Con gloria pero con pena
Una irregular funci¨®n de ¡®Il pirata¡¯ inaugura la Programaci¨®n L¨ªrica de A Coru?a
La Programaci¨®n L¨ªrica de A Coru?a ha dado comienzo este s¨¢bado con la representaci¨®n en el Palacio de la ?pera de A Coru?a de Il pirata, ¨®pera de Vincenzo Bellini con libreto de Felice Romani. La ¨®pera, ¨²nica prevista para ser representada para esta temporada, ha transcurrido con m¨¢s pena que gloria, aunque de ambas hubo en diferentes dosis el s¨¢bado.
La gloria, para la actuaci¨®n de Saioa Hern¨¢ndez y Juan Jes¨²s Rodr¨ªguez como Imogene y Ermesto, respectivamente. Y ello pese a la inadecuaci¨®n de los roles belcantistas a sus respectivas voces, pues tanto Hern¨¢ndez como Rodr¨ªguez tienen una voz con m¨¢s peso del que ser¨ªa deseable para las agilidades que estos papeles exigen.
La belleza de sus voces, vocalidad y entrega fueron lo mejor de la noche, junto a la Orquesta Sinf¨®nica de Galicia y la cuidadosa direcci¨®n musical de Antonello Allemandi. Este mostr¨® buenas dotes como concertador en los grupos y solo se le fue del redil el tenor en su d¨²o del primer acto con la soprano.
Adem¨¢s mantuvo exquisitamente el equilibrio din¨¢mico, ajust¨¢ndolo al m¨¢ximo en favor de los cantantes. Incluso, gran detalle, cuando en el segundo cuadro del primer acto tap¨® claramente al coro masculino en un momento en que las voces de este iban algo m¨¢s que forzadas.
Parte de los buenos momentos de la funci¨®n fue compartida por Carmen Subrido, deliciosa como Adele, la dama de compa?¨ªa de Imogene. La dulzura de su voz y su buena interpretaci¨®n se hicieron patentes gracias a sus recursos t¨¦cnicos, pese a la inadecuaci¨®n del rol representado, escrito en un registro claramente inapropiado para la voz de la soprano compostelana.
Part¨ªcipe de lo mejor de la noche fue tambi¨¦n Pablo Carballido con un personaje, Itulbo ,al que dio adecuada presencia y voz con su seriedad y buen hacer habituales. Jeroboam Tejera, por su parte, hizo su parte con dignidad vocal y alg¨²n exceso en su expresi¨®n facial y corporal.
La pena, literalmente, la dio Yosep Kang en el papel de Gualtiero, el pirata protagonista principal que da nombre a la obra de Bellini. El tenor coreano pas¨® sin duda muy malos momentos, que se transmitieron ¨Cy contagiaron- a quienes ocupaban la pr¨¢ctica totalidad del aforo del Palacio de la ?pera coru?¨¦s. Causa o consecuencia, los inadecuados apoyos vocales, la estrechez de su emisi¨®n y la absoluta inestabilidad de su voz le tuvieron toda la noche m¨¢s fuera que en el l¨ªmite de lo aceptable en una representaci¨®n de ¨®pera.
Ning¨²n cantante est¨¢ exento de tener un mal momento o de pasar por una mala racha vocal. Miguel del Arco, director esc¨¦nico de la ¨®pera Fuenteovejuna, estrenada el domingo en Oviedo, declaraba recientemente al respecto: "Un actor con la voz tocada puede sacar adelante una funci¨®n pero para un cantante es imposible¡±. Lo fue para Yosep Kang en la funci¨®n y ya se pudo ver en el ensayo general. Alguien deber¨ªa haberle impedido acercarse tan peligrosamente al fracaso m¨¢s absoluto.
La direcci¨®n esc¨¦nica de Xos¨¦ Manuel Rab¨®n se mantuvo en las consabidas entradas en escena de los grupos corales y figurantes desde las cajas o desde el patio de butacas. Una vez sobre el escenario, volvi¨® la habitual y estricta distribuci¨®n por grupos de voces y el absoluto estatismo en formaci¨®n de concierto; incluyendo, claro est¨¢, una distribuci¨®n en arco para que la visi¨®n del podio no se le escape a nadie ni por un segundo.
La escenograf¨ªa fue de simetr¨ªa casi absoluta, solo rota por la presencia al inicio y durante el primer cuadro por varias rocas de color gris claro con puntitos muy brillantes aqu¨ª y all¨¢. Y, por supuesto, sin ninguna de las huellas de todo tipo que el mar real deja en las rocas reales. Antes, mientras se ocupaba el aforo, hubo una proyecci¨®n continua sobre una pantalla: una costa con sonido de olas que se detiene para dar paso a la acci¨®n.
La funci¨®n, por cierto, comenz¨® con mucha acci¨®n a cargo de ocho bailarines representando un combate de espadachines contra lanceros, en una coreograf¨ªa de Mercedes Su¨¢rez tan expresiva como bien ejecutada. E inadecuada, pues fue un n¨²mero de ballet fuera de las indicaciones esc¨¦nicas del libreto original. Y al llevarse a cabo durante la obertura, perturb¨® la audici¨®n de esta, de manera no solo excesiva sino totalmente innecesaria.
Una especie de horror vacui conceptual, tanto o m¨¢s perjudicial para la adecuada recepci¨®n de la obra que el meramente material: algo as¨ª como el empe?o de que algo tenga que pasar continuamente y que contrasta con la inmovilidad y colocaci¨®n del coro antes mencionadas que no fueron suficientes para evitar m¨¢s de una imprecisi¨®n en las entradas.
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