Inmovilizados por la ¡®rauxa¡¯
Es urgente que renazca el 'seny'. Y que vuelva la pol¨ªtica de pacto, esa despreciada hero¨ªna
Tras d¨¦cadas de sentido com¨²n, de pol¨ªtica de peix al cove (m¨¢s vale p¨¢jaro en mano), de pac¨ªficas manifestaciones familiares ondeando senyeres, de volver cada 12 de septiembre a abrir la tienda y a ahorrar para la vejez, Catalu?a parece haberse vuelto loca, social y pol¨ªticamente loca. Dicen que la rauxa, una vena arrebatada que equilibra al aburrido seny y adopta lo absurdo como posible, es parte del alma catalana. La novedad es que ha dejado de ser un sentimiento creativo para convertirse en un estado de ¨¢nimo permanente. Catalu?a vive instalada en la rauxa.
Han vuelto los almog¨¢vares, los fieros soldados reclutados por Roger de Flor. Los actuales no gritan desperta ferro, ni se lanzan al combate cuerpo a cuerpo, pero su fe patri¨®tica es comparable a la de aquellos guerreros. Educados para seguir aunque no se vea final, incapaces de negociar, mostrando un odio ancestral por el traidor, el arrebato de los actuales almog¨¢vares se plasma en las redes sociales, y se ve en las manifestaciones o en las huelgas que cortan carreteras y estaciones. Parecen muchos de ellos burgueses bien comidos y vestidos, pero sus gestos denotan una indignaci¨®n y una inocencia m¨¢s propia de j¨®venes antisistema que de se?ores que siempre pasearon por la acera m¨¢s lejana a la manifestaci¨®n.
En general, el patriotismo se limita a adherirse a cada nuevo s¨ªmbolo o pancarta de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) o de ?mnium Cultural. Durante estas fiestas navide?as, vi a algunos hombres y mujeres luciendo el lazo amarillo en el ojal, ajenos al hartazgo que el secesionismo provoca dentro y fuera de sus tierras. Los espa?oles, seg¨²n la encuesta del CIS, ya no consideran el conflicto catal¨¢n como uno de sus problemas principales; sin embargo, muchos siguen pensando que la fuerza y riqueza de nuestras tierras no ser¨¢ ignorada por el planeta Tierra. ¡°Tranquila, Espa?a no puede vivir sin nosotros; si Catalu?a se arruina, se arruina Espa?a¡±, me razonaba un amigo mientras beb¨ªamos cava. Paz por presos, vino a decir ante mi asombro. En la nube de autoafirmaci¨®n nacional, solo dejan entrar a gente arrebatada. Los sensatos nos quedamos en tierra, sufriendo.
El d¨ªa de Sant Esteve, cuando el Coro del Orfe¨® cantaba el Cant de la Senyera envuelto en banderas estelades, mi madre, devota de la vieja cuatribarrada, jur¨® no volver al tradicional concierto. Hace unos a?os, un cr¨ªtico musical me cont¨® la reprimenda recibida por escribir sus notas sentado mientras se cantaba el texto del poeta Joan Maragall. El entonces presidente del Palau, F¨¨lix Millet i Tusell, le llam¨® la atenci¨®n: ¡°Debes levantarte, mostrar respeto por nuestro himno patri¨®tico y catalanista; dejas en mal lugar a tu peri¨®dico¡±. Millet, ese patriota, sigue a la espera de sentencia por el expolio del Palau para financiar a Converg¨¨ncia y a s¨ª mismo. A ¨¦l ya no le preocupa la independencia. Solo la libertad; la suya, claro.
Sentimientos al margen, es importante reconocer que un 47% de Catalu?a ¡ªdesde la derecha a la extrema izquierda¡ª volvi¨® a votar a partidos soberanistas y vive en su rep¨²blica imaginada al margen de cualquier Estado de derecho. Incluso est¨¢ dispuesta a aceptar que un presidente virtual dirija el pa¨ªs por control remoto. Es cierto que de esa rauxa sin fin se van desmarcando algunos pol¨ªticos ¡ªdesde el ya olvidado Jordi Baiget al reciente Artur Mas¡ª; pero, con gente declarando en los tribunales o entre rejas, es improbable que Catalu?a se baje de la nube y que sus dirigentes se quiten la capa de superh¨¦roe. Por el momento, se limitan a dar pasitos a un lado.
Este proceso en el que llevamos viviendo a?os, si bien nos lo guisamos entre todos y tiene muchos culpables, nos lo vamos a comer solitos, entre catalanes. Sin reconciliaci¨®n social a la vista, sin pactos parlamentarios transversales, por supuesto sin intervenci¨®n de Europa, seguiremos viviendo en el pa¨ªs del nunca jam¨¢s, donde ya aflora el siempre larvado sentimiento de superioridad nacional. Ese af¨¢n supremacista ¡ªel temible virus que ha atacado a tantos pa¨ªses europeos¡ª puede llevar a pensar que los catalanes nos merecemos la luna, que este pa¨ªs rico produce seres extraordinarios que se pueden saltar las leyes sin pagar por ello. No es idea nueva, ya la adelant¨® Francesc Pujols, un fil¨®sofo tocado por la rauxa y amigo de Dal¨ª: ¡°Llegar¨¢ un d¨ªa¡±, dijo, ¡°en el que los catalanes, por el solo hecho de serlo, lo tendremos todo pagado¡±. Con otro a?o a la vista inmovilizados por la rauxa , es urgente que renazca el seny . Y vuelva la pol¨ªtica del pacto, esa despreciada hero¨ªna.
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