Las segundas vidas de Ana Bella
La Fundaci¨®n para la inserci¨®n de las mujeres supervivientes a la violencia machista acumula premios y reconocimientos
Llega con un mensaje claro en su discurso y en su camiseta estampada: las mujeres que han sufrido violencia machista no son v¨ªctimas, son supervivientes. De su propia experiencia, once a?os bajo malos tratos, Ana Bella (Sevilla, 1972) sac¨® una conclusi¨®n: la vivencia de las mujeres que han sufrido el maltrato puede servir para mejorar la sociedad. Despu¨¦s de denunciar a su expareja, Ana Bella pas¨® por un sistema de protecci¨®n, con pisos protegidos y asistencia psiqui¨¢trica y jur¨ªdica. Cuando termin¨® el programa no ten¨ªa nada m¨¢s que un documento: ¡°Ana Bella, v¨ªctima de violencia de g¨¦nero¡±. Lo rompi¨®. ¡°?Era una superviviente, no una v¨ªctima!¡±, afirm¨® en abril, poco antes de recibir el premio ¡®La Caixa¡¯ a la innovaci¨®n social por su proyecto de inserci¨®n laboral. Su determinaci¨®n la ayud¨® a crear la Fundaci¨®n Ana Bella, que trabaja por la inserci¨®n en la vida cotidiana de las mujeres que han sufrido violencia machista, y el de ¡®La Caixa¡¯ es el ¨²ltimo de la larga lista de reconocimientos que acumula.
Era invierno de 1997 cuando Ana Bella vio por televisi¨®n una entrevista a Ana Orantes, la mujer que, despu¨¦s de cuatro d¨¦cadas sufriendo la violencia machista de su marido, decidi¨® romper el silencio y dar visibilidad al profundo problema que azotaba y azota a la sociedad espa?ola. Su testimonio se convirti¨® en un s¨ªmbolo de la lucha contra la violencia machista: por su valent¨ªa, y porque fue asesinada d¨ªas despu¨¦s por su exmarido, que la quem¨® viva, lo que demostr¨® que en esta lucha hac¨ªa falta mucho m¨¢s que gestos valientes. Ana Bella fue espectadora de todo ello, pero ni se sinti¨® aludida ni identificada: pensaba que no iba con ella, a pesar de que ella misma llevaba a?os sufriendo los malos tratos de su marido. ¡°S¨¦ que parece surrealista, pero hasta all¨ª llegaba esta relaci¨®n tan t¨®xica¡±, asegura.
La violencia, explica, lo impregnaba todo, y se insertaba como parte de una macabra normalidad en una familia con cuatro hijos y aparentemente saludable. Hasta el punto de que ella no era susceptible a los mensajes de campa?as contra el maltrato en las que las mujeres aparec¨ªan como v¨ªctimas. ¡°Cuando llam¨¦ al n¨²mero que hab¨ªa visto en un cartel, mi idea no era denunciar, sino preguntar si me pod¨ªa separar a pesar de que ¨¦l no quisiera. Poco a poco fui cobrando conciencia de lo que me pasaba¡±.
Fue en 2001 consigui¨® salir de la pesadilla, denunciar e irse de casa. ¡°Poco antes mi marido hab¨ªa llegado a casa con un documento que quer¨ªa que firmara, con el que me obligaba a seguir con ¨¦l a pesar de que me pegara¡±. Fue la primera vez que le llev¨® la contraria. ¡°Me dijo ¡®prep¨¢rate porque esta pelea la va a ganar quien quiera de los dos que siga vivo¡¯¡±, recuerda. Ana Bella hab¨ªa conocido a su pareja a los 18 a?os, cuando ¨¦l ten¨ªa 42. Se fueron r¨¢pidamente a vivir juntos, un infierno que dur¨® 11 a?os.
Desde que sali¨® de este infierno, Ana Bella se ha dedicado a trabajar para que otras tambi¨¦n puedan salir. Por su fundaci¨®n han pasado 1.600 mujeres, y con los a?os ha conseguido tejer una red de 14.000 voluntarias en el mundo que les tienden la mano: prestan su casa para aquellas que han huido de la suya, acompa?an a las personas al juzgado, a las administraciones o a las entrevistas de trabajo. ¡°En Espa?a, uno de cada diez hombres maltrata a su pareja¡±, explica Ana Bella, poco antes de recoger el premio ¡®La Caixa¡¯. ¡°Y puede ser cualquiera: la primera persona que ayudamos era Leticia, una psic¨®loga. Despu¨¦s ayudamos a mujeres que trabajaban como polic¨ªa, notaria¡¡±.
El primer proyecto que lanz¨® la fundaci¨®n fue el Programa Amiga, de acompa?amiento a la mujer en todas las etapas que se abren al decidir denunciar. ¡°Cuando sales del proceso administrativo, que te protege, lo que te encuentras es una estigmatizaci¨®n, te ven como si tuvieses una discapacidad, y te imaginan todav¨ªa con el ojo morado¡±, lamenta. Esto es m¨¢s acusado todav¨ªa en el mercado laboral. El canal de inserci¨®n laboral que impulsan las instituciones, explica Ana Bella, ¡°pasa por ofrecer trabajos que son invisibles, en los que las mujeres no tienen casi ninguna responsabilidad ni est¨¢n de cara al p¨²blico¡±.
En 2011, la fundaci¨®n que dirige quiso tomar cartas sobre el asunto, y empez¨® a colaborar con empresas privadas para conseguir unas primeras experiencias laborales en las que se da visibilidad a las mujeres que han sufrido la violencia machista. Entre estas empresas, Ana Bella destaca Danone, Campofr¨ªo, Alvalle, Kenzo o Louis Vuitton. ¡°Hemos conseguido que grandes empresas se comprometan para acelerar el cambio¡±, subraya. Para ello se basan en su colaboraci¨®n con la empresa de recursos humanos Momentum Task Force y con otras consultoras, con las que organizan cursos para formar vendedoras, talleres, y programas de prevenci¨®n y detecci¨®n de casos de violencia machista en los puestos de trabajo.
¡°Es triste, pero nuestra experiencia nos ha dado una fortaleza y unas cualidades que tienen mucho valor, por ejemplo en el trabajo¡±, defiende. Pone como ejemplo a Gloria, una mujer de 62 a?os que no hab¨ªa trabajado nunca, y que despu¨¦s de salir de su relaci¨®n entr¨® en el mercado laboral gracias a la fundaci¨®n. ¡°Es una mujer muy activa, muy comprometida. Demostr¨® que su experiencia tiene un gran valor¡±, argumenta Ana Bella.
?Cu¨¢nto camino queda por recorrer? ¡°Mucho. En Espa?a hemos avanzado mucho en legislaci¨®n, somos un ejemplo mundial, pero falta presupuesto, formaci¨®n y, sobre todo, empat¨ªa en la sociedad. Es un problema social, no individual, y lo que hace falta es que cada persona se convierta en agente de cambio¡±, reclama Ana Bella. Su fundaci¨®n, asegura, es ¡°un complemento a la Administraci¨®n¡±, y est¨¢ para llegar ah¨ª donde las instituciones no llegan. Uno de los casos que llev¨® la fundaci¨®n fue muy personal para Ana Bella. Diecis¨¦is denuncias y a?os despu¨¦s, se reencontr¨® con la figura de su expareja cuando su entonces novia acudi¨® a la fundaci¨®n para buscar ayuda. Tambi¨¦n a ella la acompa?aron en la inserci¨®n en la vida cotidiana. ¡°Solo as¨ª se pasa de v¨ªctima a persona activa, y solo as¨ª la mujer que ha sufrido violencia machista empieza a actuar como agente social de cambio¡±, concluye.
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