¡°Ser cantautor es ¡®cool¡¯ fuera y un estigma en Espa?a¡±
"Los artistas tenemos el defecto de ser unos intensos", dice Manuel Cuesta
Su infancia tambi¨¦n bebe del recuerdo de los patios hispalenses, pero Manuel Cuesta (Sevilla, 1975) comenz¨® a frecuentar los garitos de la capital, guitarra en ristre, con el cambio de siglo, y hace tres lustros acab¨® instal¨¢ndose por estas tierras mesetarias. Cantautor costumbrista, generacional y cin¨¦filo, y a estas alturas ya no solo promesa, publica ahora un ¨¢lbum, el sexto, que es adem¨¢s su primer poemario. El libro-disco lleva por t¨ªtulo El ¨²ltimo bailey lo ilustra en portada un gran guante de boxeo. Como el que diera un golpe encima de la mesa.
Anhela ¡°no pasarse de frenada¡± con la sensibilidad, pero le da rabia el esp¨ªritu negativo que, a su juicio, se ha instalado en la sociedad contempor¨¢nea. ¡°Hoy en d¨ªa parece que todo estuviera mal. Si pusieras un tuit diciendo ¡®viva la vida¡¯, alguien enseguida te contestar¨ªa: ¡®?Pues t¨² eres un hijo de puta!¡¯¡¡±.
?Se siente m¨¢s desnudo cantando o como poeta?
Con mis versos, sin duda. La guitarra sirve como trinchera, aporta el artificio de la cuerda y la melod¨ªa. Pero recitar implica una exposici¨®n ante la que a¨²n me siento fr¨¢gil.
?C¨®mo se gestiona el pudor?
Con algo de picaresca sevillana, supongo, con actitud de echao p¡¯alante. Todos los artistas tenemos ese puntito narcisista del que se atreve a subir a un escenario. Pero algunos de mis poemas los he llorado, y eso no me suced¨ªa a la hora de componer.
?Cu¨¢ndo fue la ¨²ltima vez que se emocion¨® componiendo?
Cuando hice un poema a mi abuelo Joaqu¨ªn. Muri¨® cuando yo ten¨ªa 15 a?os. Sent¨ª que se me acababa la juventud.
?A qu¨¦ no le dedicar¨ªa nunca ni un triste verso?
A las truculencias. El horror merece denuncia, pero un poema no puede acabar como una cr¨®nica de El Caso.
?Una canci¨®n, una poes¨ªa nacen en circunstancias parecidas?
S¨ª, porque tiene que existir un detonante, un episodio de la realidad que consideramos relevante, quiz¨¢ porque los artistas tenemos el defecto de ser unos intensos. Aunque algunos de los poemas de El ¨²ltimo baile nacieron a partir de palabras que me suger¨ªan personas allegadas: ¡°sinestesia¡±, ¡°cicatriz¡±, ¡°naranjo¡±, ¡°p¨¢nico¡±¡ Es un juego que practicaban los protagonistas de la pel¨ªcula Antes del amanecer.
Es usted muy cin¨¦filo, pero lo del boxeo no le pega.
Nunca he visto un combate entero, pero la ¨¦pica del boxeo es muy rom¨¢ntica, igual que sus plasmaciones art¨ªsticas: desde The Boxer, de Simon & Garfunkel, a Million Dollar Baby, de Clint Eastwood. O el campo ling¨¹¨ªstico. ?Acaso no suena bonito lo de ¡°besar la lona¡±?
O ¡°tirar la toalla¡±. ?Lo ha llegado a pensar?
En este oficio de la canci¨®n es una tentaci¨®n permanente. Te gustar¨ªa dedicarte a ¨¦l por completo, pero a casi nadie le da para vivir de ¨¦l. Lo acabas sintiendo como a una amante a la que no le dedicas el tiempo necesario.
?Por qu¨¦ son malos tiempos para la l¨ªrica?
Porque ser cantautor sigue siendo un estigma si eres espa?ol. Puedes citar a Dylan, Cohen, Phil Ochs, Damien Rice o Glen Hansard y suenas muy cool,pero con Labordeta o V¨ªctor Manuel enseguida te dicen: aqu¨ª huele a cerrado, a vetusto. Lo cierto es que soy un hombre pegado a la realidad y sigue habiendo mucho a lo que cantar.
Y Madrid conserva importantes templos de la canci¨®n.
?Cierto! A m¨ª me cerraron La Redacci¨®n, pero de jovencito frecuent¨¦ La Ofrenda y El B¨²ho Real. Eran los tiempos del viaje en Sevib¨²s, el bocata de cena y las pensiones de a 15 euros por noche en la calle de Toledo. Y pese a todo, al principio, palmabas pasta¡
?Cu¨¢l fue el primer fogonazo que le dej¨® huella en esta ciudad?
El hotel Emperador. Lo visit¨¦ porque me mor¨ªa por sentarme en la misma mesa donde Alfredo Landa y Jos¨¦ B¨®dalo tomaban caf¨¦ en El crack 2. Pero llegu¨¦ tarde: la cafeter¨ªa la hab¨ªan reconvertido en un anodino sal¨®n de reuniones. Esa pel¨ªcula ten¨ªa escenas matritenses bell¨ªsimas, incluso en Mercamadrid.
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