Elige tu propia aventura
En el parlamento catal¨¢n hubo quienes quer¨ªan ver una pel¨ªcula de Marvel y se encontraron una de piratas
No se cab¨ªa en el Parlament, de tanta celebrity que hab¨ªa acudido a esta nueva jornada hist¨®rica (la n¨®mina de jornadas hist¨®ricas est¨¢ llenando tanto el disco duro nacional que, cuando esto llegue a su fin, sea ¨¦ste cual sea, habr¨¢ que hacer un vaciado selectivo e intenso; con car¨¢cter retroactivo, y en funci¨®n de c¨®mo termine todo, veremos cu¨¢nta historia, en realidad, tuvo cada jornada concreta que se anunci¨® como tal).
Hab¨ªa en la tribuna de p¨²blico expresidentes de la Generalitat y del Parlament, presidentes de entidades, de academias y de escaleras, arquitectos y fil¨®sofos y hermanos y amigos varios, periodistas que no pisaban el Parlament desde que el CDS ten¨ªa grupo propio, periodistas de sucesos, plat¨®s de tele y de radio con tertulias preparadas y tertulias de pasillo tan improvisadas como el orden del d¨ªa de este pleno.
Muchos de los visitantes hab¨ªan entrado con ganas de solemnidad y se desesperaban progresivamente viendo cu¨¢n prosaico puede llegar a ser el camino hacia la rep¨²blica libre, independiente y guapa. Hab¨ªan reservado asiento para ver Invictus (la de Mandela) y se encontraban de momento con El Pr¨ªncipe de Zamunda (la de Eddie Murphy). Quer¨ªan disfrutar con una superproducci¨®n de Marvel y se topaban con una peli antigua de piratas. Bueno, de filibusteros contra bucaneros, seg¨²n los t¨¦rminos parlamentarios utilizados en el hemiciclo, donde filibustero define al diputado o diputada que obstaculiza con argucias reglamentarias la marcha del debate y el bucanero ¡ªuna novedad de la sesi¨®n¡ª el que fuerza el reglamento para colar propuestas y leyes sin darle preceptiva bola a la oposici¨®n.
La mayor¨ªa del p¨²blico asist¨ªa entre at¨®nito y muy at¨®nito al ir y venir de peticiones de palabra por alusiones, por cuestiones de orden o porque yo lo valgo, con la sensaci¨®n de que el reglamento del Parlament es uno de aquellos libros juveniles que se llamaban Elige tu aventura, y que permit¨ªan a cada lector componer su propia historia, saltando de una p¨¢gina a otra en funci¨®n de criterios diversos. Y con la sensaci¨®n de que alguien no hab¨ªa previsto adecuadamente lo que pod¨ªa ocurrir con una tramitaci¨®n forzada de origen y, por decirlo suave, sin el entusiasmo de la oposici¨®n por su fondo. En un momento del happening me vino a la memoria aquella frase c¨¦lebre que dijo alguien ¡ª?ser¨ªa Churchill? casi siempre es ¨¦l¡ª: "Haga usted las leyes, y d¨¦jeme a m¨ª los reglamentos".
Debates procedimentales aparte, dicen que caminamos hacia el choque de trenes, pero viendo la red ferroviaria peninsular, la impresi¨®n es que mientras unos han montado una estaci¨®n gigante del AVE con ingenieros, constructores y magistrados del Constitucional con un acceso repentino de workaholismo, los otros, de momento, andan a pie por la v¨ªa. A trompicones. Y les prometo que caminar pisando por encima de los pedruscos de una v¨ªa f¨¦rrea es el m¨¦todo m¨¢s sencillo para dislocarse un tobillo en un plis.
Mientras pienso todo esto, y en el hemiciclo Carrizosa, el de Ciudadanos, aturde la sesi¨®n esgrimiendo el art¨ªculo 76 punto 4, o la resoluci¨®n 95 barra 96, o la disposici¨®n adicional 69 punto G, observo que en el pupitre de una diputada reposa un libro, La Mente Naufragada, de Mark Lilla. Es un an¨¢lisis sobre el pensamiento reaccionario, pero su t¨ªtulo, en las circunstancias vividas, se presta a muchas lecturas.
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