Mis amigas aladas
El autor describe la compa?¨ªa que le hacen y el particular mundo que rodea a las palomas de la capital
Entra?ables e insolentes, presumidas y silentes, vol¨¢tiles y taconeras, mis amigas son quiz¨¢ el primer s¨ªntoma de una callada demencia. Las observo cuando se re¨²nen en tertulia con el pretexto de compartir el pan y veo c¨®mo a¨ªslan a la cojita y a la que tiene una herida en el peque?o cr¨¢neo que parece la huella de una h¨¦lice, no de avi¨®n sino de ventilador. A menudo, vuelan raso y pasan zumbando las orejas de los paseantes y se frenan en pleno chisme para aterrizar como si conquistaran por primera vez el palmo del sendero en un parque o la mancha de una acera reci¨¦n lavada.
Me gusta verlas cuando hinchan el buche y sacan el pecho como presumiendo una verdad desconocida o fardando plumas como joyer¨ªa de fantas¨ªa y luego, cuando caminan lento cumpliendo ese secreto pacto que establecieron hace siglos con los veh¨ªculos: as¨ª venga pitando el autob¨²s, la moto o el cochazo del a?o, ellas eluden el desastre con un ligero paso por peteneras, como brinquito de Lola Flores y siguen husmeando las grietas de la civilizaci¨®n como si nada. A menudo, viajo incluso distancias largas a los santuarios p¨²blicos donde aparecen parvadas que parecen ya amaestradas en una luminosa coreograf¨ªa digna del Cirque du Soleil; all¨ª donde con unas cuantas semillas en las manos convierten a los ni?os en estatuas y sus padres en humanos adornados como querubines de un retablo viviente, colgadas de las palmas de las manos como pintura barroca y montadas en el cr¨¢neo de los incautos. Me gusta escucharlas en coro, con ese murmullo de sonsonete que parece que se enreda para hipnotizar la tarde o calmar el insomnio y pienso que esa m¨²sica ha de ser el himno agradable de la demencia o el delirio, cuando se arrejuntan las nostalgias y entre sus alas se esconde la etimolog¨ªa de la palabra saudade.
De vez en cuando es envidiable su particular manera de volar, cuando sus alas parecen dibujar un ¨¢ngulo que no se observa en reposo; y luego, parece que no quieren volar y que se burlan de los gorriones peque?os que tienen que invertir m¨¢s batidos a sus alas peque?as y supongo que hay carcajadas inaudibles cuando escuchan al pedante que presume de los beneficios cinematogr¨¢ficos de los drones que ya parece que todo se filma desde arriba, desde el punto de vista que ellas dominan desde hace siglos, cag¨¢ndose en los cr¨¢neos de bronce de los pr¨®ceres m¨¢s diversos y recorriendo leguas miles con el silencioso im¨¢n del viento¡ efectivamente, parecen palomas todas las ideas de las que hablo.
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