Elvis Costello despleg¨® sus mil caras en Pedralbes
El partido del Mundial de f¨²tbol no afect¨® a los seguidores del m¨²sico, en estado de gracia
Noche grande en el Festival Jardins de Pedrables con un Elvis Costello en estado de gracia mostrando sin recato todo su arsenal musical, que es mucho, y comparti¨¦ndolo generosamente con un p¨²blico que, aunque comenz¨® algo frio, acab¨® bailando entusiasmado.
FESTIVAL JARDINS DE PEDRALBES
Elvis Costello and the Imposters
Palacio Real, Barcelona, 20 de junio
El partido mundialista de Espa?a contra Ir¨¢n no pareci¨® afectar a los seguidores de Costello. Olvidando la peque?a pantalla, o la grande si uno se desplaza hasta el estadio del Europa, prefirieron dejarse seducir por la bonanza clim¨¢tica en unos jardines que de noche lucen impresionantes y una oferta musical que le puede a cualquier bal¨®n por estratosf¨¦rico que sea su dise?o.
Y no se equivocaron porque el brit¨¢nico se entreg¨® a tope y mostr¨® sus mil caras en un concierto tan intenso como cambiante. Del m¨¢s desenfadado rock and roll a los toques electr¨®nicos, del soul al reggae y al pop bien entendido, del crooner engominado a la canci¨®n politizada, solo, en d¨²o con un impresionante Steve Nieve, en grupo, luciendo su guitarreo o mostr¨¢ndose como un competente pianista, del cabaret a la pista de baile y m¨¢s,... Todo en una misma noche y sin que pareciera que iba dando saltos.
Escondido tras sus enormes gafas, Costello hizo su amago de chico malo, que hab¨ªa sido punki con corbata, y desconcert¨® a los presentes despidi¨¦ndose tras apenas una hora de actuaci¨®n con un apabullante Pump it up que ol¨ªa a final. Abandon¨® el escenario con todos sus m¨²sicos y, respondiendo a los aplausos, retorn¨® para una tanda de bises, doce en total, de mayor duraci¨®n que el propio concierto. Claro que fueron unos bises sospechosos porque el cantante no abandon¨® el escenario y no esper¨® a que el p¨²blico pidiera m¨¢s para empalmar la siguiente canci¨®n. A la salida la gente se preguntaba si hab¨ªa sido un concierto muy corto con un exceso de bises o un concierto largo sin ning¨²n bis. Fuera lo que fuera, la velada tuvo esas dos partes muy diferenciadas y el propia Costello las quiso diferenciar luciendo en la te¨®rica tanda de bises un sombrerito rojo.
Retorn¨® para una tanda de bises, doce en total, de mayor duraci¨®n que el propio concierto.
Comenz¨® fuerte con una potente Wonder Woman traicionada por una sonorizaci¨®n algo sucia que r¨¢pidamente mejor¨®. Con una banda m¨ªnima (tres m¨²sicos y dos coristas) encaden¨® mucha m¨²sica negra con acentos jamaicanos y buce¨® en su repertorio m¨¢s conocido: Tears before bedtime, (I don¡¯t want to go to) Chelsea, Watching the detectives, Everyday I write a book,... Como ¨²nico guitarrista sobre el entarimado se mostr¨® solvente en todos sus solos mientras que su voz, ya bastante rota, enganchaba por su convicci¨®n.
Pasado el dudoso final, regres¨® para un nuevo concierto, totalmente diferente. Guitarra ac¨²stica en mano, con sus dos coristas, bord¨® un soberbio Alison a tr¨ªo. Una maravilla a la que siguieron varios temas con la ¨²nica compa?¨ªa de su pianista, el gran Steve Nieve esa noche tocado con gorra de ferroviario. Se transmut¨® en cabaretero y de ah¨ª en crooner sofisticado, version¨® a Charles Aznavour (She) y cant¨® en franc¨¦s desde el piano Adieu Paris antes de poner su cara m¨¢s dura y recuperar en una versi¨®n sobria, algo dura, aquel Shipbuilding escrito durante la guerra de las Malvinas contra la pol¨ªtica de Margaret Thatcher. Ya con toda la banda enfil¨® una recta final de pura monta?a rusa. Un largo y penetrante I Want You (soberbias sus dos vocalistas) acab¨® con su versi¨®n multicolor de Peace, love and understanding de Nick Lowe.
Y al final, como no pod¨ªa ser de otra manera, todo el p¨²blico acab¨® bailando alborozado.
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