La coleccionista olvidada
Maria Regordosa, fallecida en 1920, reuni¨® excepcionales joyas antiguas, trajes regionales, abanicos y tapices, la mayor¨ªa en paradero desconocido
El nacimiento de muchos de los museos de Barcelona se produjo entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, coincidiendo con una edad de oro del coleccionismo catal¨¢n, ayudado por la celebraci¨®n de exposiciones municipales de Bellas Artes. La mayor¨ªa de los nuevos coleccionistas del momento se decantaron por el arte medieval de los primitivos, pero tambi¨¦n por las artes decorativas, sobre todo cer¨¢micas, tapices, abanicos y tejidos. Algunas de estas colecciones acabaron ingresando en los fondos de museos de la ciudad y pueden ser admiradas en centros como el Museo del Dise?o de Gl¨°ries. Otras, terminaron dispersas y en paradero desconocido. Es lo que ocurre con la de Mar¨ªa Regordosa Jover (1888-1920) pr¨¢cticamente en el olvido, ya que a su condici¨®n de mujer se une el hecho de su muerte prematura.
Regordosa protagoniz¨® la comunicaci¨®n de Clara Beltr¨¢n y Maria ?ngeles L¨®pez presentada en la jornada Mercado del Arte, Coleccionismo y Museos que se celebr¨® recientemente en Sitges organizada por los museos de esta localidad y la Universitat Aut¨°noma de Barcelona, y que se ha convertido, tras siete ediciones, en una cita ineludible para los historiadores del arte interesados en el coleccionismo catal¨¢n.
Regordosa fue una mujer culta, refinada, inquieta y apasionada que merece un libro y, por qu¨¦ no, una pel¨ªcula. Hija ¨²nica del rico industrial textil Roman Regordosa Soldevila, se cas¨®, despu¨¦s de 15 a?os de relaci¨®n, con uno de los toreros m¨¢s famosos de su tiempo: el sevillano Ricardo Torres Reina, Bombita, despu¨¦s de superar la oposici¨®n familiar. En junio de 1920, apenas un a?o despu¨¦s de casarse, y a punto de cumplir los 32, falleci¨® a los dos d¨ªas del parto de su primer hijo.
La reconstrucci¨®n de su biograf¨ªa y de su perfil coleccionista se ha podido realizar gracias a fuentes primarias como cat¨¢logos, prensa hist¨®rica, correspondencia y transmisi¨®n oral, ya que la historiograf¨ªa no se ha ocupado casi nada de ella. ¡°Una de las fuentes fundamentales es el pr¨®logo que realiz¨® en 1935 otro coleccionista, Oleguer Junyent, para un cat¨¢logo de su colecci¨®n, cuando su marido despu¨¦s de exponer las piezas de su mujer en La Feria Iberoamericana de Sevilla de 1929, deposit¨® parte de la colecci¨®n en el Museo de Artes Decorativas de Pedralbes¡±, explica Beltr¨¢n. ¡°Oleguer la conoc¨ªa bien porque ¨¦l trabaj¨®, como decorador, para varias viviendas de la familia Regordosa, como la Casa Bur¨¦s, propiedad de los t¨ªos de la coleccionista, y porque hab¨ªan sido c¨®mplices a la hora de coleccionar¡±, tal y como ponen en evidencia cartas conservadas por Junyent recuperadas durante el trabajo para la tesis doctoral de la investigadora.
¡°Su esp¨ªritu aventurero le llev¨® a recorrer la geograf¨ªa espa?ola y varias capitales europeas como Par¨ªs y Londres en busca de objetos preciados de su colecci¨®n, tal y como recog¨ªa la prensa de la ¨¦poca¡±, resalta Beltr¨¢n, que destaca el car¨¢cter ecl¨¦ctico de la misma al estar compuesta por joyas antiguas, abanicos, tapices, encajes, trajes regionales y algunas piezas de pintura, mobiliario e instrumentos musicales.
Su colecci¨®n de joyas, formada por unas 200 piezas, ¡°sorprende por su variedad y abundancia, singularidad y exquisitez, comparables con algunos de los mejores museos del mundo en la materia¡±, apunta Beltr¨¢n. Se compon¨ªa de piezas arqueol¨®gicas de origen fenicio y otras, en su mayor¨ªa de los siglos XV, XVI y XVII, como pinjantes en oro y cristal de roca, sortijas, pendientes, relicarios, broches, especieros, broches y un largo etc¨¦tera. Seg¨²n Beltr¨¢n, la colecci¨®n se conoce solo por las reproducciones y fotograf¨ªas de la ¨¦poca ya que en la actualidad est¨¢ en paradero desconocido.
Hasta hace poco tambi¨¦n estaba desaparecida la colecci¨®n de trajes regionales. ¡°En 1935 Bombita los deposit¨® en el museo de Pedralbes con la intenci¨®n de donarlos a la ciudad, con la intenci¨®n de cumplir la voluntad de ella. De hecho, la sala fue bautizada con el nombre de la coleccionista. Durante la guerra, los trajes corrieron la misma suerte que el resto de patrimonio: viajaron a Olot y al exterior para huir de las bombas. Pero tras la guerra, su hijo los reclam¨® y se los llev¨®. Nada se sab¨ªa de estas piezas consideradas excepcionales, pero a finales de 2017 se identificaron en el Museo del Traje de Madrid, provenientes de un lote que se hab¨ªa comprado, junto a m¨¢s de 200 prendas de ella, por dos millones de pesetas a Edmund Peel Fine Art¡±. Seg¨²n Beltr¨¢n ¡°ha sido una de las alegr¨ªas de la investigaci¨®n ya que no estaban identificados como de la colecci¨®n Regordosa¡±.
Beltr¨¢n asegura que el ejemplo de Regordosa no es ¨²nico: ¡°existen otras mujeres coleccionistas de la ¨¦poca, como Mar¨ªa Barrientos, Madronita Andreu, hija del doctor Andreu, Maria Junyent, sobrina de Oleguer y T¨®rtola Valencia, entre otras. La historiograf¨ªa se ha ocupado muy poco de ellas y sus colecciones. Casi todas est¨¢n por investigar. Hay que estudiar el lado femenino del coleccionismo¡±, remacha.
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