Reencuentro despu¨¦s de decenios
Ma?anita tempranera de sol tibio esperando la llegada de los miembros del Grupo Jubilata
Ma?anita tempranera de sol tibio, todav¨ªa solo en el banco del parque de casi siempre, esperando no s¨¦ qu¨¦, quiz¨¢s la llegada de algunos miembros del Grupo Jubilata para el inicio de las charlas y pausas sin fin.
Por cierto, d¨ªas atr¨¢s suger¨ª la incorporaci¨®n de alguna ¡°miembra¡± y por unanimidad se ha votado que nanay, que faltar¨ªa m¨¢s, que qu¨¦ cosas se me ocurren. De pronto, cuando casi dormitaba, dos se?oras se me ponen delante, ellas de pie, yo sentado; una ech¨¢ndose las manos a la frente y la otra con cara de sorpresa infinita comienzan a largar haciendo muecas de todo tipo.
¡°No me lo puedo de creer ¡ªel deque¨ªsmo y sus variantes extienden sus zarpas hasta l¨ªmites insospechados¡ª ?Ay Juanjo, pero por favor... Qu¨¦ barbaridad, cu¨¢ntos a?os¡±. Y la otra: ¡°?Vamos, vamos, vamos! ?Qui¨¦n nos lo iba a decir! ?Pero si est¨¢s igual! M¨¢s calvo, eso s¨ª...¡± Y las dos casi al mismo tiempo: ¡°?Pero qu¨¦ haces? ?Sigues trabajando? ?Vives por aqu¨ª? ?Cu¨¢ntos nietos tienes? ?Sigues cantando con la guitarra y contando an¨¦cdotas? ?C¨®mo eres! ?Ay qu¨¦ alegr¨ªa!¡±. Dos ametralladoras.
Todo eso sin llegar a apreciar, afortunadamente, mi ignorancia acerca de su identidad.
No hace falta ser muy listo para deducir que estas chicas de oro me conoc¨ªan desde hace tiempo, pero esa memoria eid¨¦tica, la de im¨¢genes, incluso la remota, la tengo absolutamente perdida. La inmediata de media hora antes para qu¨¦ contar.
Lo violento que resulta cuando te reconoce alguien y no tienes ni pu?etera idea de qui¨¦n es, ni de d¨®nde lo conoces, ni nada de nada. Produce un sentimiento de culpa vejatoria. Y a ver c¨®mo sales.
Pues nada, inmediatamente, con el mismo tono de voz, contesto a las se?oras: ¡°?Qu¨¦ sorpresa! ?Pero bueno! ?Qui¨¦n me iba a decir a m¨ª que hoy se producir¨ªa este reencuentro? ?Qu¨¦ alegr¨ªa! ?Y qu¨¦ hac¨¦is por aqu¨ª?¡±. Como veis, tampoco soy un modelo de originalidad y as¨ª sigo con m¨¢s frases hechas, intentando hacer memoria y tratando de que no se me notara el desagradecido olvido hasta que por fin una ellas va y me dice, impostando la voz y a modo de susurro nost¨¢lgico: ¡°Todav¨ªa me acuerdo de tu despedida del Tribunal. Qu¨¦ bonito. Estuviste sembrado. Hay que ver, qu¨¦ momentos tan entra?ables pasamos despu¨¦s de tanto tiempo trabajando juntos¡±. Aleluya, me vino la cosa de los recuerdos por la referencia. Fue cuando les dije, venga ese abrazo y un beso enorme.
Nos fundimos los tres en una larga y c¨¢lida entrega hasta notar como resbalaban lagrimitas por las mejillas. Dos horas despu¨¦s todav¨ªa segu¨ªamos emocionados sin parar de contarnos miles de vivencias compartidas durante mi destino como funcionario de Hacienda en ese tribunal de tan grat¨ªsimo recuerdo. Inmodestamente, la placa homenaje reza: ¡°Al Ponente de Lujo, el Lujo del Tribunal¡±. M¨¢s l¨¢grimas. Vosotros fuisteis los aut¨¦nticos art¨ªfices de tal honor. Yo solo puse mi esfuerzo y mi sonrisa.
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