El funk exuberante de Maceo Parker arrasa en Porta Ferrada
Fue un show intenso, fogoso y estimulante como pocos. La ¨²nica pega es que es el mismo show de los ¨²ltimos a?os
El m¨¢s antiguo de nuestros festivales veraniegos, anda ya por su edici¨®n 56, decidi¨® combatir las amenazas meteorol¨®gicas con una buena dosis de ritmo. Y funcion¨®. Minutos antes de comenzar el concierto de Maceo Parker en el puerto de Sant Feliu de Guixols, en el animado village del festival cundi¨® un cierto p¨¢nico: un goteo impertinente comenz¨® a mojar los platos de comida japonesa. Espesos nubarrones no dejaban que la luna se reflejase entre los barcos de pesca, uno de los atractivos de este espacio.
Los ¨¢nimos estaban bastante bajos pero se apagaron todas la luces y Prince comenz¨® a sonar estrepitosamente en la megafon¨ªa. Y sobre las m¨¢gicas notas de 1999 la m¨¢nager de la banda, convertida en animada mc, fue presentando a los m¨²sicos, seis en total, hasta que the one and only apareci¨® en escena con sus exagerados movimientos rob¨®ticos. Parker dej¨® que Prince acabara tranquilamente su canci¨®n antes de coger sin prisa su saxo alto y comenzar a calentar un ambiente que estaba aun algo frio.
A partir de ah¨ª las gradas del Espai Port, con m¨¢s de mil personas esa noche, se olvidaron de los nubarrones. Y los nubarrones se olvidaron del festival. Poco a poco Parker fue elevando la temperatura ambiente con una propuesta tan efectiva como atemporal. Funk robusto y exuberante que tanto pod¨ªa ser de los setenta o de los ochenta como de hoy mismo. Temas largos y recurrentes repletos de buenos solos, no solo suyos: todos los integrantes de la banda tuvieron su momento de lucimiento y, la verdad, es que lo aprovecharon. El ascenso fue imparable y ya en la parte final del concierto todos los asistentes estaban de pie cantando y bailando.
Con el saxo alto Maceo Parker es sencillamente incendiario, capaz de poner en ebullici¨®n el ambiente m¨¢s frio o distante. Pr¨¢cticamente no toc¨® la flauta y se explay¨® cantando, que no es su mejor baza pero sabe utilizarla para encrespar los ¨¢nimos del personal. Los ¨¢nimos se encresparon inmediatamente, imposible resistirse.
A lo largo de cien minutos pag¨® absolutamente todos sus tributos. Desde el Prince inicial al omnipresente James Brown. Como es su norma imit¨® a Ray Charles (gafas negras incluidas) y convirti¨® el Let¡¯s get it on de Mrvin Gaye en una fiesta interminable consiguiendo que todo el p¨²blico cantara una vez tras otra el estribillo ente danzas y algarab¨ªa. Present¨® a su prima Darliene Parker compartiendo un sensual Stand by me y, ya en la recta final, cort¨® por lo sano el aluvi¨®n r¨ªtmico para recrearse en una, por momentos, estremecedora versi¨®n de Over the rainbow. Repiti¨® sin descanso la consigna de su ¨²ltimo disco: It¡¯s all about love y coron¨® la velada insistiendo en el amor y repartiendo por doquier su We love you.
Imposible pedir m¨¢s. Fue un show intenso, fogoso y estimulante como pocos. La ¨²nica pega es que se trata del mismo show que Maceo Parker ha ido repitiendo por aqu¨ª en los ¨²ltimos veinte a?os, incluso los chistes, incluida su justificaci¨®n de no interpretar jazz, son los mismos. De todas formas, de una vez a otra hacer como que los hemos olvidado y volver a re¨ªr con sus gracias y bailar desaforadamente con su contagiosa cascada de ritmos, no presenta el m¨ªnimo inconveniente. Hasta el a?o que viene, Mr. Parker.
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