La nariz de Homar
El p¨²blico de Girona aplaude la radical versi¨®n de ¡®Cyrano¡¯ de Pau Mir¨® y el actor
Del Cyrano de Llu¨ªs Homar y Pau Mir¨®, estrenado este viernes por la noche en el Teatre Municipal de Girona como una de las guindas finales del festival Temporada Alta y muy aplaudido, hay que destacar de entrada que la versi¨®n del actor y el director, apoyada en la nueva traducci¨®n de Albert Arribas, hace perfectamente inteligible la obra de Rostand pese a ofrecerse recortada y con solo cinco actores. Al igual que suced¨ªa en la Terra Baixa del mismo equipo, la historia, pese al minimalismo del montaje (y que en ocasiones se echa a faltar a los cadetes de Gascu?a), fluye y se hace perfectamente comprensible, incluida la compleja escena del asedio de Arras, en la que ocurren tantas cosas.
La funci¨®n del estreno tard¨® en calentarse. Homar, que se enfrenta a una cantidad de texto verdaderamente amedrentadora, tiene muy pronto dos de los mon¨®logos m¨¢s conocidos, el de las distintas formas de decir que su nariz es grande (?y lo es!) y el duelo rimado del Hotel de Bourgogne, y lleg¨® todav¨ªa un poco fr¨ªo; pero a partir de la escena del balc¨®n, espl¨¦ndida, con el actor mostrando una ampl¨ªsima gama de registros, haciendo pasar al p¨²blico magistralmente de la risa a la emoci¨®n m¨¢s profunda, la representaci¨®n creci¨® en intensidad. Aina S¨¢nchez brilla especialmente en esa escena, probablemente lo mejor del espect¨¢culo, con Cyrano y Christian de Neuvillette (?lex Batllori) uni¨¦ndose para conquistar a Roxane (y a los espectadores).
Homar y Mir¨® han situado la acci¨®n en un ambiente de sala de armas de esgrima deportiva, con las caretas, las armas y la pista componiendo el decorado junto a unos m¨®dulos m¨®viles y una fila de asientos. Lo de la esgrima deportiva, con las indumentarias blancas, aleja el montaje de una versi¨®n convencional de capa y espada de la obra ¨Cla acostumbrada, vamos-, que es lo que se pretend¨ªa, y en ese sentido funciona. A destacar el esfuerzo que han hecho los int¨¦rpretes para moverse y pelear como verdaderos tiradores, lo que, les aseguro, no es nada f¨¢cil sin a?os de pr¨¢ctica. Homar incluso se permite hacer una flecha ¨Cun ataque impetuoso con salto hacia adelante¨C en uno de sus combates, y la hace bien. Algunas prendas se han arreglado para resultar m¨¢s c¨®modas, favorecedoras y vistosas: es sabido que la ropa de esgrima puede resultar muy ardua de vestir.
Joan Anguera, que interpreta a varios interlocutores y confidentes de Cyrano, como Ragenau, resulta un poco trist¨®n y apagado en su dif¨ªcil tarea. Albert Prat hace un conde De Guiche que pasa de villano a arrepentido y carga tambi¨¦n a sus espaldas la reducci¨®n de personajes. Muy bonitas y evocadoras las canciones que ha creado para la obra S¨ªlvia P¨¦rez Cruz y que ella misma canta (grabada). La funci¨®n dura una hora y cincuenta minutos, no tiene intermedio y pasa r¨¢pido.
La escena final, despojada y oscura, resulta muy conmovedora, con Homar caracterizado como una mezcla de clown y actor pirandelliano. Cuando se quita el gorro de lana que porta y que recuerda, curiosamente, al que usaba hace tantos a?os (1983) en Av¨ªs per a embarcacions petites, deja ver en la cabeza una herida espantosa (la de la viga que le han arrojado y que le provoca la muerte). El actor est¨¢ enorme en esa ¨²ltima escena, en la que echa el resto y, sin duda, como reza el estribillo de la conocida canci¨®n del italiano Francesco Guccini Cirano: ¡°Non perdona e tocca¡±. Estocada al coraz¨®n. Habr¨¢ a quien no le guste el gesto de quitarse la nariz tras su ¨²ltima r¨¦plica, cuando ofrece su postrera raz¨®n, su ¡°panache¡±, su estilo, su dignidad. Pero desde luego es un notable golpe de efecto. La nariz de Homar ya est¨¢ en el cat¨¢logo de las narices de Cyrano, junto a la de Flotats y la de Arquillu¨¦, y como al valiente, orgulloso y desmesurado poeta espadach¨ªn ha de acompa?arle, precedi¨¦ndole, claro, a la gloria.
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