El cardenal Osoro pone el punto final a la era de Rouco
La toma de posesi¨®n de tres prelados auxiliares deja en el limbo a Mart¨ªnez Camino, exportavoz y hombre fuerte del que fuera durante 23 a?os arzobispo de Madrid
El cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, presidi¨® esta ma?ana en la catedral de La Almudena la ordenaci¨®n de sus tres obispos auxiliares, los presb¨ªteros Jos¨¦ Cobo Cano, Santos Montoya Torres y Jes¨²s Vidal Chamorro. La ceremonia se celebr¨® en loor de multitudes, concelebrada por decenas de obispos, entre ellos los cinco cardenales con sede en Espa?a. Ocuparon lugar destacado varios l¨ªderes de iglesias cristianas no cat¨®licas. ¡°Gracias al Santo Padre, el papa Francisco, que me ha regalado estos tres nuevos obispos auxiliares para dar noticia de Jesucristo multiplicando la presencia del pastor en medio de su pueblo. Nuestro tiempo es para la comunidad¡±, dijo el pont¨ªfice madrile?o en su homil¨ªa.
El gozo de Osoro, que esperaba este momento con indisimulada ansiedad desde que tom¨® el mando en agosto de 2014, refleja un estado de ¨¢nimo largamente aplazado. ¡°Se completa la revoluci¨®n en Madrid¡±, se dijo cuando Francisco anunci¨® la pasada Navidad el nombre de los elegidos. Intentaba poner fin a la Iglesia del no, bronca, opuesta a reformas que la sociedad ha asumido sobradamente, poco amiga de dialogar o entenderse con la sociedad civil y laica. Adem¨¢s, en un episcopado envejecido (con una media de edad por encima de los 67 a?os y decenas de altos prelados que ya han superado los 75), los nuevos obispos rondan los 50 a?os, y uno ni siquiera los ha cumplido. Cobo Cano naci¨® en Sabiote (Ja¨¦n) en 1965; Montoya Torres, en 1966 en la Solana (Ciudad Real), y Vidal Chamorro, en 1974 en Madrid.
Hay otro perfil novedoso entre los designados. Los tres son de vocaci¨®n tard¨ªa, como el propio cardenal Osoro, que incluso tuvo novia antes de entrar en la Universidad Pontificia de Salamanca para hacerse cura. Los nuevos obispos estudiaron carreras civiles antes de hacerse sacerdotes. Cobo es licenciado en Derecho Civil, Montoya es qu¨ªmico y Vidal, que con 43 de edad es con mucho el obispo m¨¢s joven de Espa?a, se licenci¨® en Ciencias Econ¨®micas y Empresariales.
Los nombramientos cierran, por tanto, la etapa del cardenal Antonio Mar¨ªa Rouco, que fue arzobispo de Madrid 23 a?os, adem¨¢s de indiscutible l¨ªder del episcopado espa?ol durante una d¨¦cada. Del pontificado de Rouco solo quedaba al mando en Madrid, y muy marginado, quien fue su mano derecha en la Conferencia Episcopal, el jesuita Juan Antonio Mart¨ªnez Camino, desde esta ma?ana ¡°cl¨¦rigo ac¨¦falo o vago¡± seg¨²n la terminolog¨ªa can¨®nica.
El Vaticano se esfuerza en fijar su estructura jer¨¢rquica y ordena con rigor las funciones de cada cl¨¦rigo. Lo hace mediante un largo C¨®digo de Derecho Can¨®nigo (1752 c¨¢nones o art¨ªculos, diez veces m¨¢s que la Constituci¨®n Espa?ola), incluso para aquellos eclesi¨¢sticos a quienes denomina ¡°ac¨¦falos o vagos¡±. Pero hay circunstancias que se escapan al legislador. Seg¨²n expertos canonistas, es el caso de Mart¨ªnez Camino, portavoz y secretario general durante una d¨¦cada (de 2003 a 2013) de la Conferencia Episcopal, y obispo auxiliar de Rouco desde 2007.
Ni siquiera la ordenaci¨®n episcopal de Camino fue pac¨ªfica. Rouco lo promovi¨® al episcopado despreciando la regla ignaciana que proh¨ªbe a los miembros de la Compa?¨ªa de Jes¨²s aceptar cargos salvo en tierra de misiones. El nombramiento se fragu¨® pese a esa negativa, muy insistente y reiterada. Finalmente, el entonces portavoz se convirti¨® en el primer jesuita en ocupar una sede episcopal en Espa?a.
La jubilaci¨®n de Rouco a los 78 a?os y la inmediata llegada a Madrid del c¨¢ntabro Osoro (Casta?eda. Cantabria. 1945), con el encargo de Francisco de variar el rumbo ultraconservador en la principal archidi¨®cesis espa?ola, dej¨® fuera de juego al equipo episcopal anterior, compuesto de tres prelados auxiliares. A dos de ellos, Roma los busc¨® pronto salida con ascenso, a Fidel Herr¨¢ez como arzobispo de Burgos, y en la di¨®cesis de Segovia a C¨¦sar Franco. Mart¨ªnez Camino (Marcenado, Asturias. 1953), se qued¨® atrapado en Madrid, sin apenas relaci¨®n con Osoro, de muy distinto talante.
Por motivos dif¨ªcilmente explicables, el Vaticano no le ha encontrado en estos tres a?os un destino apropiado, unas veces porque algunas di¨®cesis lo rechazaron m¨¢s o menos veladamente; otras, por reticencias del Gobierno de Mariano Rajoy, que tiene derecho a poner objeciones a cualquier nombramiento episcopal por concesi¨®n concordataria de uno de los llamados Acuerdos firmados entre el Estado vaticano y Espa?a (uno de 1976, tres en 1979), y tambi¨¦n porque ni el PP ni el Rey ve¨ªan al combativo y bronco exportavoz como posible vicario general castrense con rango de arzobispo y general de Divisi¨®n. En este caso, el nombramiento es competencia del Rey, que lo firma escogiendo sobre una terna negociada entre la Nunciatura (embajada) del Papa en Madrid y el ministerio de Asuntos Exteriores.
Un principio ineludible: ni "ac¨¦falos ni vagos"
¡°Es necesario que todo cl¨¦rigo est¨¦ incardinado en una Iglesia particular, o en una prelatura personal, o en un instituto de vida consagrada o en una sociedad que goce de esta facultad, de modo que de ninguna manera se admitan los cl¨¦rigos ac¨¦falos o vagos¡±, dice el canon 265 del vigente C¨®digo de Derecho Can¨®nico. Es una regla que el legislador del Vaticano aplica con una cierta flexibilidad desde que el concilio Vaticano II aconsej¨® suavizarla. ¡°Rev¨ªsense las normas sobre la incardinaci¨®n y excardinaci¨®n de manera que, permaneciendo firme esa antigua disposici¨®n, respondan mejor a las necesidades pastorales del tiempo¡±, se acord¨® en 1965.
La firmeza que ahora se relaja proced¨ªa del concilio de Trento, que acab¨® con la costumbre de obispos y cardenales de ausentarse de su trabajo, a ser posible para irse de romer¨ªa, es decir, para solazarse en la disoluta Roma de aquel tiempo, que tanto escandaliz¨® a Mart¨ªn Lutero. En el caso de los curas, la tradici¨®n canon¨ªstica los acab¨® llamando "cl¨¦rigos vagos". Desde entonces no es posible que un cl¨¦rigo se excardine de un ente jurisdiccional sin incardinarse en otro. ?Es desde ayer "cl¨¦rigo ac¨¦falo o vago" Mart¨ªnez Camino? Parece un calificativo exagerado, pese a que se escuche en muchos ambientes eclesi¨¢sticos. El derecho can¨®nico no especifica la situaci¨®n del cl¨¦rigo que pierde sus funciones en una di¨®cesis (el obispo le rechaza, el Papa lo deja sin funciones al nombrar sustitutos, etc.), y todav¨ªa no le han encontrado otro destino. Se trata de una excepci¨®n al principio que proh¨ªbe los cl¨¦rigos vagos.
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