Juro que no estoy abducido
Me fue muy dif¨ªcil no ir a votar despu¨¦s de la perplejidad y la indignaci¨®n que fui incubando en los d¨ªas anteriores al refer¨¦ndum no acordado e impugnado por el Constitucional
1. Dos circunstancias hicieron que cambiara de opini¨®n en torno a la cita electoral por el refer¨¦ndum impugnado por el Tribunal Constitucional. Las dos colmaron mi paciencia de ciudadano en Catalu?a, un ciudadano que hab¨ªa decidido no participar con su voto en el refer¨¦ndum no acordado, urdido con una mayor¨ªa simple (cuando lo pertinente hubiera sido una cualificada dada la trascendencia de lo propuesto a aprobar) en el Parlament de Catalu?a el ¨²ltimo 6 de septiembre.
La primera de ellas fue la contumaz falacia de que los catalanes est¨¢n narcotizados o abducidos por el nacionalismo. Y ya no digamos, los independentistas. Firmas de relieve, gente a la que respeto y leo siempre que puedo, opinadores de post¨ªn (en este mismo diario, incluso), llevan segregando desde hace mucho tiempo esa insidiosa teor¨ªa.
Trato de hacerme una idea de c¨®mo personas tan poco sospechosas de fervor independentista como Eduard Punset, por citar un ejemplo muy difundido por las redes, pudieron ser narcotizados por el nacionalismo. He visto a Punset en televisi¨®n haciendo programas de divulgaci¨®n cient¨ªfica de excelente calidad y me cuesta mucho, much¨ªsimo, ver en la solidez de su discurso el m¨¢s m¨ªnimo rasgo de enajenaci¨®n ideol¨®gica; trato de descubrir algo sospechoso y observo que su mirada no acusa ese brillo desmedido y alucinante del que no procede de este planeta (seg¨²n nos ense?aron las novelas de ciencia-ficci¨®n), producto de la abducci¨®n a que fuera sometido por las instituciones catalanas.
S¨¦ que mi amigo y excelente columnista y poeta Antoni Puigverd concurri¨® a votar (donde vio, por cierto, eso que no debi¨® ver nunca en un recinto electoral, probablemente el lugar m¨¢s sagrado de una democracia que se precie de tal). He hablado y hablo con ¨¦l de literatura, pol¨ªtica y nuestros nietos. Y nunca not¨¦ en ¨¦l ning¨²n inquietante s¨ªntoma de abducci¨®n ideol¨®gica.
Le¨ª el ¨²ltimo libro de Francesc Ser¨¦s (La pell de la frontera) y tampoco hall¨¦ nada que me hiciera ver que su eximia literatura est¨¦ imbuida de ninguno de las perniciosas ideas que pululan por la atm¨®sfera de Catalu?a.
Leo a Josep Ramoneda y a Joan B. Culla en este mismo diario y en el Ara y me pasa lo mismo. Claro que sus ideas sobre lo que ocurre en Catalu?a no est¨¢n siempre en concordancia con lo uno pueda pensar sobre lo mismo, pero de ah¨ª a defender a capa y espada que est¨¢n abducidos por lo que sea (puestos a estar abducidos, da lo mismo quienes son los agentes abductores), es ya estar no solo equivocados sino tambi¨¦n a no utilizar toda la inteligencia, la sensibilidad y la buena fe necesarias para analizar un asunto tan complejo como es la grave colisi¨®n entre Catalu?a y el Gobierno del Partido Popular y sus activos colaboradores de C?s en estos desprop¨®sitos.
2. Mi conversi¨®n hacia el voto del 1 de octubre pasado, se reforz¨® inesperadamente el 20 de septiembre. Ese d¨ªa pasaron cosas muy graves. Se intervino la Generalitat en su ¨¢rea financiera, mientras se invad¨ªa el Departamento de Econom¨ªa mediante un grupo de guardias civiles que no sab¨ªan hacer la O con un canuto en materia no solo financiera, sino incluso inform¨¢tica. Aqu¨ª prim¨®, como en el resto de todas las actuaciones de la Guardia Civil y la Polic¨ªa Nacional hasta el d¨ªa 1, el parip¨¦ en la l¨ªnea m¨¢s agresiva del ya tristemente famoso ¡°a por ellos¡±.
El resto ya lo conocemos. Movilizaciones de masas narcotizadas o abducidas; desembarco de efectivos de guardias civiles a los cuales los manifestantes le arrojaban claveles; y por fin, el domingo negro de la democracia espa?ola de los ¨²ltimas d¨¦cadas: golpes, sangre, tortura (romperle a una chica los cinco dedos de su mano con absoluta premeditaci¨®n y conciencia del extremo da?o que se inflig¨ªa, a esto yo lo llamo tortura), asalto y agresi¨®n a poblaciones rurales con menos de 500 habitantes, y vejaciones a mujeres. Me fue muy dif¨ªcil no ir a votar a las seis de la tarde, despu¨¦s de la perplejidad y la indignaci¨®n que fui incubando en los d¨ªas anteriores al refer¨¦ndum no acordado e impugnado por el TC.
3. Es mentira que la sociedad catalana est¨¦ partida o enfrentada. No me dio esta sensaci¨®n cuando estuve visitando colegios electorales el domingo, adem¨¢s del m¨ªo. Vi gente votando de mi barrio (Guinard¨®) y de mi escalera que nunca me hubiera imaginado votando en circunstancias tan an¨®malas. Gente de habla castellana, gente que no comparte incluso el refer¨¦ndum, gente de distintos extractos sociales e ideol¨®gicos, todos votaban, sabiendo incluso que vendr¨ªan a por ellos.
4. La izquierda se debe recomponer. Y si queda tiempo, habr¨ªa que hacer que nuestra derecha fuera un poco m¨¢s progresista. Y perdonen el ox¨ªmoron.
J. Ernesto Ayala-Dip es cr¨ªtico literario.
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