Cumbres borrascosas
La reclamaci¨®n de responsabilidades pol¨ªticas en Catalu?a ser¨¢ el pr¨®ximo cap¨ªtulo de la serie
Toda cumbre necesita de una escenificaci¨®n porque no hay pol¨ªtica sin espect¨¢culo. Y las noticias pol¨ªticas hace tiempo que son consumidas por una parte de la poblaci¨®n como un entretenimiento que, por supuesto, no agrada a todo el mundo y mucho menos a sus protagonistas incapaces de bajarse del escenario para discutir con el p¨²blico y justificarse ante el auditorio. Diferenciando a quienes se las toman a pecho del resto de los humanos que le ponen distancia, este tipo de informaciones alimentan a los voraces medios que necesitan crear expectaci¨®n tambi¨¦n para cubrir su propio expediente. Hasta aqu¨ª nada nuevo.
La pol¨ªtica, que lo sabe, se presta a preparar la representaci¨®n tambi¨¦n porque, en parte, vive de esto. Especialmente en nuestro tiempo. Lo vimos en el encuentro de Singapur entre Donald Trump y Lim Jong-un. Todo medido. Desde los proleg¨®menos que pasan por advertir del momento hist¨®rico a las dudas posteriores sobre su realizaci¨®n que han sido expandidas para aumentar la atenci¨®n a la vez que rebajar los posibles acuerdos. Despu¨¦s, llegada la hora y desvanecida la incertidumbre, el encaje de manos se convierte en la antesala de otras im¨¢genes que intentaran vendernos la cordialidad que sobrevol¨® la reuni¨®n de la que se desconocen los resultados reales que, para los equipos, pasan a ser irrelevantes. Ya se ver¨¢n. Pero la impaciencia que no cesa, apremiar¨¢ con sus preguntas frecuentes a los guionistas de la narraci¨®n para tener respuestas sobre las que debatir.
Pedro S¨¢nchez y Quim Torra siguieron la pauta a rajatabla. Uno rompiendo el hilo fabricado por Mariano Rajoy. El otro movi¨¦ndose entre la reclamaci¨®n de sus predecesores en el cargo y la l¨ªnea dura que demuestran las bases m¨¢s d¨ªscolas del independentismo ahora m¨¢s cercanas a Puigdemont o Puigdemont m¨¢s cercano a ellas. Las especulaciones interesadas de la semana pasada sobre la contundencia del mensaje a verbalizar en Madrid lo demuestran. Los requerimientos sugeridos aunque no procesados para que se permitiera una presencia complementaria en la sala, tambi¨¦n.
Es l¨®gico que el actual president estuviera nervioso ante el dilema que le embargaba. Habiendo sido uno de los impulsores de las posiciones secesionistas m¨¢s hiperventiladas como demuestra su pasado literario y literal, es posible que en alg¨²n momento se sintiera como el protagonista de Cumbres Borrascosas cuando relata que "la memoria me trasladaba, a¨²n en contra de mi voluntad, a los tiempos de anta?o y me hund¨ªa una opresiva tristeza". La literatura siempre lo cont¨® antes.
Porque si un encuentro de dos horas en La Moncloa, con paseo por sus jardines incluido, ha servido para "empatizar" y abrir "un hilo de esperanza" seg¨²n expres¨® el propio Sr. Torra es que ¨¦l est¨¢ en proceso de cambio m¨¢s notable que el que pueda padecer su anfitri¨®n de quien sabemos posici¨®n y l¨ªmites.
Es obvio que el mero encuentro ha abierto una nueva etapa. Y parece razonable deducir que en ella los moldes no ser¨¢n iguales a pesar de que tan importante es hablar sin condiciones ni cortapisas como sentarse a departir con quien ten¨ªas por contrario hace escasamente un mes. Lo dif¨ªcil, por no decir imposible, ser¨¢ hallar el territorio com¨²n cuando una parte ya decidi¨® que no exist¨ªa. Por eso el inter¨¦s en insistir que el gobierno catal¨¢n no descarta ning¨²n escenario futuro para intentar calmar los ¨¢nimos de aquellas huestes que ya se han apresurado a replicar que no aceptaran ning¨²n cambio de rumbo.
Y ah¨ª est¨¢ el problema que el independentismo debe resolver. S¨®lo. Hablando consigo mismo y decidiendo. Haciendo la parte de autocr¨ªtica pendiente y reconduciendo la hoja de ruta envejecida por las circunstancias si as¨ª quiere verla. Observando el precio que algunos han pagado por muchas prisas y alguna desmesura. Y entendiendo que el pragmatismo casi siempre acaba imponi¨¦ndose a la bravura y la seriedad a la insensatez. Y esto no es ceder. Es revisar. A la vista est¨¢n los resultados de cuando no es as¨ª.
Ya s¨¦ que esta tendencia est¨¢ vista como el retorno al autonomismo oxidado que algunos quieren superado. Y por supuesto que lo est¨¢. Ya nada volver¨¢ a ser como antes. Ni siquiera Catalu?a. Lo que no puede perderse de vista es que aquella arcadia promocionada y nunca alcanzada, aquella independencia prometida y nunca declarada, se ha convertido en un para¨ªso inalcanzable a corto y medio plazo que s¨®lo los irredentos se niegan a aceptar porque no quieren sentirse ni saberse enga?ados. Y como lo han sido, est¨¢n en su derecho a reclamar responsabilidades. Este ser¨¢ el pr¨®ximo cap¨ªtulo de la serie.?
La historia ha querido que el mismo d¨ªa del inicio de la reconducci¨®n catalana haya dimitido Boris Johnson. El peculiar pol¨ªtico ingl¨¦s y abanderado de salir de la Uni¨®n Europea ha dejado el gobierno de Su Majestad advirtiendo que el sue?o del Brexit est¨¢ muriendo ahogado por las dudas. ?Coincidencia, casualidad o tendencia?
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