La noche loca del orgullo ¡®egebero¡¯
¡®Yo fui a EGB¡¯ se convierte en gira musical y congrega a 16.500 maduritos en el WiZink Center
No disimule. Si usted recuerda con nitidez el balanceo del pez¨®n izquierdo de Sabrina, eso es porque le pilla lejos la generaci¨®n millenial. Igual que si asocia las empanadillas con la cocina t¨ªpica mostole?a. Y si las actuaciones de Boney M, lejos de producirle perplejidad antropol¨®gica, le traen recuerdos de fiestas patronales, entonces es que fue de los que a¨²n estudi¨® la EGB. Segur¨ªsimo.
La nostalgia puede resultar necesaria, inevitable o traum¨¢tica, seg¨²n la escuela que abrace su psicoterapeuta. Pero hay algo que deja poco margen a la duda: en t¨¦rminos econ¨®micos, constituye un activo rentable. Lo han acabado certificando los promotores de Yo fui a EGB, que abonaron esa morri?a como divertimento para las redes sociales y se han encontrado con una marca que propicia libros, discos y, ahora, una gira musical. La puesta de largo (que es expresi¨®n apropiadamente viejuna) tuvo lugar anoche en el WiZink Center durante cuatro horas largas, tiempo suficiente para poner a prueba caderas, rodillas, cervicales, pr¨®statas y dem¨¢s ¨¢reas delicadas. Casi todos, que conste, sacaron buena nota.
Unos 16.500 asistentes hicieron alarde de resistencia sin un triste Burmar Flax que llevarse a los labios. Y con las conexiones 4G algo quebradizas ante semejante gent¨ªo. Pero no se iban a achantar tan f¨¢cilmente quienes mecanografiaban sus trabajos del instituto (tac, tac, tacatac, clin) con una Olivetti. A falta de lo que dictamine el Twitter de @RAEinforma al respecto, el humorista Carlos Latre, maestro de ceremonias, decidi¨® bautizarlos como egeberos. Y el sentimentalismo dej¨® paso al desmelene, la euforia, incluso el orgullo.
Actuaron entre otros Ana Torroja, Danza Invisible y Los Rebeldes
Latre luci¨® una camiseta de Ruperta, la calabaza del Un, dos, tres, y acab¨® dividiendo en dos el pabell¨®n para que canturreara ¡°Tigres, leones, todos quieren ser los campeones¡±. Desfilaron Los Rebeldes, La Frontera (¡°Incre¨ªble estar aqu¨ª, con tan buen rollo¡±, murmuraba Javier Andreu con su voz de ultratumba), Danza Invisible o Manuel Espa?a, de La Guardia, que grab¨® desde el escenario Mil calles llevan hacia ti (¡°para que lo vea mi madre¡±, dijo). Vicky Larraz, con gasas azulonas, se puso al frente de sus Ol¨¦ Ol¨¦ para recuperar t¨ªtulos como Bravo, samur¨¢i (sic). Modestia Aparte demostraba que Taburete no es un caso aislado en la evoluci¨®n del pop con voz nasal. Y faltaban los platos fuertes: la a¨²n exuberante Sabrina Salerno, flanqueada por dos bailarines morenazos; Ana Torroja y una larga ristra de ¨¦xitos de Mecano, unos Boney M empeque?ecidos desde que nos dejase Bobby Farrell, aquel descamisado pecholobo que bailaba de esa manera tan extra?amente estramb¨®tica. Fue todo divertido, o decadente. Incluso delirante. Resumiendo: estamos EGB. En general, bien. Pero sin entrar en mucho detalle.
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