Luz Casal, humildad de tiros largos
La gallega se al¨ªa con la Banda Sinf¨®nica para inundar el Teatro Real con sus canciones m¨¢s populares
El d¨ªa aquel en que Lennon pidi¨® al p¨²blico del Royal Variety que "hiciera sonar sus joyas" al ritmo de 'Twist and shout' seguramente no sospechaba que la m¨²sica popular encontrara tan frecuente asiento en los escenarios m¨¢s pomposos. Han transcurrido 55 a?os de aquello y, hu¨¦rfanos de la irrepetible mordacidad del gafotas de Liverpool, al menos podemos congratularnos de que nuestro Teatro Real se haya vuelto extraordinariamente poroso a los grandes nombres del pop.
No hab¨ªa diamantes ni abalorios que agitar este viernes en el patio de butacas, sino gentes de toda clase, edad y condici¨®n a la que un¨ªa su debilidad por Luz Casal, una de esas artistas que ya no sabe de saltos generacionales porque ha acabado gustando a todo el mundo. Y que esta vez se ali¨® de manera extraordinaria con la Banda Sinf¨®nica Municipal para dar forma a uno de esos conciertos solo imaginables con la magia que los ubicuos Melchor, Gaspar y Baltasar fueron desperdigando por la ciudad durante todo el d¨ªa.
Irrumpi¨® la gallega por el inmenso escenario a eso de las 12.05, impecable con un vestido morado como el color de esa solidaridad ahora mismo irrenunciable, y la esperaban ya m¨¢s de medio centenar de m¨²sicos de punta en blanco. La alianza (a la que ahora queda m¨¢s moderno denominar "maridaje" ya hab¨ªa arrojado resultados interesantes con Amaral, justo 365 d¨ªas antes, y Luz supo prolongar el idilio entre esos dos universos musicales que tantas veces se miraron de reojo o dieron la espalda. Entre otras cosas, porque la banda del Ayuntamiento no siempre se conform¨® con unos arreglos can¨®nicos. 'Un nuevo d¨ªa brillar¨¢' cont¨® con el inesperado pr¨®logo de 'Negra sombra',
esa melod¨ªa con la que ning¨²n gallego en el mundo ha dejado l¨¢grima por verter. Y 'No me importa nada' se ti?¨® de un cierto deje brasile?o, lo que le permiti¨® a nuestra protagonista marcarse alg¨²n t¨ªmido bailecito a la vera de los clarinetistas.
Mencion¨® Luz, sin hacer mayor hincapi¨¦, aquel "paro forzoso" que el c¨¢ncer le impuso en 2010, periodo que aprovech¨® para empaparse en la tradici¨®n de la canci¨®n latinoamericana. Hasta cuatro piezas del disco de aquel entonces ('La pasi¨®n') desliz¨® junto a sus nuevos amigos sinf¨®nicos, bolerazos o chachach¨¢s ante los que hasta Los Panchos o don Antonio Mach¨ªn habr¨ªan claudicado. Pero puede que el momento m¨¢s ¨ªntimo y emotivo lo propiciara el mano a mano con el pianista Albert Palau para 'Sentir' y 'Piensa en m¨ª'. Y el m¨¢s despendolado y expansivo, esa versi¨®n casi rockera de 'Pedazo de cielo', que para eso el bramido de los metales puede sonar muy 'heavy'. Y m¨¢s si el director de la banda, Rafael Sanz-Expert, desliza, como luego en 'Loca', hasta un solo de saxo.
Casal hab¨ªa asomado con gesto de agarrotamiento, pero fue ganando confianza hasta confesarse en los bises: "Me ha costado decidirme, por miedo y exceso de responsabilidad. ?Una sola y sencilla cantante rodeada de tantos m¨²sicos excelentes!", casi murmur¨®. Y a¨²n result¨® m¨¢s humilde y entra?able cuando una admiradora le grit¨®: "?eres un ejemplo!". Y ella, paralizada durante unos segundos, acab¨® por musitar: "Soy una mujer de aldea y no estoy demasiado acostumbrada a los piropos". Humildad y grandeza de tiros largos.
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