Barcelona solo vende cinco panteones hist¨®ricos del Poblenou
Los mausoleos empezaron a salir al mercado en 2014
Pepita ¡ªnombre ficticio¡ª acude con frecuencia al cementerio de Poblenou, el m¨¢s antiguo de Barcelona. El camposanto, de 1819, al principio fue un espacio en el que todos los entierros eran ordenados e igualitarios, en nichos a varias alturas. Pepita pasea por entre las calles del recinto con cierta rutina. Su destino est¨¢ just¨® al fondo de la instalaci¨®n, en el departamento dos. Precisamente all¨ª se rompi¨® esa igualdad que el arquitecto Antonio Ginesi hab¨ªa proyectado. En ese departamento, construido en 1849, descansan los difuntos de las clases pudientes de la segunda mitad del siglo XIX. All¨ª abundan los panteones y las esculturas neocl¨¢sicas y modernistas.
La mayor¨ªa de sepulturas ya hace a?os que no reciben visitas. Cementeris de Barcelona decidi¨® hace unos a?os ampliar su oferta. Pero no solo con nuevos nichos, columbarios o tumbas, sino que despu¨¦s de que los propietarios de panteones hist¨®ricos no dieran se?ales de vida durante a?os, llevaran tiempo sin pagar las cuotas de mantenimiento o renunciaran al pante¨®n, la empresa decidi¨® restaurar cinco de ellos en el Poblenou y sacarlos a la venta.
Las rehabilitaciones comenzaron en 2012 y, por ahora, solo tres de las cinco sepulturas han conseguido comprador. Pepita es una de ellas. Su pante¨®n es un obelisco de m¨¢rmol de carrara sobre el que reposa la escultura de un sudario y sobre ¨¦l una paloma.
Poco se sabe de qui¨¦nes fueron los primeros moradores de este pante¨®n. S¨ª sus caracter¨ªsticas: es una pieza neocl¨¢sica construida en 1877 por el escultor Jorge R. Masili. En 2012 fueron los arquitectos Antoni Vilanova y Eduard Sim¨® los encargados de rehabilitarlo. El pante¨®n ocupa 12 metros cuadrados y, seg¨²n la ficha t¨¦cnica, el interior est¨¢ organizado por tres compartimentos y un osario. ¡°En este pante¨®n reposan varias generaciones de mi familia¡±, explica Pepita. Abon¨® 60.000 euros en una concesi¨®n que durar¨¢ 99 a?os. ¡°A parte pago 80 euros al a?o de mantenimiento¡±, a?ade.
La abuela, la t¨ªa y el padre de Pepita estaban enterrados en el cementerio de Sant Andreu. ¡°Con mi madre siempre hab¨ªamos hablado de la posibilidad de reunificar a todos en una misma sepultura, algo que a ella le hac¨ªa especial ilusi¨®n¡±, asegura. Ahora los restos de los tres descansan ah¨ª junto a la madre, que fue enterrada directamente en Poblenou.
Panteones sin adjudicar
¡°Desde joven me gustan los panteones por su valor art¨ªstico. Tal y como se nos ha indicado en las Sagradas Escrituras, nuestro se?or, al morir, fue depositado en un sepulcro que es lo m¨¢s parecido a un pante¨®n. Yo ten¨ªa la obligaci¨®n de convertir la ilusi¨®n de mi madre en realidad y cuando se me present¨® la ocasi¨®n lo hice¡±, asegura.
Pero la elecci¨®n tambi¨¦n tiene una vertiente pr¨¢ctica: ¡°La oportunidad de unificar los restos de tus seres queridos en el mismo habit¨¢culo es importante. Como persona siento la necesidad de visitar a todos. Los tengo juntos y as¨ª vuelven los recuerdos bonitos que juntos hab¨ªamos pasado¡±. Pepita sabe perfectamente donde ser¨¢ enterrada: junto al resto de sus familiares. ¡°Cuando levanten la l¨¢pida, dentro hay como una especie de literas¡±, cuenta. ¡°?D¨®nde iba a estar mejor que junto a mis seres queridos? Adem¨¢s, aqu¨ª hay sol, el mar est¨¢ cerca¡¡±, bromea.
Muy cerca del pante¨®n de Pepita se encuentran otros tres que tambi¨¦n han sido reciclados. A la espera de comprador se encuentran dos grandes panteones rehabilitados hace a?os pero que no acaban de encontrar morador que desembolse unos cuantos miles de euros. El m¨¢s grande de ellos mide 55 metros cuadrados, se construy¨® en 1862 y es obra del maestro Josep Fontser¨¦. Una estructura funeraria de m¨¢rmol de carrara en la que pese a la cantidad de metros solo hay espacio para cuatro ata¨²des y un osario.
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