Unidos en la incertidumbre

Entre los municipios de Vilassar de Mar y Santa Coloma de Gramenet, ambos en la provincia de Barcelona, solo hay 15 kil¨®metros de distancia. Pero sus realidades pol¨ªticas son opuestas. En las elecciones auton¨®micas de 2015, las candidaturas independentistas Junts pel S¨ª y la CUP obtuvieron en Vilassar un 61% de los votos; en Santa Coloma, territorio del PSC, el secesionismo s¨®lo sum¨® el 19%. Pese a las diferencias, un recorrido por sus calles ofrece sensaciones comunes entre sus vecinos; la principal de ellas, la incertidumbre.

Mediod¨ªa del 12 de octubre. En Casa Pepe, hist¨®rico bar de Santa Coloma (120.000 habitantes), se siente la efem¨¦ride. Dos j¨®venes entran y el camarero, un cl¨¢sico con chaleco y pajarita, les pregunta c¨®mo est¨¢n. ¡°Bien, ?c¨®mo ¨ªbamos a estar si hoy es la Fiesta Nacional?¡±, contestan ellos. Comentan los grupos de WhatsApp en los que participan; uno destaca que fulano insiste demasiado para que vuelvan a jurar la bandera; otro dice que mengano se pasa con los chistes, que podr¨ªa poner alguno ¡°del otro lado¡±. Entra otro asiduo, para comprar un puro. Examina la caja del tabaco, toma un cigarro y a?ade que se lo lleva a rega?adientes ¡°porque aqu¨ª pone que es de Madrid¡±. ¡°Pues tr¨¢eme brevas catalanas y te las vendo¡±, replica el camarero.

Fabi¨¢n Cerezedo y su esposa pasean al perro por la calle de Casa Pepe. Se encuentran lejos de su barrio, Fondo, una zona de recientes olas de migraci¨®n extranjera cuya integraci¨®n, aseguran, les preocupa m¨¢s que la independencia. Cerezedo dice no estar preocupado por el desenlace del choque con las instituciones del Estado y cree que la cosa solo se puede descontrolar ¡°dependiendo de qu¨¦ fuerza utilice el Gobierno¡±. Trabaja en una empresa industrial extranjera ¡ªno precisa m¨¢s¡ª y sostiene que la fuga de empresas es una estrategia del Gobierno para generar miedo que no tiene efecto real en la econom¨ªa pero s¨ª ha calado en la poblaci¨®n: ¡°Incluso mi madre me dijo que quer¨ªa sacar sus ahorros de La Caixa¡±, cuenta.

Eutiquio G¨®mez y su amigo Emilio se encuentra peri¨®dicamente en los bancos de la plaza d¡¯En Manelic para charlar. Don Emilio tiene 90 a?os y emigr¨® hace sesenta a?os procedente de Castilla-La Mancha. Trabaj¨® en una central hidroel¨¦ctrica en Guadalajara y en Santa Coloma se emple¨® en el mantenimiento de las calles y fue ebanista. ¡°Hombre de muchos oficios y pobre seguro¡±, dice con iron¨ªa.

G¨®mez lleg¨® a Catalu?a con 18 a?os y fue miembro activo de los movimientos vecinales de Santa Coloma que durante la Transici¨®n fueron un referente del activismo social para mejorar las condiciones del municipio. ?l considera que el conflicto independentista se nutre de diferentes problem¨¢ticas sociales: ¡°Gota a gota el vaso se derrama. Es lo que ha sucedido, han ido sum¨¢ndose reclamaciones; los j¨®venes en el paro, la gente mayor que sufre por sus pensiones...¡±. Los dos amigos coinciden en que la sensaci¨®n es de incertidumbre. Y ambos se preguntan si el president Carles Puigdemont proclam¨® o no la independencia. ¡°Yo creo que Puigdemont volver¨¢ a hacer lo mismo y no se apear¨¢, por muchas empresas que marchen. Sobre todo lo veo mal para Barcelona, que pierde cr¨¦dito y prestigio¡±, reflexiona Emilio.

Temor a que explote

Ll¨²cia y Luis llevan 52 a?os casados. Aprovechan el d¨ªa festivo para visitar Vilassar de Mar (21.000 habitantes), a orillas del Mediterr¨¢neo. La playa se llena a media tarde de ba?istas y de pescadores. Ll¨²cia y Luis piden un caf¨¦ en una terraza al final de la riera, frente a la carretera que surca el Maresme. All¨ª siguen los carteles que llaman a participar en el refer¨¦ndum del 1-O. A diferencia de Santa Coloma, en Vilassar las banderas esteladas (independentistas) lucen por todas partes. Ll¨²cia es independentista ¡°y catalana de barretina¡±, dice; Luis es gallego y orgulloso de ser espa?ol. Sus diferencias pol¨ªticas son notables pero las solucionan con humor y amor. Coinciden en la preocupaci¨®n, eso s¨ª: ¨¦l porque ve un futuro econ¨®mico negro para Catalu?a y ella porque teme ¡°que los pol¨ªticos no encuentren una salida sin que la situaci¨®n explote¡±.

Entre que es festivo y que hay un puente de por medio, el centro de Vilassar est¨¢ medio desierto. La calle de Sant Ignasi es una v¨ªa de viejas casas de pescadores, casi todas engalanadas con simbolog¨ªa independentista. Un cartel en la plaza del C¨ªrcol recuerda que all¨ª naci¨® el cura Pere Ribot, activista catalanista durante el franquismo. En la plaza, espacio para jugar a la petanca, hay tres chavales. Pasan la tarde escuchando m¨²sica y fumando. Tambi¨¦n comentan la situaci¨®n pol¨ªtica.

El m¨¢s joven es Carlos Le¨®n, de 19 a?os, que repite ¨²ltimo curso de bachillerato. ?l arranca la reflexi¨®n en grupo: ¡°Me preocupa la situaci¨®n pero me preocupa m¨¢s que la gente no reaccione igual con otros problemas. Muchos se movilizan por un sentimiento nacional que no han meditado bien¡±. Aida Sanz, de 21, estudiante de un curso de t¨¦cnica de laboratorio, a?ade: ¡°Lo que falta es escucharnos, la gente est¨¢ intoxicada por los intereses de cada medio o por las cadenas de m¨®vil. Tenemos que pasar de estas influencias para salir de la trinchera, porque ahora o eres independentista o eres facha. Parece que al final solo lo solucionaremos a hostias¡±. Sara Garc¨ªa, la mayor, 22 a?os, se ha formado en atenci¨®n a personas dependientes y est¨¢ en el paro: ¡°El mercado laboral es muy precario. Yo preferir¨ªa que la gente se movilizara por esto, por los suicidios, por lo desahucios¡±.

Los tres se manifestaron el 3 de octubre contra las cargas policiales. ¡°Los dos Gobiernos lo est¨¢n haciendo fatal, pero en democracia la violencia no tiene cabida¡±, advierte Sanz. La actuaci¨®n policial es lo que les motiv¨® a participar en el 1-O, y es lo que los puede movilizar de nuevo a favor de las tesis del independentismo m¨¢s extremo.