Un aizkolari de Noruega
Lars Mytting, autor de un 'best seller' sobre la madera, presenta una novela que bucea en Europa a trav¨¦s de un tr¨¢gico accidente
Lars Mytting (F?vang, Noruega, 1968) se convirti¨® hace un par de a?os en la sorpresa editorial del a?o. El libro sobre la madera, una especie de manual pr¨¢ctico sobre c¨®mo talar troncos para obtener le?a, sorprendi¨® a medio mundo convirti¨¦ndose en un best seller. Ahora, a su biblia sobre la slow life le sigue Los diecis¨¦is ¨¢rboles del Somme, una novela de ficci¨®n que, de nuevo tan sensorial y plagada de simbolismo, recorre la historia de la Europa del siglo XX a trav¨¦s de los misterios, familiares y no, que rodean la muerte de una pareja en accidente de coche.
Pregunta. Con el anterior libro se convirti¨® en experto mundial en la madera. Ahora, en este, los ¨¢rboles vuelven a ser un personaje importante. ?Estaban los lectores pegando a la puerta de su casa reclam¨¢ndole m¨¢s madera?
Respuesta. (r¨ªe) Es que ese libro ha tenido una sombra muy alargada. Lo escrib¨ª por accidente y despu¨¦s me encontr¨¦ en una situaci¨®n muy rara. De hecho, hab¨ªa un cap¨ªtulo precioso en este libro sobre el abuelo cortando madera y lo quit¨¦ porque el eco del anterior libro era demasiado fuerte. Uno de los t¨ªtulos del libro era una palabra noruega que hace referencia al dibujo de las venas de un abedul, que parecen llamas, y dije, ?no puedes titularlo as¨ª, va a ser una parodia del anterior!
P. Los diecis¨¦is ¨¢rboles del Somme arranca en ese lugar de Francia, ic¨®nico de la I Guerra Mundial porque en ¨¦l, a las orillas del r¨ªo hom¨®nimo, tuvo lugar una de las batallas m¨¢s largas y sangrientas de la contienda, que entre ambos bandos dej¨® m¨¢s de un mill¨®n de bajas. ?Por qu¨¦ eligi¨® ese escenario?
R. La I Guerra Mundial no es algo que est¨¦ muy presente en la historia de Noruega. Nos afect¨® m¨¢s la segunda y tambi¨¦n el estado mental de una y otra fue distinto. Yo ten¨ªa mucha curiosidad por saber c¨®mo se pod¨ªa mantener al soldado en ese callej¨®n sin salida durante tanto tiempo sin que hubiera deserciones en masa. Y son interesantes las cicatrices que ha dejado en el paisaje, que a¨²n perviven. Hay lugares en Francia que aparecen en esta historia que todav¨ªa no se pueden visitar. La historia de la granada no es cierta pero podr¨ªa haberlo sido.
P. Mi madre era para m¨ª un olor. Es la primera frase de la novela y, una vez le¨ªda hasta el final, lo cierto es que es muy explicativa.
R. Cuando recuerdo esa primera frase intento imaginar a Edvard, el protagonista. Empiezo la novela con ese recuerdo de la madre, esa luz azul que ve. ?l recuerda algo bello pero que tambi¨¦n conlleva un peligro. Si escarbo en ¨¦l, ?destrozar¨¦ ese bello recuerdo? Eso es lo que se pregunta. Cuando la gente muere t¨² puedes escoger si quedarte con los recuerdos, incluso incompletos, o seguir la necesidad de saber que quiz¨¢ esa no es toda la verdad. Es todo un dilema. Lo que no puedo decir es si cuando acaba el libro ¨¦l es m¨¢s feliz.
P. En esta novela hay dos bosques donde transcurre parte de la acci¨®n, uno de abedules en Noruega y otro de nogales en Francia. ?Cu¨¢l es su ¨¢rbol favorito?
R. Es dif¨ªcil decirlo. Me gustan los abedules por c¨®mo se comportan en primavera. Durante el invierno parecen estar muertos, a la espera, y de pronto brotan tanto¡ Es un ¨¢rbol que combina belleza y utilidad. Por ejemplo, si cortas una rama y pones una botella debajo obtienes un l¨ªquido azucarado. Y si haces un peque?o corte en la corteza puedes sacar una tira fina que se utiliza para hacer cestas. Adem¨¢s, son buen¨ªsimos para quemar. Tambi¨¦n me fascinan los viejos olmos ingleses, que llevan 600 a?os en mitad del paisaje; es algo que no tenemos en Noruega.
P. Dec¨ªa en el anterior libro que se puede conocer a alguien por c¨®mo corta la madera, que los montones de le?a revelas aspectos de la personalidad de quien la ha talado. ?Qu¨¦ tal se le da?
R. Cuando se public¨® el libro me avergonc¨¦ much¨ªsimo porque ten¨ªa la peor pila de madera de toda Noruega. ?Estuve tan atareado escribiendo! Ven¨ªan los periodistas a mi casa y esperaban ver los troncos ordenados de manera perfecta; sin embargo, mi mont¨®n era peque?o y estaba hecho un desastre, los troncos estaban negruzcos y con moho porque los hab¨ªa cortado al final del a?o. No ten¨ªa buena pinta, pero contaba la historia de un hombre que hab¨ªa estado acabando su libro y no hab¨ªa tenido tiempo para cortar le?a. Ahora soy mucho mejor talador de madera que cuando escrib¨ª el libro.
P. ?Sabe que cortar madera aqu¨ª es un deporte? ?Conoce a alg¨²n aizkolari?
R. S¨ª, s¨ª, he intercambiado correos electr¨®nicos con gente que vive en los bosques de aqu¨ª. Incluso me invitaron a una competici¨®n, pero no pude venir. Creo que el reto de talar un ¨¢rbol con un hacha es algo muy primario y mucho m¨¢s potente de lo que parece. Est¨¢s ah¨ª, de pie, con una herramienta igual a la que ten¨ªan en la Edad de Hierro. El ¨¢rbol es el mismo, t¨² tienes lo mismo que en el origen de la civilizaci¨®n. Sin el hacha y el ¨¢rbol no habr¨ªamos podido construir las primeras casas de madera y habr¨ªamos seguido viviendo en cavernas hasta que hubi¨¦ramos sido capaces de construir ladrillos y tampoco habr¨ªamos tenido fuego, as¨ª que entiendo perfectamente por qu¨¦ es tan atractivo.
P. Vamos, que un vasco podr¨ªa perfectamente protagonizar su pr¨®ximo libro.
R. ?Es que el pr¨®ximo protagonista ya est¨¢ escrito! Lo que me gusta es contar historias que sean internacionales. Quiz¨¢ un vasco al que la historia llev¨® a otro lugar. Y quiz¨¢ una chica noruega a la que la historia ha llevado a ese mismo lugar. Se puede pensar en ello. No te prometo nada pero ?qui¨¦n sabe!
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