Los pol¨ªticos t¨®xicos
El independentismo ha hecho un mal casi incorregible. Una Generalitat intervenida por activa y por pasiva. Un espa?olismo desatado. Un catalanismo desprestigiado
He o¨ªdo decir al flamante president de la Generalitat, el molt honorable Quim Torra, que hay que analizar ¡°los ¨²ltimos meses del 155¡±. Pues mal empezamos. Creo que hubiera sido m¨¢s saludable y esperanzador para este pa¨ªs que hubiera pedido analizar los demoledores desaciertos del independentismo de los ¨²ltimos a?os. M¨¢s saludable incluso para el mismo independentismo.
Si no he le¨ªdo mal, me parece que los pr¨®ximos asuntos que se tratar¨¢n en el seno de Esquerra Republicana, ser¨¢ la abolici¨®n de la unilaterismo y ensanchar las bases del independentismo, es decir, alcanzar esa mayor¨ªa social amplia (dixit Oriol Junqueras) a la que se refer¨ªa el mism¨ªsimo Artur Mas en el comienzo de este t¨²nel sin salida en el que estamos enquistados. Ahora mismo, del se?or Quim Torra no me inquietan sus twitter (con todo lo inquietante que son, sumados a ellos sus c¨ªnicas disculpas), sino su aceptaci¨®n de una subdelegaci¨®n. Y su empecinamiento (supongo que ello viene en el paquete de su condici¨®n de subdelegado) en proseguir la senda de la unilateridad. Y lo que todav¨ªa me inquieta m¨¢s es que siga hablando de una Rep¨²blica que nadie ve por ninguna parte.
Se escribe que el se?or Torra viene del mundo de la empresa privada. Su biograf¨ªa pol¨ªtica es breve. Pero no es de d¨®nde viene, ni esta brevedad lo que lo invalida para el ejercicio pol¨ªtico. Si me apuran ni siquiera sus desafortunados twitter (puestos ya a disculpar), ser¨ªan motivos para desconfiar de su futura gobernanza. Lo que lo neutraliza como gobernante de los catalanes, es que no se haya enterado de ¡°que entramos en pol¨ªtica con el pa¨ªs que tenemos, no con el pa¨ªs que desear¨ªamos¡± (El regreso liberal, Mark Lilla, Debate, 2018). As¨ª que en estas estamos todav¨ªa. Y no se avizoran cambios para mejor. M¨¢s de lo mismo y para peor.
Hay d¨ªas en que me acosan ramalazos de enso?aciones. Imagino escenarios pol¨ªticos que pudieron ser, que no eran imposibles, que eran realizables. Por ejemplo, me imagino el d¨ªa siguiente de las elecciones del 27 de septiembre de 2015, elecciones que se plantearon como un plebiscito independentista, con Artur Mas a la cabeza de Junts pel S¨ª. Recuerdo los resultados con la misma nitidez que hubiera puesto en imaginarlos: sesenta y dos esca?os m¨¢s los diez de la CUP. Eso hizo una mayor¨ªa parlamentaria, aunque tal mayor¨ªa no se correspond¨ªa con el 47,8 % de los votos.
Sue?o el d¨ªa siguiente de aquellas elecciones, con esa mayor¨ªa parlamentaria declarando que gobernar¨¢n para todo el pa¨ªs, que har¨¢n todo lo posible para ganarse la confianza de esa mayor¨ªa social que no los vot¨®. Que har¨¢n pa¨ªs mediante pol¨ªticas sociales, educativas y culturales en el marco estatutario. Que luchar¨¢n contra la corrupci¨®n. Que tratar¨¢n de demostrar, en base al m¨¢s elemental principio de realidad, que ser¨¢n capaces en un futuro tambi¨¦n de gobernar un pa¨ªs con un estado. Que no agotar¨¢n todos los esfuerzos y m¨¢s, para acordar con el gobierno central un refer¨¦ndum a la escocesa. (Y mientras, lograr todos los acuerdos posibles de mejora del autogobierno). Si no se puede con la actual mayor¨ªa parlamentaria del Congreso de Madrid, con otra mayor¨ªa pol¨ªticamente m¨¢s sensible y emp¨¢tica que alg¨²n d¨ªa la reemplazar¨¢.
Yo formo parte de ese conjunto de personas en Catalu?a que est¨¢n muy enfadados con el independentismo. Y eso sin ser antiindependentista. Tambien soy de los <TB>que cree que el 155 no se ir¨¢ m¨¢s. M¨¢s claro, lo acaba de decir el mismo Mariano Rajoy. ¡°El 155 es un precedente¡±. Yo le llamo a eso una espada de Damocles. O una amenaza en toda regla. El independentismo ha hecho un mal casi incorregible. Una Generalitat intervenida por activa y por pasiva. Un espa?olismo desatado. Un catalanismo desprestigiado, sin comerlo ni beberlo. Todo ello mientras la pobreza aumenta en Catalu?a, aumenta la desigualdad extrema, la codicia inmobiliaria a costa de los j¨®venes que no pueden vivir tres a?os seguidos en su misma vivienda, ni en un mismo barrio.
Y un ¨²ltimo apunte, a la CUP: ¡°Esta es una estratagema cl¨¢sica habitual entre los l¨ªderes revolucionarios a lo largo de la historia: el fracaso de la revoluci¨®n prueba la necesidad de radicalizarla¡±. (Mark Lilla, cit.) En Catalu?a no necesitamos revolucionarios, solo necesitamos pol¨ªticos responsables.
J. Ernesto Ayala-Dip es cr¨ªtico literario.
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