Imagine Dragons, un mes¨ªas con m¨²sculo

Vivir es f¨¢cil con los estribillos asegurados. Las garant¨ªas son m¨¢ximas al respecto en la factor¨ªa de Imagine Dragons y los est¨¢ndares de la manufactura, muy apreciados por una ampl¨ªsima parroquia. No faltan estallidos agudos, ascensos ¨¦picos, pu?os en alto, grititos y onomatopeyas. Cuanto m¨¢s, mejor. Los de Las Vegas no solo quieren ser grandes, sino grandiosos, y su espect¨¢culo de esta noche en el WiZink result¨® arrollador en todo: un espl¨¦ndido sonido que podr¨ªa tirar tabiques abajo, explosi¨®n de confetis ya en la primera canci¨®n (I don't know why), ca?ones de humo con la segunda (Believer) y una bandera arco¨ªris antes de la tercera en los hombros del l¨ªder, Dan Reynolds, tan 'enrollao' que quiso cantarle el Cumplea?os feliz a su bajista.

Todo es felicidad y ¨¦nfasis en una noche efectista pero irreprochable, abonada al Citius, altius, fortius y con un jefe de filas dispuesto a dejarse el pellejo sin asomo de mesura: enseguida se deja toquetear por los espectadores de las primeras filas, erigido en mes¨ªas musculado con tirantes, y a mitad de faena se descamisa a sabiendas de que su tipito bien lo merece.

Reynolds le canta a Bob Marley mientras miles de linternas ondean en su honor, pero tambi¨¦n tiene las santas narices de revelar que sufri¨® de depresi¨®n y animar a las millones de personas que la padecen a combatir esos demonios (Demons) junto a sus seres queridos. La baza de la empat¨ªa multiplica el efecto de una ecuaci¨®n por la que asoman The Killers, Coldplay, U2 y cualquier cosa que suene a pop enf¨¢tico de los ochenta. A este paso, los Dragones no tardar¨¢n en reventar un estadio espa?ol. Al tiempo.