Massagran: la aventura extraordinaria de Folch i Torres
Las dos entregas del personaje, ahora reeditadas, revolucionaron la literatura infantil y juvenil catalana
Por vez primera, y a pesar de varias novelas en sus espaldas, se sent¨ªa inseguro. Todo por seguir las extra?as instrucciones de su editor en su ¨²ltimo encargo: que la trama did¨¢ctica o moralizante no supeditara la historieta de la novelita infantil, que no fuera ni centro ni objetivo del relato. Una locura, vamos¡ En cualquier caso, el texto era ¡°tan diferente a los otros¡±, como recordar¨ªa Josep Maria Folch i Torres a?os despu¨¦s, que, temiendo que lo que ten¨ªa escrito no tuviera viabilidad alguna, le pas¨® las 60 p¨¢ginas ya hechas. Los peores augurios se confirmaron: el editor, Josep Baguny¨¤, ni le respondi¨®. ?ste, de nuevo, ir¨ªa un paso m¨¢s all¨¢ y directamente anunci¨® en la revista En Patufet la aparici¨®n de la historieta en entregas semanales. As¨ª, el 7 de mayo ce 1910 ver¨ªa la luz Aventures extraordin¨¤ries d¡¯en Massagran, carambola literaria a tres bandas: hab¨ªa nacido la literatura infantil y juvenil moderna en catal¨¢n, se reforz¨® el liderazgo de la revista hasta convertirse en fen¨®meno de masas y la historieta y su continuaci¨®n, Noves aventures d¡¯en Massagran, consagrar¨ªan tanto a su autor, Folch i Torres, como a su ilustrador, Joan Junceda, naciendo un t¨¢ndem imbatible durante tres d¨¦cadas. Ahora, en un solo volumen y tras restaurar las im¨¢genes desde la edici¨®n original, las recupera la editorial Casals desde su sello Bamb¨².
Con una raqu¨ªtica demanda centrada solo en las escuelas y en la de las familias para el d¨ªa de Reyes, la literatura infantil catalana se ahogaba en historias destinadas a crear ciudadanos socialmente responsables e integrados; lejos de ellos, pues, la funesta ilusi¨®n de la literatura fant¨¢stica, tipo las aventuras del bar¨®n de Munchhausen o las que imaginaban Verne, Poe o Kipling. Aqu¨ª s¨®lo modos y urbanidad a partir de un substrato folkl¨®rico y legendario. Tan mal estaba la cosa que Eugeni d¡¯Ors escribi¨® que, para el bien de las letras y los j¨®venes catalanes, estaba dispuesto a ¡°cambiar toda la obra de Seraf¨ª Pitarra por una sola de Perrault¡±.
Un chico incombustible
Massagran, incombustible, tuvo una versi¨®n en c¨®mic que realiz¨® en 1981 Ramon Folch i Camarasa, hijo del escritor, con ilustraciones de Josep Maria Madorell, y que en 2003 pas¨® a serie en TV-3. En libro, ha tenido, al menos, tres vidas editoriales, seg¨²n Llu¨ªs Folch, director de la Fundaci¨® Folch i Torres. La primera fue con Baguny¨¤ (entre 1910 y 1938), con tres ediciones: 1910, 1924 y 1933; cree que, en ese periodo, se vendieron ya unos 100.000 ejemplares; luego lo editaron Hogar del Libro (1980-1989) y, desde 1989, Casals. "En un c¨¢lculo prudente, deben haberse vendido al menos 200.000 ejemplares". Massagran ¨¦s molt gran¡
Folch i Torres dio, a su modo, con la tecla. Se trataba de que pasaran muchas cosas y hubiera mucha acci¨®n, con pocas descripciones, sin saltos temporales ni tramas paralelas, muy lineal todo a partir de un ¡°noy de casa bona (¡) per¨° el cap a Can Pistraus¡± (sic), como lo defini¨® su creador. Massagran, obcecado desde ni?o con navegar, se embarca en contra de los consejos de sus padres, y las aventuras que vivir¨¢ ser¨¢n consecuencia de su falta de madurez, ser¨¢n la penitencia por no haberse mostrado juicioso. En sus aventuras no habr¨¢ nunca ni hero¨ªsmo ni valent¨ªa loca, elementos sustituidos por el azar y la dimensi¨®n l¨²dica. S¨ª, eran aventuras, pero ¡°aventuras festivas¡± y siempre marcadas por ¡°lo inveros¨ªmil posible¡±, como tambi¨¦n le gustaba dejar claro al creador.
Una pelea con el cocinero por el robo de un pollo frito, su abandono en alta mar, el encontronazo con una ballena, el vuelo con un c¨®ndor¡ Las aventuras de Massagran triunfaron, pero a un ritmo agotador: la serie se inici¨® cuando Folch i Torres estaba escribiendo la cuarta entrega. Lo mitig¨® al hacerlas aventuras independientes: no era necesario saber qu¨¦ hab¨ªa pasado en la entrega anterior puesto que no influ¨ªa en el personaje. Peor lo ten¨ªa el dibujante. Junceda deb¨ªa ilustrarlo cuando los personajes apenas estaban formados. Pero fue un gran aprendizaje: Junceda proven¨ªa del chiste gr¨¢fico, era un ninotaire y se nota en la infantilizaci¨®n de los personajes y el esquematismo de Massagran, como ha analizado la experta Montserrat Castillo. Con las entregas (para la primera parte ser¨ªan 45 ilustraciones, y casi otras tantas para la segunda), mejorar¨ªan ambientes, sombras y movimientos. El resultado, la consagraci¨®n de Junceda como ilustrador de libros.
La transgresi¨®n de Folch i Torres no se mantuvo en Noves aventures d¡¯en Massagran ya m¨¢s tradicionales en su af¨¢n de conculcar valores. De entrada, desaparece lo de ¡°extraordinarias¡± y afloran fundamentos morales como fuerza de voluntad, optimismo o confianza. Y todo impregnado de cierto catalanismo, como ha detectado la estudiosa Eul¨¤lia P¨¦rez Vallverd¨². Porque entonces Massagran crea una especie de colonia catalana, la Katalatribu, donde escuela, trabajo y naci¨®n (Massagran se muestra federalista, respetuoso con las particularidades de cada tribu) son sus pilares, valores que recuerdan a los de la Mancomunitat y el proyecto catalanista de Prat de la Riba. Gran aventura, sin duda
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