Y de repente, Vetusta Morla
Un mes despu¨¦s de reunir a 38.000 personas en la explanada de la Caja M¨¢gica, la banda madrile?a repite en un parque de San Blas, gratis y sin avisar
Al principio, algunos vieron altivez en el gesto de Pucho. El cantante de Vetusta Morla enton¨® el primer tema de cara a la banda, sin mirar al p¨²blico que rodeaba el escenario circular. Nada m¨¢s lejos de la realidad. Los m¨²sicos madrile?os demostraron ayer un desprendimiento poco habitual en una banda capaz de llenar estadios y vender miles de discos en un momento en el que ya nadie vende discos.
Ayer tocaron gratis en el parque madrile?o de la Quinta de Torre Arias, ante 2.000 personas que, un segundo antes del recital, ni siquiera sab¨ªan que aparecer¨ªan sobre el escenario. Algunos ni siquiera sab¨ªan qui¨¦nes eran Vetusta Morla. Los organizadores de Veranos de la Villa hab¨ªan guardado con celo cancerbero el nombre de uno de los platos fuertes de su festival veraniego, que un a?o m¨¢s quiere dar visibilidad a todos los distritos de Madrid. El Ayuntamiento hab¨ªa anunciado un mes antes que un grupo madrile?o iba a tocar en el alejado parque de San Blas-Canillejas, sin dar m¨¢s detalles. Tan solo hab¨ªa que bajarse una de las entrada gratuitas de la web de Veranos de la Villa. Y tener paciencia. Se agotaron en pocos d¨ªas.
Por eso la gente que abarrotaba ayer el parque del barrio de El Salvador conformaba un p¨²blico multicolor. Algunos treinta?eros con vaqueros y zapatillas habr¨ªan cuadrado perfectamente en un concierto de Vetusta Morla. No as¨ª las familias con ni?os que correteaban sobre toallas tama?o XXL entre fiambreras con tortillas y filetes empanados. O matrimonios ya en la sesentena, algunos con sus correspondientes sillas de playa plantadas en las primeras filas. "No tengo ni idea de qui¨¦n va actuar", dec¨ªa minutos antes del concierto Jacinto Alonso, desparramado sobre una esterilla de mimbre, mientras su nieto le hac¨ªa perrer¨ªas en los omoplatos. Ante la pregunta de qu¨¦ har¨ªa si la banda no le gusta, o si es mala, respond¨ªa, con absoluta lucidez: "Ser¨¢ m¨²sica, al fin y al cabo ?Qui¨¦n puede decir que la m¨²sica es buena o mala? Ya tendr¨ªamos que haber superado eso".
Pistas en el escenario
Los instrumentos colocados sobre el escenario daban algunas pistas. Tres guitarras el¨¦ctricas, un bajo, varios sintetizadores y media bater¨ªa. No iba a ser una noche de copla, ni de flamenco. Algunos j¨®venes sagaces apostaban por Vetusta Morla. Marlango, Los Secretos y Los Punsetes tambi¨¦n estaban en las quinielas. Una pareja de cuarenta a?os insinu¨® que podr¨ªan ser Hombres G. "Tambi¨¦n son madrile?os, ?no?"
Tal vez por eso, ayer, los chicos de Vetusta se enfrentaron a un reto a¨²n mayor que llenar la explanada de la Caja M¨¢gica: se colocaron ante un p¨²blico que no necesariamente pertenec¨ªa a su habitual corte de fans. Como hace casi dos d¨¦cadas, cuando eran un grupo maquetero que tocaba en tugurios de Madrid a cambio de nada, con la esperanza de que alguien les escuchara. Ayer le dieron la vuelta a la tortilla: cuando una banda pasa de actuar ante decenas de miles de personas a hacerlo para una peque?a audiencia y sin cobrar entrada, suele ser por decadencia. Ellos lo hicieron porque quisieron, y a sabiendas de que seguir¨¢n llenando estadios unos cuantos a?os m¨¢s.
Pucho no daba la espalda al p¨²blico por desd¨¦n: la banda se hab¨ªa colocado sobre el escenario de la misma manera en que lo hacen en su local de ensayo. "Queremos que ve¨¢is exactamente c¨®mo se fraguan nuestras canciones", explic¨® el cantante despu¨¦s abrir con Des¨¦ame suerte. La elecci¨®n no fue casual: la banda toc¨® su ¨²ltimo disco, Mismo sitio, distinto lugar, de principio a fin, por orden y en formato semiac¨²stico, aunque algunas veces la base r¨ªtmica y la distorsi¨®n alcanzaron una intensidad que los acerc¨® a los Vetusta ¨¦picos de los grandes recintos. Por el camino, Pucho, pose¨ªdo por un maestro de escuela, desgranaba la historia de la Quinta de Torre Arias, y a veces incluso lograba la virguer¨ªa de relacionar alguno de los pasajes con la canci¨®n que iban a tocar a continuaci¨®n. Como cuando cont¨® que entre 1936 y 1939 los anarquistas "se cargaron al noble de turno y se hicieron con el parque", para a?adir: "Como bien sabr¨¦is, la alegr¨ªa les dur¨® poco". A nadie extra?¨® que a continuaci¨®n la banda interpretara Guerra Civil, la sexta canci¨®n del disco. Otras veces ni siquiera necesit¨® establecer paralelismos: tras reclamar que "los vecinos deb¨ªan recuperar el parque y devolverle su funci¨®n hist¨®rica, cuando conviv¨ªan animales, plantas y humanos", la introducci¨®n de Punto sin retorno, una balada de arreglos delicados, adopt¨® un tono buc¨®lico, casi fabulista, capaz de trasladar al respetable a aquellos a?os en que el parque era un pedazo de campo, y no estaba constre?ido por edificios y circunvalaciones.
El sexteto demostr¨® grandes dosis de generosidad, no solo por hacer una parada en su gira mastod¨®ntica para tocar desinteresadamente ante un p¨²blico reducido. Sino porque cedieron el protagonismo a la Quinta de Torre Arias: sus encinas y sus cedros, su cielo estrellado y su descubrimiento por parte de la mayor¨ªa, fueron el verdadero plan de la noche de ayer.
Al final del concierto, dieron dos bises fuera de la ruta marcada: Copenhague y Maldita dulzura, dos de sus temas m¨¢s aclamados, de discos anteriores. El p¨²blico, aunque no era su p¨²blico, las cant¨® a placer. A la salida, una joven madre bromeaba, con tino: "Vetusta Morla son tan grandes que agotan entradas incluso cuando no anuncian ning¨²n concierto".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
M¨¢s informaci¨®n
Archivado En
- Festivales
- Agenda cultural
- M¨²sica
- Agenda
- Eventos
- Vetusta Morla
- Cultura
- Sociedad
- San Blas
- Veranos de la Villa
- Conciertos
- Grupos m¨²sica
- Festivales culturales
- Eventos musicales
- Distritos municipales
- Ayuntamiento Madrid
- Madrid
- Ayuntamientos
- Gobierno municipal
- Comunidad de Madrid
- Administraci¨®n local
- Espa?a
- Pol¨ªtica municipal
- Administraci¨®n p¨²blica
- Pol¨ªtica