡°alcalde de los vecinos¡±, nombrado por Juan Carlos I al inicio de la Transici¨®n¡ª estuvieron los representantes de la Asociaci¨®n de Comerciantes y Amigos de la Rambla, la entidad que hab¨ªa sugerido que la obra se colocara en este espacio que hab¨ªa que reurbanizar.
Mir¨® no pudo visitar su colorista mosaico hasta un mes despu¨¦s. El artista, discretamente, se acerc¨® a La Rambla y observ¨® las reacciones de la gente. Despu¨¦s de mirarla atentamente, un alba?il se le acerc¨® y le coment¨® que las baldosas estaban mal colocadas. ¡°No sabe lo que me ha costado convencer a los operarios que las pusiesen de forma irregular¡±, le contest¨®.
La ubicaci¨®n de la obra ha obligado a unas continuas labores de conservaci¨®n: en 1992 se tuvieron que sustituir un gran n¨²mero de las piezas azules, las m¨¢s castigadas, y muchas de las amarillas y rojas. En 2007 se sustituyeron, tras invertir 32.000 euros, todas las losetas de color por otras realizadas en Escofet, como las de 1976. La ¨²ltima intervenci¨®n fue en 2013, momento en que se cambiaron las piezas de color azul, las m¨¢s afectadas por el trasiego humano. La prensa ya se?alaba que el uso ser¨ªa el principal problema de esta obra: ¡°El pavimento del paseo de peatones sufre m¨¢s desgaste, por el paso de peatones, que el de la calzada de autom¨®viles. Eso indica que Las Ramblas lo son todo para la ciudad, el lugar m¨¢s concurrido, el m¨¢s importante, donde todo el mundo puede encontrarse¡±. Lo era entonces, y lo sigue siendo ahora. El a?o pasado deambularon por La Rambla 78 millones de personas.
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