Lolita y el triunfo de la literatura
La literatura siempre est¨¢ en condiciones de proporcionarnos lecciones valiosas. Entre otras cosas, que el machismo no es s¨®lo cosa de hombres. Y que el feminismo y la lucha por la igualdad, no es s¨®lo cosa de mujeres: debe implicar a toda la sociedad
Hace unos d¨ªas, Laura Freixas public¨® en este mismo peri¨®dico un art¨ªculo titulado ?Qu¨¦ hacemos con Lolita?. En dicho texto Freixas critica la actitud de aquellos creadores e intelectuales que, asustados y hostiles al movimiento feminista del #Metoo,¡°temen que la ideolog¨ªa se imponga a la calidad como criterio supremo¡± a la hora de valorar una obra de arte. Para desarrollar su argumento y su cr¨ªtica a esas personas, Freixas recurre a Lolita, la novela publicada por Vladimir Nabokov en 1955.
Su razonamiento se basa en una afirmaci¨®n clara y contundente: Lolita ¡°es una historia de violencia ejercida por un hombre contra una mujer¡±; una historia ¡°que muestra, e impl¨ªcitamente justifica, la violaci¨®n de una ni?a, la reducci¨®n del ser humano femenino a la condici¨®n de objeto para el placer masculino¡±. Ubicados en esas coordenadas, Freixas nos coloca a los lectores en una terrible tesitura: o leemos la novela ¡°para entender c¨®mo el patriarcado manipula en su beneficio, y para nuestra desgracia, la cultura¡± o, si disfrutamos de la lectura de Lolita sin compartir la apreciaci¨®n de Freixas, nos convertimos en c¨®mplices de la ideolog¨ªa de la novela justificando as¨ª la violaci¨®n de una ni?a.
Entendido su razonamiento, y compartiendo la necesidad de denunciar los abusos que los hombres han venido cometiendo sistem¨¢ticamente sobre las mujeres, creo que hay algo profundamente equivocado en la posici¨®n de Freixas. Mi parecer, como el de ella, parte de una posici¨®n feminista, de claro e inequ¨ªvoco compromiso con la igualdad entre los sexos.
Dos son los aspectos de su art¨ªculo que me gustar¨ªa discutir. El primero de ellos tiene que ver con el empleo de la palabra ¡°reflejo¡±, que Freixas usa de manera reiterada al principio de su escrito y que resulta clave en toda su argumentaci¨®n posterior (aunque no repita m¨¢s la expresi¨®n). Desde los a?os 70 del siglo XX existe el consenso entre la cr¨ªtica y la teor¨ªa literaria de que las novelas no son espejos que se limiten a reflejar la realidad tal como es. Hacen algo mucho m¨¢s complejo: mostrar diferentes puntos de vista, distintas visiones o interpretaciones sobre la realidad. De este modo las novelas, o al menos las buenas novelas, expresan una pluralidad de pareceres sobre el mundo y la vida, que en muchos casos pueden llegar a ser contradictorias. La propia naturaleza de esta forma art¨ªstica da cabida en su interior a m¨²ltiples sensibilidades, opiniones, lenguajes y actitudes. Freixas afirma que lo primero que ve en Lolita ¡°es que es una historia de violencia ejercida por un hombre contra una mujer¡± y que, como dec¨ªa m¨¢s arriba, lo que hace finalmente es justificar la violaci¨®n.
Si bien cada uno es libre de ver lo que quiera, no resulta menos cierto que toda mirada est¨¢ llena de prejuicios, incluida la m¨ªa. A diferencia de Freixas, lo primero que yo veo en Lolita es un pr¨®logo de cuatro p¨¢ginas escrito por John Ray Jr., doctor en filosof¨ªa. Este pr¨®logo no es ¡°real¡±, sino que forma parte de esa novela titulada Lolita. Su autor, John Ray, es un personaje m¨¢s de la obra. ?Qu¨¦ nos comenta en esas primeras cuatro p¨¢ginas sobre Humbert Humbert, el violador y maltratador de Lolita? Pues que es un obseso, ¡°un hombre horrible, abyecto, un ejemplo flagrante de lepra moral¡±. Califica su astucia de diab¨®lica, y concluye: ¡°Es anormal. No es un caballero (¡) Como exposici¨®n de un caso cl¨ªnico, Lolita habr¨¢ de ser, sin duda, una obra cl¨¢sica en los c¨ªrculos psiqui¨¢tricos¡±. Me pregunto si Freixas habr¨¢ le¨ªdo ese pr¨®logo que, como dec¨ªa, es el principio de la novela, o si lo habr¨¢ ignorado para acudir directamente a lo que le interesa: encontrar en el texto algo que corrobore lo que ella ya piensa.
Desde el principio mismo de la obra, por tanto, ya se nos proporciona una opini¨®n muy clara sobre Humbert Humbert y tambi¨¦n se nos informa de que lo que vamos a leer son sus memorias. Es decir, que vamos a conocer el punto de vista de un profesor depravado al que le gustan las ni?as. ?De verdad convierte eso a la novela en un alegato a favor de la violaci¨®n o la pederastia? Que el narrador-protagonista de una historia sea un asesino o un depravado no convierte necesariamente a esa historia en un alegato a favor del asesinato o la depravaci¨®n. Equivaldr¨ªa a decir que Crimen y castigo es horrible porque debe leerse como un manual para asesinar a ancianas, o que Dr¨¢cula debe leerse como la lucha de Dios contra el Demonio y que si no lo hacemos as¨ª estamos del lado del Anticristo. En todas estas obras hay mucho m¨¢s que eso, mucha m¨¢s complejidad, matices que no pueden alcanzarse con esos trazos gruesos. Pero eso es lo que afirma Laura Freixas: ¡°La obra de Vladimir Nabokov debe ser le¨ªda, analizada y utilizada para entender c¨®mo el patriarcado manipula en su beneficio, y para nuestra desgracia, la cultura¡±.
?Se advierte el tono autoritario y taxativo de su expresi¨®n? ¡°La obra de Vladimir Nabokov debe ser le¨ªda¡±. Sus palabras contienen una obligaci¨®n. El pensamiento de Freixas parece estar dominado por una irrefrenable necesidad: la de imponer un ¨²nico sentido a esa obra llamada Lolita. Freixas destaca un aspecto de la novela (que el narrador es un depravado) y lo eleva a la categor¨ªa de universal: nos indica c¨®mo debe ser le¨ªda la narraci¨®n, pues ella ya ha decidido lo que esa historia es: un reflejo de la sociedad patriarcal y de su maldad. Seguramente no advierte lo dogm¨¢tico de su apreciaci¨®n, toda la riqueza que elimina otorg¨¢ndole un ¨²nico sentido a una novela que, casi por definici¨®n, es m¨²ltiple y contradictoria. ?La saga de El Padrino rinde pleites¨ªa a la violencia del crimen organizado? ?No hace nada m¨¢s? Freixas ignora la riqueza que toda buena obra de ficci¨®n contiene e indica al lector cu¨¢l es la lectura ¡°correcta¡±: la que ella hace. ?Quien no piense as¨ª defiende la sociedad patriarcal y est¨¢ justificando la violaci¨®n de ni?as?
He aqu¨ª el segundo error que, a mi juicio, comete la escritora: establecer una relaci¨®n directa entre las opiniones o el comportamiento de un personaje (Humbert Humbert) y la posici¨®n del autor de la novela (Vladimir Nabokov). Freixas dice: ¡°Nabokov nos presenta la violaci¨®n de Lolita como Tiziano la de Lucrecia en su cuadro¡±. Dejando de lado que el cuadro de Tiziano me parece tan terrible como el de Kahlo (cada uno es terrible a su manera), no es Nabokov quien nos presenta esa violaci¨®n, sino su personaje. Un individuo que ve las cosas desde un determinado punto de vista. Nabokov expresa el parecer de Humbert Humbert, pero tambi¨¦n el del doctor en filosof¨ªa del pr¨®logo, que dibuja al protagonista como un enfermo y un depravado. Est¨¢ en el propio criterio del lector el dilucidar cu¨¢l de las distintas voces que aparecen en la historia es m¨¢s convincente o m¨¢s cre¨ªble o m¨¢s respetable y qu¨¦ conclusi¨®n sacar de toda esa mezcla. Las novelas, las buenas novelas, nunca ofrecen una ¨²nica lectura. Mas bien expresan la imposibilidad de reducir la variedad de la existencia a modelos binarios, a explicaciones sencillas y tranquilizadoras. El mundo, mal que nos pese, no siempre es reconfortante.
Freixas, como cualquier lector, por supuesto, es muy libre de interpretar Lolita como quiera. Su condena de la novela como expresi¨®n patriarcal es absolutamente leg¨ªtima, por mucho que yo la considere equivocada. De igual modo, y puestos a atacar a las manifestaciones culturales de la sociedad patriarcal, yo me centrar¨ªa en creaciones m¨¢s actuales, que influyen sobre millones de adultos y adolescentes. Me refiero, por ejemplo, a 50 sombras de Grey o a Crep¨²sculo, unas novelas con ventas millonarias que han sido exitosamente adaptadas al cine. En Crep¨²sculo, por ejemplo, y a diferencia de lo que ocurre con Lolita, no hay ninguna voz que desentone del discurso oficial de la obra: las mujeres, aunque sean inteligentes y est¨¦n sobradamente preparadas, deben ocuparse de la casa y las labores del hogar mientras los varones ven la tele y beben cerveza. En Crep¨²sculo s¨ª que se justifica el maltrato, s¨ª que se edulcora y disfraza la violencia machista haci¨¦ndola pasar por amor rom¨¢ntico, s¨ª que se avala la sumisi¨®n femenina frente a la agresividad masculina. Una novela, por cierto, escrita por una mujer, al igual que 50 sombras de Grey.
La literatura, ya hablemos de Lolita o de Crep¨²sculo, siempre est¨¢ en condiciones de proporcionarnos lecciones valiosas. Entre otras cosas, que el machismo no es s¨®lo cosa de hombres. Y que el feminismo y la lucha por la igualdad, no es s¨®lo cosa de mujeres: debe implicar a toda la sociedad.
Alejandro Lillo es historiador.?
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